Ezra Edevane
—Por favor, Andreus, no eres capaz de encerrarme aquí.
—Lo lamento, son órdenes de la reina.
—La reina es mi hermana y yo soy tu príncipe.
Cerró la puerta de barrotes bajo llave.
—Yo sólo sigo órdenes de la reina, príncipe Ezra —Antes de dejarme, agregó algo más—: Será sólo una noche, no debe preocuparse.
—¿Irás en busca de Asher? —No respondió—. ¿Qué pasará cuando lo encuentres y tengas que asesinarlo? Conozco muy bien la relación que tienes con ese muchacho, Andreus. Lo amas como a un hijo, ¿no es así? ¿Qué piensas hacer si lo encuentras?
—Hay una manta en la esquina de su celda para que se cubra de la fría noche.
Estaba de espaldas cuando se marchó, pero gracias a la posición caída de sus hombros y cabeza, podía deducir que no tenía ni idea de lo que haría si encontrase a Asher. Estaba 90% seguro de que Andreus dudaría en matar a Asher, pero ese 10% que faltaba lo podía llenar mi hermana con sus órdenes directas hacia el jefe de los soldados.
La paja de la celda era áspera y, a pesar de usar un pantalón de buena calidad, podía sentir como atravesaban mi prenda para picarme. Intenté deshacerme de aquellas que más molestia me causaban hasta que encontré una pluma de ave color verde y de inmediato mi mente pensó en ella. Acababa de estar cerca de ella, de tocarla, de hablarle, de decirle lo dispuesto que estoy a morir por sus deseos y de saber su nombre.
Fey Le Brune.
Le Brune.
Me parecía imposible que tuviera el apellido de mi abuelo y de mi madre. Me parecía simplemente descabellado porque si ella venía de la misma familia que mi fallecido abuelo, entonces eso quería decir que de alguna forma Fey es un familiar mío. Ella es mi familia de alguna manera. Creí que podría estar con ella como algo más, pero al parecer el destino siempre ha querido alejarme de alguna forma. Jamás se me ha permitido ser compañero de alguien. No fui el compañero de Elora y no seré el compañero de Fey de la manera en la que yo lo deseo. Sin embargo, me puedo obligar a mí mismo a no sentir todas esas frenéticas emociones. Tal vez pueda acompañar a Fey en su vida de otra forma. Como un protector tal vez o como un fiel confidente.
Sí.
Eso debo ser para ella.
Por esa y más razones necesito salir de este castillo para ir a ese granero abandonado y avisarle del plan descabellado que tiene mi hermana. Necesito salir de aquí.
Mientras buscaba alguna herramienta útil para salir, la clara presencia de una lechuza dorada con blanco se dejó ver frente a mí del otro lado de la única ventana abarrotada que tenía mi celda. La lechuza no hizo nada más que observarme en silencio.
—¿Eres un ave mensajera?
La lechuza revoloteó. Un par de plumas doradas con blanco cayeron dentro de mi celda, así que tomé unas cuantas. Regresé mi atención a la lechuza, pero esta ya se había marchado sin dejar más de sus plumas por detrás. Supe de inmediato lo que quería decirme.
—Entonces es cierto que su propia hermana lo encerró.
Miré de pies a cabeza a Raven y pude notar que tenía manchas de sangre en su uniforme al igual que algunos raspones en su rostro que seguían frescos.
—¿Qué haces aquí abajo? ¿Piensas sacarme?
Las llaves que Andreus tenía antes de marcharse ahora las poseía Raven y se encontraba abriendo la cerradura de mi celda con sus manos temblorosas. Abrió la puerta de barrotes y se hizo a un lado.
—¿Por qué haces esto? Creí que no rompías las reglas de tu nación.
—Necesito que impida que dañen a Asher y a Griffin.
—Sabes que probablemente ellos están con pardianos, ¿verdad? —Asintió—. Intentaste matar a Asher hace unas horas, ¿por qué cambias de opinión? Tú misma querías asesinarlos a ambos.
—Lo sé y me equivoqué, pero escuché lo que la reina hará con Asher y Griffin en cuanto los encuentren y no pienso dejar que maten a mi familia.
—Si tanto quieres protegerlos, ¿por qué no sales del castillo y los buscas tú misma?
—Porque me temo que les seré de ayuda si me quedo aquí como una supuesta aliada de la reina.
Me parecía extrañamente repentina la ayuda que Raven ofrecía. Era algo descabellada, desconfiada y, si me lo preguntan, sin sentido. Ella estaba terriblemente molesta con Asher hasta el punto de querer deshacerse de él, sin embargo, algo en su semblante la hacía ver diferente e incluso podía asegurar que había cambiado de opinión al considerar que Asher y Griffin son lo más cercano que tiene a una familia. Después de todo, ellos tres crecieron juntos como soldados huérfanos gracias a la guerra.
—¿Tienes un ave mensajera?
Raven sacudió la cabeza, negando.
—Toma la mía, entonces.
—Tengo entendido que usted no posee un ave mensajera.
—El señor Colt dejará que entres a lo alto del campanario si le muestras esto —Le extendí la llave de la jaula de Haakon—. Me ha ayudado a cuidar de mi ave desde que la obtuve tras desobedecer a mi abuelo.
—Me temo que el señor Colt ha sido ejecutado bajo las órdenes de la reina. Fue acusado de encubrir a Asher.
—Entonces no tendrás problemas para entrar al campanario, ¿o me equivoco?
—No, príncipe.
Salí del calabozo cautelosamente y honestamente no me pareció difícil evadir a los soldados y guardias que rodeaban los pasillos del castillo al igual que los jardines. Aproveché que ningún soldado resguardaba el jardín que yo cuidaba para tomar la salida que da a la laguna roja de Arahnova; nombrada de esa forma debido a que fue usada como fosa para los cadáveres que quedaron en la guerra, además de que fue escenario de batallas armadas en las que aquel que era derrotado siempre caí dentro de ella y el agua se tornaba de rojo por la sangre que derramaban.
Al estar del otro lado del bosque y frente al agujero que Fey había hecho para cruzar la muralla —el cual ahora era enorme—, no podía evitar pensar en que mi resentida hermana mayor estaba en busca de ella y yo mismo lo sabía, pero no tenía tiempo de avisarle en estos momentos —Aunque estoy seguro de que ella está consciente de ello—. Necesitaba hacer aquello que me pidió la lechuza al dejar caer sus brillantes plumas. Debía seguir esas leyendas que leí y encontrar Kermann en una sola noche. No obstante, tenía en cuenta que Raven, al confesar que estaba de mi lado, sería lo bastante inteligente para advertirles a sus amigos con ayuda de mi paloma mensajera.
Las pocas plumas que recolecté de la lechuza mientras estaba en mi celda brillaban y parecían indicarme un camino. Sin más detenimiento, seguí las luminosas plumas esperando a que me guiaran hacia Kermann.
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Lluvia de cenizas
FantasíaA Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...