Capítulo 34

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Fey Le Brune

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Fey Le Brune

Mi hermano reunió a todos los pardianos que estaban refugiados en Kermann para darles su primer discurso como líder de lo que queda de Pardas. Reika le ordenó a los Albas no interferir en los planes que mi hermano y yo estemos haciendo para recuperar lo que por derecho nos pertenece y, sí, hablaba del Ílino. Mi madre me pidió estar al lado de mi hermano como apoyo aunque no fuese a decir ni una sola palabra. En cuanto los pardianos se dispersaron en Kermann, yo quise hablar con mi madre respecto a Asher y a Griffin, sin embargo, ella evitaba el tema por completo.

—Sabe que son de Arahnova —dijo Oren—, es solo que no está lista para asumir que ellos son los únicos cuerdos de esa nación.

—Ezra también está aquí —confesé—. Tuve una reunión con él y me aseguró que Eliette lo guió hasta aquí. También me dijo que su hermana, la reina, lo encerró en el calabozo por haber dicho que se negaba a sus decretos, pero había logrado escapar.

—¿Príncipe? ¿Hermano de la reina? ¿Qué carajos me estás diciendo, Fey? ¿Tu hermano sabe de esto? —Negué en silencio—. ¿Soy el único al que se lo has dicho ?

—Asher también lo sabe —Lo miré a los ojos—. Una vez me dijo que Ezra no es de fiar y la verdad es que no lo conozco del todo, pero ya no sé si debo confiar en él o no.

—Dijiste que fue guiado por Eliette hasta aquí. Eso lo convierte en el líder de Kermann, Fey. El príncipe de Arahnova es líder de las creaciones de los dioses. No puedo creerlo... es... es una...

—Oren, hay muchas cosas que necesito contarte —susurré—, pero tengo miedo de cómo reaccionará mi familia si se enteran.

—¿Qué tan grave es?

—Demasiado grave. Temo que mi madre cometa una equivocación.

—¿Tiene que ver con el príncipe? Por cierto, ¿dónde está ese tal Ezra?

—En sus aposentos —respondió Neli en cuanto se acercó a nosotros—, al igual que Asher y Griffin. Fey, mi madre te espera en la cúpula dorada, quiere ponerte aprueba.

—¿Disculpa? ¿A prueba de qué?

—Quiere saber qué tan dañados están tus poderes.

—Sus poderes no están dañados —interrumpió mi madre con voz dura—. Solamente está exhausta por tanto ajetreo. Antes de la batalla se ocupó muy bien de los enfermos de Pardas. Mi hija solo está cansada y necesita reposo, Neli. Solo eso.

—Lo lamento, señora Le Brune, pero mi madre me dio la orden de llevar a Fey conmigo a la cúpula dorada y no se me permite desobedecer una orden suya. Sin embargo, si está tan segura de que los poderes de su hija no están dañados, no habrá problema alguno en el que nos los demuestre, ¿no es así, Fey?

La mirada oscura de Oren y de mi madre me pedían a gritos que no accediera a lo que Reika y Neli me pedían. Yo tampoco quería ir a esa cúpula, pero necesitaba saber por qué mis poderes no habían funcionado con mi madre la primera vez que intenté curarla. También necesitaba saber la razón por la que tenía aquellos dolores insoportables en el pecho y por qué mi cabello se tornaba más blanco de lo poco que ya era.

Lluvia de cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora