Capítulo 41

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Fey Le Brune

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Fey Le Brune

Algo en mí había cambiado. Me sentía diferente. Mi cabello había dejado de tornarse blanco y me aliviaba porque gracias a eso los dolores insoportables en el pecho se habían ausentado, sin embargo, mi don para el Ílino parecía haberse esfumado. Ya ni siquiera podía curarme a mí misma. Las leves heridas que había recibido en la batalla para rescatar a mi madre todavía no se curaban del todo a pesar de que ya hubieran pasado cinco días. Eso era alarmante debido a que yo siempre me curaba segundos después de haberme lastimado.

En otras noticias, Raven ha estado usando a Haakon, el ave mensajera de Ezra, para comunicarnos acerca de todo lo que sucede en Arahnova. En su último mensaje nos avisó que los soldados en las murallas habían aumentado y que la seguridad en la fuente principal del Ílino superaba a los cincuenta soldados. Reika me ha repetido incontables veces que necesito ir allí para averiguar lo que me sucede con exactitud. Sin embargo, me es bastante difícil llegar hasta allí sin que por lo menos un hombre de hierro me vea y me apunte con su espada. No he salido de Kermann desde ese último mensaje y mi hermano sigue encerrado en su cúpula desde lo que pasó con mamá. Oren ha tratado de hablar con él, incluso los pardianos que salían a cazar a su lado, pero nada ni nadie logra hacer que Elián deje de sentirse culpable e impotente por todas las desgracias que han sucedido. Asher y Griffin quisieron entablar una conversación con él, pero eso solamente resultó en un puñetazo en el rostro de Griffin. Su ojo está tan morado que Neli debe cuidar de él con las hierbas medicinales que tiene en su cúpula.

—¿Todavía no recibes mensajes de Raven?

—No —Ezra dejó de cepillar el cabello blanco y suave de su caballo y me observó. Desde que Linette y él se encontraron no había hecho nada más que informarnos sobre la ayuda de Raven al ser una infiltrada. Incluso pensé que estaba preocupado por su hermana y que en cualquier momento Ezra saldría corriendo con ella para decirle nuestro paradero, pero ya ha tardado demasiado en hacerlo—. Prometí que serías la primera persona en enterarse si algo importante sucedía y lo sigo manteniendo.

—De acuerdo —Quería dar la vuelta y marcharme, pero la punzada de curiosidad que sentía en mi estómago no me lo permitía—. ¿Estás bien?

Mi pregunta provocó que el cepillo que usaba Ezra cayera al suelo y su caballo relinchó un poco ante el golpe. Ignoré completamente su tremenda reacción y continué.

—Sé que Linette y tú hablaron antes de... Antes de que... —Un nudo en mi garganta se formaba siempre que quería hablar de mi madre y debía esforzarme para que se esfumara—. Antes de que Asher y yo llegáramos.

—Sí, así es.

—¿Dijo algo importante? Porque creo que has estado algo distante desde ese día y también molesto.

—¿Tú crees? —Hubo una especie de luz en sus ojos azul marino que no entendí—. No es nada importante. Creeme. Todo está bien.

—No te creo —Di un paso hacia delante y tuve que alzar la cabeza solo un poco para seguir mirando sus ojos. Ezra, como siempre, no parecía afectado por ningún movimiento que hiciera. Ese aire de superioridad y egocentrismo seguían bañándolo por completo—. ¿Qué fue lo que te dio Linette antes de matar a mi madre?

Lluvia de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora