Asher Spinster
Guardé la tela roja en mi dormitorio, ya que no pude mostrárselo a nadie gracias a que la dama encargada de vestirme para la ceremonia de la princesa ya me tenía con el tiempo contado. Mi traje era blanco con toques dorados. La capa hecha de lana blanca, las hombreras blancas y fuertes como el hierro de mi armadura, la parte que cubría mi tórax hasta por encima de mis rodillas tenía dorado y una flor imperial en el medio color blanco que representaba a Arahnova, mis botas y la funda de mi espada eran del mismo negro como la noche. No hubo mucho que hacer por mi cabellera ya que no era tan fácil de peinar como asemejaba.
—Listo, joven Asher. Ha quedado preparado para la gran noche.
La primera reacción que tuve al verme fue la de querer vomitar y huir. Huir y después vomitar. O tal vez hacerlo todo al mismo tiempo.
—Las puertas ya se han abierto —Anunció el señor Andreus detrás de mí—. El rey y la reina quieren que se haga el baile lo más pronto posible.
No había visto a Linette desde la mañana que había evitado hablar con ella. Sin embargo, ya era la hora de mirarla a la cara y tomarla de la mano para bailar frente a toda la nación de Arahnova. Por supuesto que me encontraba nervioso. Me tragué aquella inquietud y me dispuse a salir de la habitación de costura y vestimenta. La orquesta se escuchaba por todo el castillo tan claramente que me aterró por completo.
—No hay de qué preocuparse, Asher.
Me limité a forzar una sonrisa para el señor Andreus.
En cuanto entré al salón principal varias miradas estaban sobre mí lo cual me hizo sentir incómodo. Tanto de los soldados como de los invitados. Parecía que me juzgaban con tan solo mirarme y era probable que sí. No obstante, gracias a la magia del señor Colt, las miradas pasaron de mí a los fuegos artificiales que ya comenzaban a resonar en el cielo.
—No te ves tan ridículo como pensé —mencionó Griffin por detrás de mí, sentí alivio al ver una cara conocida y de confianza—. Deberías acompañar a tu chica, ¿no crees? Se ha encargado de recibir a los invitados desde que comenzó la noche mientras estabas quién sabe dónde.
—¿Dónde está Raven?
—Cuidando que el príncipe Ezra no cometa una locura en contra tuya o de su hermana. Al parecer está muy celoso y molesto.
No me sorprendió en lo más mínimo que Ezra quisiese llamar la atención de todos, lo que me sorprendía era que Raven debía cuidar de él cuando no es la persona más paciente o empática que haya pisado este mundo.
—Vaya, vaya, Asher. Los fuegos artificiales siempre me sorprenden, pero de verdad que estoy anonadada de verte con ese atuendo.
Linette llevaba una corona de flor de nube dorada mientras que su cabello rubio estaba con caireles que caían al lado del rostro y que brillaban como el mismo sol. Llevaba un vestido dorado con mangas acampanadas y a la vez onduladas que le cubrían los brazos por completo. Sus costillas y laterales del vestido estaban teñidas de rojo carmesí; aquel detalle la hacía ver aún más llamativa y bella.
—Lamento interrumpir su conversación, Griffin.
—No hay problema alguno, majestad —respondió antes de dar una reverencia—. Los dejaré a solas.
Maldije a Griffin millones de veces por abandonarme con Linette mientras yo vestía como un salmón en mal estado.
—Noté que no estuviste en el espectáculo de los fuegos artificiales, al menos no por completo.
—Me temo que la señorita Juniper estaba ocupada probándome este atuendo e intentando peinar mi cabello.
Ella soltó una risa discreta.
—En un momento mi abuelo le dirá a la orquesta que toque la canción principal —Asentí—. No me digas que sigues nervioso, Asher. Me pondrás nerviosa también.
—Lo lamento, princesa.
—Linette. Quiero que esta noche me llames por mi nombre. Es una orden, Asher. Porque después de esta fiesta tú y yo seremos más que buenos amigos de la infancia.
Linette tomó dos copas de champagne; una se la quedó ella y la otra me la dio, alzó su copa para brindar junto a mí y cuando por fin chocamos las copas ella tomó su champagne de un gran sorbo. Yo no pude ni siquiera probarla.
