Linette Edevane
En todos mis años viviendo en este castillo jamás me había detenido a observar la habitación de mis abuelos y mucho menos a entrar en ella, ya que estaba rotundamente prohibida. Mi madre siempre hacía lo posible para mantenernos lejos a mi hermano y a mí de esa habitación y para cuando ella ya no estaba, lo hacía nuestra cuidadora real. Incluso podía recordar que yo no era capaz ni de verla, pero Ezra era diferente, él siempre ha sido diferente a mí y cualquier ser humano que conozco. Él quería entrar a esa habitación no por hacer una simple travesura de niños rebeldes, Ezra de verdad tenía curiosidad por ese lugar. Una curiosidad que no era capaz de controlar.
—Ezra, no lo hagas. Estarás en problemas.
—El abuelo esconde algo y yo sabré qué es.
Esa noche mi madre descubrió a Ezra y lo abofeteó hasta hacerle jurar que no intentaría entrar ahí nunca más. Yo no recibí ningún golpe, pero me fue suficiente escuchar el llanto de mi hermano para saber que era como un pecado pisar la habitación de mis abuelos. No obstante, ahora todos ellos están muertos y yo soy la reina, así que puedo entrar a donde me plazca.
La atmósfera era pesada y solitaria. Olía al perfume de mi abuela y a esa peculiar esencia que mi abuelo siempre emanaba: poder.
Había una cama adornada con las joyas más preciosas y relucientes. Su alfombra era más hermosa que la de mi habitación y el closet de mi abuela abundaba en vestidos de todos colores al igual que sus joyas. Busqué algo inusual dentro de la habitación, algo que pareciera fuera de lugar, pero no encontré nada. Toda la habitación era una burbuja de recuerdos de las personas que terminaron de criarme.
Lloraba en silencio mientras estaba sentada en la orilla de la cama. Mis lágrimas eran gruesas y caían en las palmas de mis manos. Mis ojos comenzaban a arder hasta que algo más llamó mi atención. Alcé mi vestido unos centímetros y por fin vi por completo la separación que había en la alfombra casi debajo de la cama. Como si alguien la hubiese cortado apropósito. Quité aquel pedazo de alfombra cortada y una pequeña puerta deslizable se asomó por debajo. Al abrirla por completo vi que en su interior había una libreta desgastada forrada con cuero. La libreta cabía en la palma de mi mano de lo chica que era. La hojeé y de inmediato palabras como «Ílino», «Pardas», «Corazón» y «Raíz» estaban en la mayoría de las páginas al igual que mi nombre subrayado varias veces con tinta negra. Era capaz de asegurar que se trataba de la caligrafía de mi abuelo. Me detuve a leer una de las tantas páginas que tenía mi nombre escrito y lo que encontré me hizo sentido con lo que mi abuelo me había dicho antes de que ese sucio salvaje entrara al gran salón para asesinarlo.
—Tiempos difíciles se acercan, mi niña. Necesito que seas valiente y fuerte, ¿entendido? Contigo en el trono Arahnova tendrá cambios inimaginables de una buena vez. Te lo mereces, Linette. Ve al cuarto tres de ejecuciones y haz de verdugo. Sé que lo que te pido es difícil para ti, pero con Fey fuera del tablero, tú serás la reina más poderosa de todas las naciones.
—Es hora de que Arahnova cumpla su papel como la nación más poderosa.
Esas fueron las últimas palabras de mis abuelos antes de que ese pardiano los matara.
Fey.
¿Quién demonios es Fey? ¿Por qué la mencionó mi abuelo? ¿Por qué su nombre se repite en cada página de esta libreta?
—Su majestad, tenemos un problema.
—¿Qué quieres?
—Encontramos a los fugitivos, pero me temo que lograron escapar. Además, un par de soldados tuvieron un altercado con una pareja de artesanos en el mercado.
—¿Cuál fue el problema?
—La pareja estaba vendiendo piezas representativas de Pardas, al parecer querían convencer a la gente respecto a su decreto. Justo ahora se encuentran en el salón principal a espera de su presencia.
Alcé el mentón antes de dar las órdenes finales.
—Quiero que salgan de Arahnova y encuentren a los fugitivos, en especial a una mujer de nombre Fey, no me importa si no encuentran a los otros, la quiero a ella en especial con vida. Y respecto a los artesanos, ya sabes cuál es el castigo para aquellos que están contra su nación.
—Tienen una hija de cinco años esperándolos en el mercado, mi reina.
—Entonces llévala al orfanato de la señora Colette.
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Lluvia de cenizas
FantasyA Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...