Capítulo 4

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Asher Spinster

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Asher Spinster

El señor Andreus me pidió que no me preocupase por los guardias del castillo al igual que la apertura de las puertas del castillo, según su informe él se encargaría de ello para que yo pudiese concentrarme en mi deber hacia la princesa Linette. No obstante, lo último que quería era pensar en ella y lo que implicaba este día tan importante para nosotros. Linette me dijo que no había podido conciliar el sueño gracias a la emoción de la carcomía desde que habíamos charlado en el balcón de su dormitorio. Me repitió lo mucho que anhelaba bailar conmigo frente a toda la nación al igual que convertirse en reina. Mi reina, había dicho. Ezra no compartía la misma emoción que su hermana, obviamente. Él no perdió ni un segundo de la mañana para decirme lo aterrorizado que me veía.

—¿Listo para tu gran baile? —Preguntó Griffin con un toque de burla—. No puedo esperar a ver lo ridículo que te verás con un traje como si fueses príncipe de Arahnova.

Raven le dio un golpe en la cabeza.

—Déjalo en paz —regañó—. Vestir como príncipe y bailar al lado de la princesa es el mayor de los orgullos. Tú solamente estás celoso.

—¿Celoso, yo? —Bufó—. Estoy seguro de que la única persona que siente celos eres tú, cara de piedra.

El que Griffin le dijese aquel apodo tan grosero a Raven sólo causó que mi hostil amiga le diese un buen gancho. Griffin estaba al tanto de que Raven odiaba aquel apodo, así que asumía que cada vez que le dijera de esa manera sería castigado.

—¿Tan pronto comienzan los golpes? —indagó el rey con voz diplomática y a la vez seria. Giramos nuestros cuerpos en dirección al rey y de inmediato nos sentimos avergonzados—. Señorita Knox, necesito que vaya con el príncipe y cuide de él hasta que se abran las puertas —Raven afirmó con la cabeza y se marchó—. Señor Aragón, ayude al señor Andreus con los guardias del castillo —Griffin asintió y después se alejó de la sala principal. Al ver que el rey no me dio una orden clara deduje de inmediato que quería hablar conmigo—. A juzgar por lo que Linette me ha dicho y tu actitud puedo ver que estás alterado, Asher.

—Lo lamento, su majestad. No he dormido muy bien.

El rey Deo se acercó a mí con autoridad, a pesar de tener una edad avanzada no dejaba de verse dominante y autoritario, además de que su cuerpo era ancho y su capa de piel de oso negro lo hacía ver respetable al igual que su barba vikinga y totalmente blanca. Yo me veía tan diminuto a su lado. No comprendía cómo podría reemplazar a un rey así de absoluto. Estaba claro que no podría hacerlo.

—Confiésame algo, ¿tú amas a mi nieta? —No supe qué responder. Tal vez era porque no tenía una respuesta para ello—. Sé que lo haces, Asher. El único inconveniente es que no te has dado cuenta. Conozco a los hombres como tú y estoy al corriente de que crees que no eres digno de desposar a Linette, así como tampoco lo eres para ser rey de esta nación. ¿O me equivoco? —Agaché la cabeza. Me sentía patético al hacer aquello frente al rey Deo—. Yo era igual que tú, Asher. Tampoco me creía capaz de gobernar una nación porque mi hermano mayor siempre estuvo para hacerlo por mí hasta que decidí tomar mis propias decisiones y heme aquí.

Que el rey Deo dijera aquel dato era inesperado para mí. No estaba enterado de que el rey tenía un hermano, y estoy convencido de que ni siquiera Linette o Ezra lo supiesen. El rey no es alguien al que le guste hablar de su pasado o cómo pudo haber llegado a Arahnova.

—Lo harás a la perfección. Estoy seguro y confío plenamente en ti.

El rey Deo abandonó la sala principal después de ordenarme ir con el señor Colt y preparar los fuegos artificiales para el espectáculo de la noche.

En cuanto llegué al bosque encontré al señor Colt y Raven charlando y con uno de los cañones en dirección al cielo azul. Ambos se veían serios, pero en cuanto me miraron dejaron atrás aquellas expresiones. El señor Colt vertió pólvora y después de que Raven encendiera la mecha del cañón, disparó un hermoso fuego artificial color verde.

—Me alegra que el color favorito de la princesa sea el estelar en el espectáculo, pero me temo que si sigue disparándolo, ya no quedará más.

—No te preocupes, Asher. Hay más de donde salió ese.

—¿Por qué estás aquí, Raven? El rey te había dado una orden clara.

—Lo sé, pero el príncipe dijo que quería ver al señor Colt —Lo miró—. Así que vine por él.

El señor Colt recogió un bolso café hecho de piel y tenía la intención de llevarse el cañón consigo, sin embargo, me ofrecí llevar el cañón al castillo como era el plan.

—Los alcanzaré en un momento.

Raven ayudó a llevar otras dos bolsas que llevaba el señor Colt con sumo cuidado. Cuando por fin se alejaron lo suficiente pude dejar a un lado mi expresión de alegría para relajarme por completo. En verdad había estado tan estresado y ni siquiera me había convertido en esposo de Linette todavía.

—Vaya desastre, Asher —Desenvaine mi espada y comencé a dar golpes al aire—. Llevarás a Arahnova a la ruina si te conviertes en rey. No sabes hacer nada más que luchar —Bufé—. ¿Por qué el rey Deo te eligió para desposar a Linette? Eres un huérfano. Y ni siquiera la amas de esa forma. No. Él no lo entendería. El rey es más viejo que este árbol —Di un buen golpe a la corteza de él, cuando quité la hoja de mi espada del tronco se dejó ver una marca profunda—. No eres digno de nada.

Dejé caer mi espada al césped y justo después de hacerlo escuché como una rama se había roto. Eso volvió a ponerme alerta. Cuando miré en dirección al sonido me di cuenta que venía del mismo lugar que la última vez. Me quedé observando por unos segundos antes de recoger mi espada y tomarla con firmeza para atacar por si algo se presentaba frente a mí. Caminé con pasos lentos, pero seguros hacia los arbustos que cubrían la muralla.

Quité los arbustos y no encontré a nadie. Lo único que había detrás de ellos era una especie de manta roja con encaje amarillo, parecía rasgada y apestaba a dalias. La tomé en mi poder y no pude evitar preguntarme de dónde había salido o a quién le pertenecía semejante objeto. Doblé la manta con cuidado y la llevé conmigo directo al castillo, sin duda era algo que debía informar al señor Andreus y posteriormente al rey Deo.

Lluvia de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora