Fey Le Brune
El agujero era pequeño y angosto. No cualquiera podría caber en él, pero mi complexión delgada y flexible me era de bastante ayuda. Cuando por fin logré cumplir mi cometido, me percaté de varios árboles y arbustos verdes los cuales eran perfectos para que siguiese escondiéndome de los ojos curiosos que podían detectarme. Sin embargo, sabía que la única persona que tenía ojos curiosos era yo.
—A la princesa le gustará. Lo apuesto.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque la conozco como la palma de mi mano, señor Colt.
El señor de nombre Colt soltó carcajadas y acarició su larga y canosa barba.
—¿No es porque será tu esposa próximamente?
—No —Vertió pólvora en el cañón.
Cuando la mecha se terminó un fuerte estruendo se escuchó sobre el cielo al igual que en la tierra. Mis ojos curiosos se maravillaron al ver de cerca una de las luces brillantes que tanto me encantaban. Era la primera vez que entraba a Arahnova y estaba tan cerca de dos de sus habitantes. No pude evitar reírme de felicidad.
—¿Quién anda ahí?
Una fuerte electricidad me recorrió por completo. Aquel muchacho alto y de cabellera castaña clara movió los arbustos y no encontró absolutamente nada dentro o detrás de ellos. Se quedó en guardia durante unos segundos hasta que por fin se aseguró de que no había nada. Entonces, él regresó con el señor Colt.
Gracias a las técnicas que mi padre me había enseñado, logré alejarme de los arbustos y la muralla con bastante rapidez antes de que cualquier otra persona de Arahnova me detectase.
El viento chocaba contra mi rostro y mi cabello trenzado volaba detrás de mí mientras corría. Crucé los árboles torcidos del bosque y las praderas que me indicaban que ya se acercaba mi hogar. Logré ver a lo lejos una figura masculina con su cabello sujeto en una media coleta, el abdomen desnudo y pantalones con piel de oso. No me tomó mucho tiempo asegurarme de quién se trataba.
—Funciona —Le di un puñetazo a su antebrazo con bastante emoción.
—¡Oye! —Se quejó—. No es justo. Me dejaste solo toda la mañana, ¿sabes lo furioso que está mi padre con ambos?
—Sí funciona.
—¿Qué funciona? —Regresó a colocar semillas de mazorca en la tierra.
—Nuestro agujero. Ya pude entrar.
—¿Qué? —Por fin obtuve su atención. Me llevó unos cuantos pasos lejos de la cosecha mientras le hablaba en voz baja—. ¿Por qué no me esperaste? Me moría de ganas de entrar. Pero, dime, ¿pudiste ver sus grandes avances? ¿Es verdad que las mujeres tienen el cabello como el sol?
—Solo pude ver a un anciano y a un muchacho. Creo que preparaban las luces brillantes.
—¿Se ven igual de impresionantes que desde aquí? Por favor dime que sí.
Asentí.
—No puedo creerlo, Fey, en serio que te escondiste muy bien esta vez —Al escuchar esa voz ronca y estridente detrás de mí no pude evitar rodar los ojos—. Padre te busca, así que será mejor que me acompañes.
Me alejé para seguir al dueño de esa odiosa voz. Él estaba unos pasos más delante de mí, pero ni así dejó de hablarme.
—Ayudar a la familia de Oren con los cultivos no te salvará del entrenamiento.
—No ayudo con los cultivos para evitar entrenar —defendí—. Sabes perfectamente que fortalecerme es mi vida.
—¿Dónde estabas? —Arrojó el conejo muerto a una de las canastas de paja. Así una de nuestras tantas mujeres lo vería y le quitaría la piel para después cocinarlo. Según su cerebro y principios le indicaban que ir a cazar la comida de otros era ayudar y ser generoso—. Te fui a buscar al río y luego al acantilado. ¿Acaso ya encontraste un nuevo lugar para estar a solas?
—Tal vez.
Me miró por encima del hombro y luego regresó la vista al frente.
—Mientras sea lejos de la muralla, está bien. Sabes que padre no quiere a nadie de Pardas cerca de ese lugar.
—Lo sé —Quité la manta que cubría la entrada a la cabaña de mi padre. Al entrar lo pude ver sentado sobre el suelo con las piernas cruzadas, el entrecejo fruncido y afilando su lanza con los ojos fijos en la punta—. ¿Querías verme, padre?
Enseguida me miró y se puso de pie. Recargó su lanza en una de las paredes de madera antes de acercarse.
—Elián me dijo que no estabas en tu tienda esta mañana. ¿Se puede saber dónde estabas?
Su voz se escuchaba severa, pero a la vez tranquila. Sin embargo, esa mirada llameante me dejaba en claro que no estaba feliz de que me hubiese ido una vez más de Pardas sin decirle a nadie. Pero no era mi culpa no poder decirle, si fuese por mí, lo haría, era lo que más anhelaba. No obstante, la rivalidad que hay entre mi pueblo y Arahnova es algo que me impide confesar la verdad.
—Me levanté antes y fui a entrenar con mi honda por el bosque. No le avisé a nadie porque no creí que era necesario —Tensó su mandíbula y a mí casi se me va de las manos esa expresión de convicción que debía poner—. Lamento haberme alejado de Pardas sin decirte.
Mi padre se acercó y rodeó mi cabeza con su brazo para acercarme a su pecho y poder abrazarme. Pude notar que su molestia se había extinguido por completo y que la tensión que había sobre su cuerpo también. Soltó un suspiro de alivio antes de revelar:
—Tu hermano encontró a uno de los nuestros con un agujero en la cabeza cerca de nuestras tierras —Alcé mi cabeza para observarlo—. Debes de entender que seguimos en peligro sin importar que se hayan construido esas murallas. La gente de Arahnova seguirá irrumpiendo por la ambición que tienen sobre el Ílino. Si ellos se enteran de que tú tienes el don de tu abuela... Prefiero no saber lo que ocurriría —Se separó—. En fin, debo ir con la familia de aquel hombre para darles la noticia. Por favor, no te alejes.
Una de las tareas más difíciles cuando eres líder de Pardas es dar la noticia de que uno de nuestra nación ha fallecido. En mi mundo, morir a manos de un oso o león es más honorable y valiente que triste y doloroso, casi nadie sufre la pérdida porque sabemos que murió por el bien de este lugar. Sin embargo, morir a manos de los hombres de hierro no es para nada valiente y honorable. Cuando algo así sucede, Pardas no pierde a una simple persona, sino que pierde a un guerrero y hermano. Ahí es cuando todo el pueblo sufre por aquella pérdida. Y sufrir no es honorable. Así como tampoco lo es una tregua entre Arahnova y Pardas.
Cada vez que pienso en eso no puedo evitar sentir curiosidad por lo que se encuentra detrás de la muralla. No puedo evitar pensar lo que sería de ambas naciones si tan solo llegásemos a un acuerdo. Entiendo que el Ílino es significado de ambición según lo que mi padre, mi madre y mi hermano cuentan, pero también es significado de paz para Oren y para mí. Justo por eso planeamos hacer el agujero en la muralla y entrar. Necesitábamos comprobar si todos son iguales o si solo se trata de personas malas que tienen la oportunidad de vivir en Arahnova. Porque si era así, si se trataba de personas malas, entonces, por qué Pardas sería diferente.
—Mamá está en la roca de los abuelos —avisó Elián antes de seguir a mi padre—. Tuvo otra visión.
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Lluvia de cenizas
FantasyA Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...