AHORA
Fey Le Brune
La oscuridad dentro de la cúpula de Ezra siempre me pareció complementaria con su personalidad tan egocéntrica. Él sabía quién era y lo poderoso que se había vuelto. Ahora las creaciones de los dioses lo obedecían y cuidaban de él como si se tratara de un rey. Ellos le llaman libertador y lo miran con cierta admiración a excepción de Reika. Ella le tiene un profundo respeto que de vez en cuando se combinaba con miedo, por ejemplo cuando ordenó que mi prueba en la arena se detuviera a pesar de que Reika aún no tenía intenciones de acabarla. Ahora que me encontraba justo del otro lado de la puerta de sus aposentos, me cuestionaba por qué me encontraba ahí si se trataba de Ezra. Debería estar cuidando de Asher como he estado haciendo los últimos días. Sin embargo, ahora que sé que Ezra ha despertado y tengo la pronta necesidad de verlo. Tengo esa pequeña necesidad de observarlo incluso sabiendo que gracias a él mi nación está incompleta. Quiero escuchar esa voz profunda y egocéntrica. Quiero que vuelva a mirarme con esos ojos azul marino para saber si siguen teniendo el mismo efecto electrizante de siempre sobre mí. Y quiero que me dé su versión de lo que pasó aquella noche.
Recuerdo que tuvimos una breve conversación sobre su obsesión de pensar que soy Elora y después de eso ya no tengo nada. No sé en qué momento fue alcanzado por todas esas flechas envenenadas. No sé en qué momento estuvo luchando contra la mujer que creyó que era su hermana durante toda su vida.
El corazón se me oprimía en el pecho y, a pesar de lo fría que era la cúpula de Ezra, podía sentir el calor que emanaba de mi ser. Había salido de mi cúpula luego de que Elián me hablara de la visión que tuvo mamá hace mucho tiempo que desde luego trataba sobre mí. No tenía palabras y la única persona con la que podía hablar estaba profundamente dormida con las costillas rotas y una fuerte contusión en la cabeza. Me tragué todo mi orgullo al igual que esos nervios que inmovilizaban mis piernas. Coloqué mi mano sobre la puerta para abrirla. No obstante, Ezra ya la había abierto y en cuanto alzó su mirada hacia mí, esta se suavizó. No llevaba nada encima más que un par de pantalones negros. Su abdomen marcado estaba rodeado de vendajes y una que otra hoja medicinal que trataba de absorber el veneno que su sistema todavía tenía. Me sonrió con alivio y parecía que la tensión que albergaba su ser se había disipado. Ezra me abrazó como si fuera una especie de capullo cerrado que no permitía ver su interior. Su mano estaba sobre mi cabello más blanco que negro y la otra abrazaba mi esplada obligandome a pegar más mi cuerpo al de él.
—Estás bien. Qué alivio.
Sobre su hombro pude admirar el interior de su habitación. Imaginaba que era más grande que cualquier otra y blanca como la nieve, sin embargo, las paredes e incluso el techo se encontraban pintados por murales y retratos. Sus murales mostraban la belleza de la naturaleza, de las flores, de Pardas y de la pradera antes de las excavaciones de Linette. También había retratos que solamente eran míos. Solo era yo. Mis ojos. Mi cabello flotando por el viento fuerte. Mi rostro pintado de azul. Mi sonrisa y mis lágrimas. La conexión que tengo con el Ílino. La habitación de Ezra estaba repleta de mí.
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Lluvia de cenizas
FantastikA Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...