Linette Edevane
Le he pedido al general Alastor que me entrene como si fuera una soldado real. Al principio se negó rotundamente, pero al decirle que era una orden directa de su reina, ya no pudo oponerse. Pedí un trato igualitario al de los cadetes. Mientras yo estuviera en el campo de entrenamiento, yo no era la reina de Arahnova ni la mujer que alguna vez fue princesa de la misma. Simplemente se trataba de una chica de diecinueve años que quería hacerse más fuerte para así dejar de ser frágil y lograr lo que su abuelo le encomendó: terminar con Pardas.
Jamás había tenido tantos golpes en el cuerpo, mis nudillos nunca estaban tan rojos y mis manos ya no eran tan suaves como antes debido a la empuñadura de la espada. Estoy segura de que a la Linette de hace varios meses le hubiera causado inconvenientes, pues era tan exageradamente vanidosa que no lo soportaría. Sin embargo, esa Linette delicada ya no existía. Se había muerto el mismo día que sus abuelos. Ahora solamente había una reina sin corazón que no toleraba las traiciones y mucho menos a los cobardes. Ya no confía en nadie y está segura de que aquellos que dicen estar de su lado a pesar de compartir un lazo especial con los fugitivos, mienten. Claro que sí. Es difícil anular ese sentimiento cuando se ha sentido durante muchos años. Era algo que me pasaba a mí con Asher y estoy bastante segura de que Raven también lo siente.
Esa lealtad está tan aferrada a Asher y Griffin que estoy segura de que fingiría estar de mi lado solo para beneficiarlos a ellos. Pero puedo otorgarle el beneficio de la duda o simplemente asegurarme de que es así.
—Su majestad, no me dijo de qué color quiere las cortinas del gran salón para esta noche.
—Solamente son cortinas, no me importan.
—¿Está segura? Porque tenemos una variedad increíblemente fascinante que...
—Dije que me da igual.
Mi doncella de rizos dorados bien definidos salió de mi habitación con la cabeza baja y las manos contraídas. La segunda doncella que me arreglaba el corset creyó que no me había dado cuenta de sus ojos mirando el collar que estaba colgado en mi espejo, pero claro que la vi.
—Puedes quedártelo si quieres.
—Oh, claro que no, majestad. Ese precioso collar le pertenece a usted.
—¿Sabes quién me lo regaló?
—Me temo que no.
—Fue mi abuelo a través de Asher. Él pidió que lo fabricaran y después le dijo a Asher que me lo diera en mi cumpleaños número quince —Sus mejillas sonrojadas llegaron a mi cabeza como un destello—. En ese entonces yo ya sentía más que amistad por él.
—Supongo que su amistad con el joven Asher era bastante valiosa para usted.
—Sí, lo era.
Observé a Raven por el reflejo de mi espejo. Estaba en una esquina de la habitación con su espada envainada y una posición firme con las manos detrás de su espalda.
ESTÁS LEYENDO
Lluvia de cenizas
FantasyA Fey Le Brune siempre le han dicho que es afortunada por nacer con aquel don que le permite controlar el Ílino, una flor dorada con poderes inimaginables que es muy codiciada por la nación que alguna vez traicionó a la suya. Pardas y Arahnova han e...