—Mi esposa y yo agradecemos plenamente su participación en esta hermosa fiesta de cumpleaños de la princesa Linette Edevane. Estamos complacidos de que haya cumplido su mayoría de edad para así tomar el lugar que se merece —Anunciaba el rey Deo con complacencia y voz escandalosa—. Por esa razón tengo la dicha de anunciar el primer baile de la princesa Linette con aquel que la acompañará dentro de su reinado. Hijo del mejor enfermero que tuvo el reino y de la mejor soldado que ha luchado por Arahnova: El joven Asher Spinster.
Me armé de valor para tomar de la mano a Linette y guiarla al centro de la pista. Linette hizo una reverencia con los brazos abiertos y sosteniendo su vestido, en cuanto se alzó yo tuve mi oportunidad de hacer la reverencia, está vez con inclinación hacia adelante y con el brazo derecho sobre mi abdomen y el izquierdo detrás de mi espalda. Entonces un fuerte estruendo que provenía del cielo me llevó por completo a la realidad, estaba a punto de llover. Linette y yo nos acercamos para que yo pudiese tomarla de la cintura y ella colocase su mano derecha sobre mi hombro. El acordeón acompañado del violín comenzó a sonar por todo el salón principal. Nos balanceamos de izquierda a derecha tres veces seguidas para que con la ayuda de su mismo peso y mi mano diésemos dos giros a la derecha para después regresar a hacer los balances del principio. Cuando llegó la primera nota alta, tomé sus manos para llevarlas al costado izquierdo con nuestros brazos a la altura de la barbilla. Linette regresó al frente y después de un segundo repetimos el mismo paso, pero esta vez hacía la derecha unas dos veces.
El estar así de cerca me permitía detectar su perfume de gardenias. Al terminar ella dio un paso hacia atrás mientras yo sostenía su espalda baja con el brazo izquierdo extendido. Regresamos a quedar cara a cara, entonces, yo coloqué mi mano izquierda debajo de su muñeca y, por cada nota delicada que daba el violín, alzaba el brazo de Linette delicadamente una y otra vez mientras nos balanceábamos de derecha a izquierda.
—Esto es mejor de lo que imaginé. Me gusta bailar así contigo, Asher.
—Me alegra que lo disfrutes, Linette.
Amplió su sonrisa antes de que diéramos tres pasos hacia atrás y la impulsara a dar una vuelta completa hacía delante. Su vestido se infló haciendo que se viera como una encantadora muñeca. Al terminar la vuelta, la sujeté de la mano con mi brazo izquierdo extendido y ella con el derecho. Dábamos un paso interno para acercarnos y otro paso hacia atrás para alejarnos mientras nuestros brazos se alzaban en un pico sobre nuestras cabezas al compás de la canción que tocaba la orquesta real. Lo repetimos tres veces hasta que comenzamos a dar medias vueltas alrededor de todo el salón por unos momentos, conforme nos movíamos ella ladeaba su cabeza hacia el mismo lado que girábamos lo cual la hacía ver delicada y atractiva. Regresamos en medio del salón y dimos tres giros, después alcé su mano para ayudarla a dar un giro completo hacia la derecha. Inmediatamente, juntamos nuestras manos para dar medio giro y después impulsarla con la mano derecha y girando hacia la izquierda dos veces seguidas. En nuestra última vuelta nos soltamos de las manos y pude escuchar que el violín era abandonado por el acordeón que comenzaba a escucharse levemente, significaba que habíamos terminado el vals, Linette y yo terminamos con la misma reverencia con la que habíamos comenzado la noche.
Los aplausos invadieron el lugar. La mirada verdosa de la princesa pasó de la noble gente de Arahnova a su abuelo para terminar en mí y después sonreír con complacencia. En respuesta sonreí de lado y emitiendo respeto, pero aunque quisiera mirar solo el rostro de Linette, la mirada fija del rey Deo me mantenía intranquilo. Tenía la corazonada de que mi rostro no trasmitía lo que se suponía que debía sentir. Y esa inquietud aumentó cuando sentí los labios de Linette sobre los míos.
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Lluvia de cenizas
FantasyA Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...