Capítulo 12

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Asher Spinster

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Asher Spinster

Fey insistió tanto en que le mostrase mi mundo que me fue imposible negarme. Ella me confesó que desde que era una niña siempre tuvo curiosidad por Arahnova y sus habitantes, también dijo que no creía que podíamos llegar a ser tan malos como su familia y pueblo siempre se lo han repetido. De alguna manera me sentí identificado y conectado a su forma de pensar. Me resultó tan sencillo entenderla que sentí que algo crecía en mi interior cada vez que me decía cómo se sentía al respecto. Su sinceridad y calidez me hizo hablarle sobre mis padres y el cómo fallecieron. Ella bajó su mirada, pero de inmediato le hice saber que no estaba molesto al respecto y que tampoco quería venganza como muchos nativos de Arahnova. Sé que de alguna manera ella me creyó. Y se veía tan confiada cada vez que me miraba.

Le pedí que se quedara en el establo del señor Colt mientras yo buscaba algo de ropa diferente para ella.

—Espero entiendas que si ellos te ven vestida de esa manera, de inmediato sabrán que eres una pardiana.

—Lo sé. Por esa razón acepté usar esta enorme manta verde con blanco.

—Es un vestido. La princesa Linette lo donó a la tienda de Madame Juniper.

Dejó de jugar con las holgadas mangas blancas del vestido que llevaba puesto y me prestó atención.

—¿Princesa? ¿Qué es una princesa?

Debí suponer que Fey no sabía nada al respecto.

—Así se le llama a las hijas de la realeza que aún no se convierten en reinas, pero están por serlo. Por ejemplo, la princesa Linette será reina.

Su rostro se sorprendió.

—¿Ya no existe el rey? ¿Está muerto? ¿Quién lo mató?

—No, no. El rey sigue vivo, pero ya no es capaz de liderar Arahnova debido a su edad. Por esa razón Linette será la nueva reina.

—¿Cuándo?

Por último le ayudé a ponerse un par de botas cómodas. Luego abrí el grifo y mojé la punta de una franela, me acerqué a Fey y con delicadeza comencé a borrar la pintura azul que había en su rostro. Ella no protestó y tampoco se movió. Sólo esperaba a que contestara su pregunta.

—En un par de semanas.

—¿Cuándo? —Repitió y yo evité su pregunta con otra pregunta.

—Ayudaste a muchos pardianos, ¿no es así? —Cruzamos nuestra mirada por un instante—. Leí lo que significa cada pintura en el rostro. Me pareció fascinante la manera en la que se expresan.

—No te parecerá fascinante cuando parezcas una mora azul.

Fey alzó los ojos hacia el techo del establo y me reí por su comentario.

—¿Cómo dices que se llama esta cosa dura que está en mi abdomen?

Ella cerró su puño para tocar el corset verde pantano. Volví a explicarle lo que llevaba puesto y cómo se llamaba cada cosa. Fey parecía una niña pequeña con esos ojos tan grandes que hacía cada vez que le decía una palabra que ella no conocía. Luego me dijo que no serviría de nada que usase el vestido si su cabello la iba a delatar. Así que le extendí la capa larga y con capucha que mi padre me había dejado antes de fallecer. Y sé que suena extraño, pero cuando se la puso y trenzó su cabello de forma que su mechón blanco pudiera esconderse, algo dentro de mi estómago se sintió extraño.

—¿Y bien? —Fey se alejó unos pasos del caballo que estaba acariciando y luego extendió sus brazos—. ¿Ya parezco una chica de Arahnova?

Había cierto toque de anhelo sobre su rostro y la amplia sonrisa que esbozaba me tenía hipnotizado por completo. Fey no lucía como una mujer de Arahnova, no para mis ojos, tal vez sea porque ya la he visto con su vestimenta que la identifica como pardiana, pero si tuviera que elegir entre la Fey de Arahnova y la Fey de Pardas, sin duda alguna me quedaba con la Fey de Pardas. Era mucho más hermosa y poderosa.

Debido a mi silencio noté que Fey se avergonzó y desvió la mirada al suelo.

—¿A qué lugar me llevarás? —Se apresuró a decir—. Quisiera ver el castillo. O las luces de colores. ¿Cómo las habías llamado? ¿Fuegos artificiales? ¡Ya sé! ¿Y si me llevas a ver a Linette? Dijiste que pronto será la reina, tal vez pueda conversar con ella para que quite la muralla y haga un acuerdo con mi padre.

Ya habíamos comenzado a caminar hacia el corazón de Arahnova cuando pregunté:

—¿Un acuerdo? ¿Estás pensando que un acuerdo puede funcionar entre nuestras naciones?

Afirmó, convencida.

Me pareció curioso lo que Fey me decía. Esa seguridad con la que se mantenía firme respecto a su comentario era lo que me parecía curioso. Simplemente no creí que ella tuviese una idea como esa aunque si lo pensaba detenidamente, no tendría nada de curioso o sorprendente ya que ella fue quien decidió entrar a mi nación y no atacarme en el momento que me vio —Que para ser sincero no sabía cuál era, ya que ella me dijo que llevaba poco tiempo observándome—. Sus palabras y acciones me hacían creer que yo no era el único desequilibrado que necesitaba paz entre Arahnova y Pardas. Y no solo respecto a la distribución del Ílino, sino que también respecto a sus pensamientos y diferencias. Porque estoy seguro de que en estos tiempos el Ílino es el menor problema por el que ambas naciones se detestan. El verdadero odio comenzó a crecer cuando hubo muertes por parte de ambos lados, ese es el odio que hay ahora, ya ni siquiera es por el Ílino en su totalidad, se trata de venganza. Venganza y odio puros.

—Creo que tú y yo somos prueba de ello. No nos llevamos mal, Asher. Tal vez las demás personas puedan hacer lo mismo, ¿no crees?

Sonreí.

—Dos personas amables no se comparan con dos naciones despiadadas, Fey. Debo decir que estoy completamente de acuerdo con lo que tienes en mente, lo he pensado desde antes de conocerte, pero el unir a dos naciones que han estado en guerra por más de treinta años es algo para nada factible.

—¿Qué es factible?

Choqué de hombros con una persona y esto me hizo darme cuenta de que ya estábamos en el corazón de Arahnova. Era el lugar con más gente en la nación, pero con variedades de cosas por hacer. Me había parecido un buen lugar para mostrarle. Noté la incertidumbre que había en los ojos de Fey en cuanto la miré, supuse que no estaba acostumbrada al gentío y mucho menos a usar un vestido con corset. Ahora comenzaba a creer que jamás debí haberle dado ese corset.

—Toma mi mano.

No quería que Fey se perdiese entre la multitud para después perderse entere las angostas calles y que algún guardia real la encontrase para después descubrir que era una especie de infiltrada de Pardas. Era lo menos que quería porque si eso ocurría, significaba que sería condenada a muerte y eso era algo que jamás me perdonaría. Esperé el contacto de su cálida mano junto a la mía, pero en lugar de eso recibí sus brazos sujetados al mío de modo que parecía que ella estaba aferrada a no soltarme nunca. Era necesario que aceptase que mi corazón estaba a mil por hora. Solo la había visto una vez. Solo nos habíamos tocado una vez. Y este segundo encuentro y tacto están haciendo que mi corazón y mente sean unos completos idiotas.

—¿Qué quieres ir a ver primero?

No observé su rostro, pero sabía que había una amplia sonrisa invadiendo su rostro.

—Todo. Quiero ver todo.

Lluvia de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora