Los días pasaron, dos días y llegó el día de la celebración del cumpleaños número veinte de Arielle.
Todos en el salón festejando y brindando por Arielle.
—Hija, Enmanuell está esperando por ti. —dijo Julianne al momento de entrar a la habitación de Arielle.
—Mamá, no sé que voy a ponerme, no quiero ese vestido, no me gusta.
—Hija, es un evento especial, no puedes ir en shorts o pantalones de mezclillas. Además mamá te trajo ese vestido de París, sabes que a ella siempre le gusta verte vestida como una princesa.
—Madre, mi abuela sabe lo que me gusta.
—Si, pero será solo por esta ocasión, no es que pasarás el resto de tu vida con ese vestido puesto, ahora ponte el vestido y vamos.
Arielle suspiró profundo y termino usando el vestido que no quería.
Julianne arregló su cabello y salió junto con ella.
Enmanuell estaba esperando y cuando la vio, una sonrisa torcida y seductora se dibujó en sus labios.
—Mi novia está muy hermosa. —habló cogiendo su barbilla y dejando un beso en la frente.
—Gracias mi amor, pero sabes que me siento muy incomoda con este vestido.
Siguieron hablando hasta que llegaron a lo alto de las escaleras y todos miraron en su dirección, aplaudieron y ella del brazo de Enmanuell bajó despacio hasta que llegó a dónde estaban todos los invitados, los cuales se acercaron y felicitaron.
La fiesta continuó todos veían a la sonriente pareja compartir.
Arielle siguió hablando con todos hasta que se encontró con su prima Luiginna.
—Mi Lui, ¿Te pasa algo? No te veo bien. —preguntó Arielle al verla con su abultado vientre.
—Necesito un poco de aire fresco. ¿Podemos ir un momento afuera?
—Claro que sí, vamos.
Luiginna y Arielle salieron a caminar.
—Como van esos bebés ahí dentro. ¿Se portan bien?
—Si, son muy educados, ellos saben que tienen que portarse bien.
—Cuando nazcan mis ahijados volveré, en un mes me voy hago todo lo que tengo que hacer allá y vuelvo para esa fecha. Y cuidadito con adelantarse.
—No, seguro ellos esperan a su madrina. —respondió Luiginna riendo y acariciando su vientre de siete meses.
Caminaron por un momento más en completo silencio y Enmanuell apareció cubriendo los ojos de Arielle.
—Hasta que encuentro a mi novia. —dijo el abrazándola por la cintura.
—Estábamos dando un paseo por cubierta, perdón por robarte la un momento. —dijo Luiginna.
—Es verdad, ahí dentro está muy caliente el ambiente. —respondió Enmanuell y volvieron a la fiesta.
Las horas pasaron, la fiesta llegó al punto donde Arielle y Enmanuell anunciarían su inesperado compromiso.
—Familia, quiero decirles unas palabras, o más bien quiero hacer una petición formal como lo dicta la tradición. Se que para muchos es algo inesperado, pero si lo mantuvimos en secreto era hasta estar seguro de que era algo serio para formalizar, y como ya estamos cien por ciento seguros de que somos el uno para el otro. Dijo morando a Arielle, mientras ella sentía remordimientos por engañar a su familia.
—Enmanuell yo.. —Enmanuell se hincó de rodillas antes de que Arielle pudiera decir una palabra más.
—Por favor mi bella, solo un año no más. —habló en susurros audibles solo para ella.
Arielle miró a todos que estaban a la espera de ver en ella una sonrisa en su rostro.
—Un año Enmanuell, un año no más.
Arielle extendió su mano y Enmanuell deslizó el anillo en su dedo.
—¿Quiere ser mi esposa? —pidió y ella terminó aceptando todos aplaudieron y felicitaron a los futuros esposos.
Las horas continuaron, la fiesta llegó a su fin, y pasaron dos días más hasta que regresaron al puerto para volver cada quien a su residencia.
—Estaremos en contacto, mis padres querrán hacer una cena para interactuar con tu familia.
—Enmanuell, esto es otro nivel de locura, un matrimonio es algo serio.
—Nuestro matrimonio será serio, solo que nos divorciamos después de un año y cada quien hará su vida.
—Estaré esperando tu llamada.
Enmanuell se despidió y Arielle salió al jardín, caminó meditando en ls locura que haría.
—Hola mi mi Ari. ¿Te pasa algo? —preguntó Rachel al verla pensativa.
—Enmanuell y yo nos casaremos en menos de un mes.
—¡Aaaash! ¿De verdad? No lo puedo creer, tan pronto. ¿Yo seré tu dama de honor? —era una pregunta tras otra
—Ya Rach, me agobias.
—Es algo inesperado. ¿Tú? Comprometida, no me lo creo.
—Talvez yo también te siga y mi novio me proponga matrimonio pronto.
Arielle miró sorprendida a Rachel .
—¿Desde cuándo tienes novio? —preguntó sorprendida Arielle
—¿Desde cuánto estás enamorada? —respondió Rachel con otra pregunta.
—Desde que el amor llegó a mi vida. Pero aquí el tema es tu boda, tu vestido el mío, tenemos poco tiempo y mucho por hacer. No tenemos tiempo que perder, vamos. —Rachel se llevó a Arielle casi arrastrando, los días transcurrían así como los preparativos de la boda. El día de la reunión con la familia Giordano llegó y Arielle estaba lista para ir a conocer a su futura nueva familia.
La noche llegó Jordan y Julianne junto a Arielle estaban llegando, Enmanuell salió a recibir muy atento.
—Hola cariño, señores L'blank, mis padres esperan por usted, estarán encantados de conocerte mi vida.
Arielle sonrió y siguió los padre de Enmanuell estaban contentos de que por fin el casanova de su hijo sentaba cabeza.
La cena, la noche paso entre conversa y planes para la futura parejas de casados.
—Padre, con los nietos no cuentes por ahora, Arielle se va a Moscú después fe nuestra boda pues tiene que continuar con su especialización.
—Pero aquí también hay buenas universidades. —sugirió la futura suegra.
—Pues nuestros planes ya están hechos, y no lo cambiaremos por nada del mundo, así que lo siento si aún Enmanuell no puede darles nietos. —contradijo Arielle muy segura de todo.
El tiempo pasó y ya se estaban despidiendo de los L'blank de los Giordano.
—Hijo, esa chica no me convence, su forma de pensar no es de una mujer enamorara que quiera formar una familia.
—Madre, Arielle es la mujer perfecta para mí, yo ls escogí a ella y ella será mi esposa.
—Desde cuándo son novios. —pregunto Espósito Giordano.
—¿Acaso eso importa padre? Lo importante es que me casaré, eso es lo que deseas.
—Espero no hagas unas de tus jugarretas Enmanuell.
—Padre, me voy a casar, y después tendrías nietos.
Enmanuell salió de la mansión Giordano y fue a su departamento.
Todo el trayecto fue pensar en como sería su vida de casado, no quería dejar su vida de mujeriego su distracción fue tanta que no se dio cuenta del cambio de luces en el semáforo y de que unas monjas cruzaban la calle, logró frenas a tiempo, salió del auto de prisa y corrió a mirar la monja en el suelo.
—¿Está bien hermanita? Lo siento disculparme, no la vi. Vamos la llevaré a un hospital. —Expresó algo asustado.
La monja levantó la mirada y sus ojos se perdieron en los de ella.
—Son hermosos. —susurró para así mismo. La monja se puso de pie limpiando su hábito y excusándose.
—No pasó nada grave, tranquilo estoy bien.
—Por favor, déjeme llevarla a un hospital para que la revisen hermana.
—No hace falta, tenga un buen día. —se negó y siguió su camino, Enmanuell la mino alejarse y una sonrisa se dibujó en sus labios, miró al cielo y pronunció.
—Que mujer más hermosa tienes a tu servicio eh dios. Si la hubiera visto antes estoy seguro me serviría a mi y no sería en un matrimonio por conveniencia. —dijo riendo y haciendo un gesto de negación, subió nuevamente a su auto y continuó su camino, fue al edificio donde tenía su departamento llegó y ahí estaba esperando, Felicia Trejo. Una trigueña exuberante.
—Hola cariño, te esperé mucho tiempo. ¿Por qué llegaste tarde?
—Estaba en la cena de mi compromiso. —respondió y esa inesperada noticia no le pareció bien a Felicia.
—¿Qué está diciendo Manu? ¿Cómo que compromiso?
—Así como lo escuchas Felicia, me voy a casar.
—¡Yo soy tu novia Enmanuell! ¿Cómo es que te casas con otra mujer?
Enmanuell miró a Felicia y se carcajeo.
—Tu y yo no tenemos una relación Felicia, la pasamos rico, cogemos delicioso pero de ahí a casarnos hay un abismo muy grande.
—¿No me ves digna de ser tu esposa?
—No eres la candidata para eso. No tenemos una relación formal y ya te crees con derechos, imagina su nos casamos.
Felicia estaba furiosa, no lo demostraba paro la rabia que sentía hacia la mujer que se casaría con Enmanuell era grande.
"Si crees que te será fácil librarte de mi, no me conoces Manu, no me conoces, no sabes de lo que soy capaz de hacer"
—¿Pero seguiremos siendo amantes?
Enmanuell se a seco a ella la agarró por la nuca y la giró, la tiró sobre el borde del sofá dejando su trasero en lo alto, levantó su falda y desgarró el panty, libero su mástil muy endurecido sacó un condón de su bolsillo rasgó le sobre y se lo puso, se apuntó en su enterada y de una sola estocada estuvo en lo mas profundo de Felicia.
—Ven putita, esto es lo que quieres. ¿Cierto? Esto es lo que te gusta. Dilo, dime qué es lo que quieres.
—¡Aaah! —Un fuerte gemido salió de la garganta de ella, al sentirse llena del hombre al que deseaba con tanta pasión.
—¡Aaah! Manu, dale más, más, lo desea tanto, lo quiero todo dentro de mí.
—¿Eres mi perra?
—Lo soy, si lo soy, soy tu puta, y por eso nunca me dejaras. —decía entre gemidos, mientras Enmanuell se hundía cada vez más profundo en ella.
Enmanuell siguió dándole tan fuerte y profundo. él aceleró las embestidas, las piernas de Felicia temblaban, Enmanuell sintió su cuerpo contraerse al igual que Felicia, el tomó sus caderas y se adentro mas, y con fuerza.
—¡Aaaash Manu, me cortó Manu.
—Córrete conmigo, vamos dale a tu macho lo que le gusta.
Enmanuell experimentó el más placentero orgasmo y Felicia lo siguió, corriendo se junto con él.
Felicia sentía sus piernas temblar, se puso de pie bajó su falda y fue al baño.
Enmanuell retiró su protector, se arregló y sirvió un vaso de whisky, lo bebió de un solo sorbo, sirvió otro cuando Felicia se acercaba a él con una sonrisa y una mirada seductora..
—Ves lo rico que la pasamos, no entiendo por qué te vas a casar con otra y no me escogiste a mi, sabes que siempre estoy dispuesta para ti.
—No tengo que darte explicaciones Felicia, es mi decisión y seguiremos como hasta ahora, y si no te gusta, muy tu problema, tengo a muchas que no les importa mi estado civil ni el lugar que tengan en mi vida.
Felicia lo miró fijamente, su mente procesó la información y sonrió.
—Está bien, si prometes que siempre estaremos juntos como si no estuvieras casado, todo está bien, yo acepto seguir siendo tu amante.
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CAMINOS CRUZADOS
RomanceEl destino cruzó a dos pequeñas, Arielle L'Blank, inquieta y vibrante con unos ojos grises destellante y llenos de inquietud, y de cabellos de color caramelo. Arielle Bright, todo lo contrario, con una quietud y sensatez para su corta edad, sus cabe...