CAPITULO 41. HERMANITA DE LA VIDA

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Gabriell entró a la habitación de Isabella, verla ahí vulnerable le recordó a Arielle.
Cerró los ojos, suspiró profundo y trató de despejar su mente.
Isabella abrió lentamente sus ojos, y  lo vio parado frente a la ventana, con las manos en los bolsillos, y mirando a la nada.
—Señor..no tiene porqué estar aquí, no se moleste...por favor.
Gabriell se giró al momento de escucharla hablar y caminó hasta estar cerca de la cama.
—Isabella, tranquila, Estoy en deuda contigo, me cuidaste, y yo puedo hacerlo también.
—Discúlpeme no quiero intervenir en su vida.
—Vida...creo que no tengo una vida.
—Señor Alighieri, claro que tiene una vida, su vida señor, no se que le sucedió, y me imagino es una decepción amorosa, mírame a mi, creí morir cuando el padre de mi hijo lo negó, quise morir, pero me aferré a su pequeñita vida que vive dentro de mi, usted también debe tener algo o alguien porque aferrarse.
—No tengo a nadie Isabella, creí que tenía a la mujer más....más..infiel, eso fue lo que tuve, una mujer que me dejó para ir en busca de su verdadero amor. —respondió Gabriell sintiendo un fuerte estrujón en su pecho.
Isabella tomó su mano, verlo frente a ella vulnerable le hizo entender que no era el hombre frio que escuchó decir, lo era él.
—Señor Alighieri, si cree que no tiene a nadie por quien aferrarse a seguir luchando, quiero hacerle una propuesta.
Gabriell miró a Isabella achicando los ojos, era como escudriñando las verdaderas intenciones. Isabella sonrió al verlo con un gesto de interrogativo
—Isabella, no estoy interesado.
—No se preocupe señor, que usted no es mi tipo. —respondió Isabella y Gabriell sonrió.
—Mi propuesta es....que usted sea el padrino de mi bebé cuando nazca. ¿ Acepta ser su padrino?
Gabriell sonrió y suspiró profundo y terminó aceptando.
—Está bien, acepto ser el padrino de ese pequeño.
—O pequeña, deseo que sea una niña.
—dijo Isabella sintiendo su corazón acelerarse.
—Cuando Nazca... vendré a visitarlo y la bautizamos. ¿Le parece?
—No...no me parece Isabella, y si mejor te quedas por qué no puedes estar haciendo el más mínimo esfuerzo por qué pones en peligro su vida.
—No quiero incomodar señor.
Gabriell tomó su mano y la miró.
—Isabella, el que te quedes no está en discusión....te quedas y punto.
Isabella aceptó y terminó quedándose a vivir con el.
Los días  transcurrieron, Gabriell pasó entre el hospital y reorganizar su vida. Así seguían pasando, días en los que Gabriell ya había montado una oficina de su empresa ahí en Berlín, Isabella,  ella ya había sido dada de alta y estaba recuperándose poco a poco.
Gabriell había acondicionado la habitación para ella y otra para el...o la bebé que venía en camino.
Llegaron al edificio donde tenía su penthouse y subieron.
—Ten cuidado por favor. Sugirió Gabriell.
—Tranquilo señor...
—Isabella.. solo Gabriell, si tengo que cuidar de ti, empecemos a tratarnos sin formalidades. ¿Te parece? —la interrumpió Gabriell ordenando un nuevo trato entre ellos.
—Seño.. digo... Gabriell, ay no...se me hace difícil tratarlo así.
—Pues así será de ahora en adelante.
—Voy a recuperarme lo más pronto, necesito el trabajo para conseguir dinero para cuendo mi pequeño  nazca.
—Por favor, tu dedícate a cuidar de mi ahijado, que del dinero me encargo yo.
—No...
—No acepto un no.... por respuesta Isabella Santiago.
Gabriell e Isabella subieron al departamento mostró las habitaciones acondicionada.
Isabella sintió una gran emoción al mirar muy entusiasmada al ver la habitación del bebé.
—Escúchame... Ya acondicioné una oficina de las empresas y serás mi asistente. ¿Aceptas?.
—Claro que si...con mucho gusto te ayudo.
Dos meses después de haber guardado reposo como el médico lo indicó, Gabriell e Isabella, empezaron a compartir todo y a trabajar como CEO y asistente. Fortalecieron cada día ese  vínculo de amistad que se formó en ambos, tanto Isabella como Gabriell,  no podían verse como un hombre y una mujer, por qué ambos tenían el corazón en el mismo estado, roto en mil pedazos.
Gabriell después de haber convivido con ella por meses, en una de sus noches de embriaguez le había contado sus malas experiencias con las Arielle's.
Seis meses habían transcurrido, Isabella acariciaba su vientre, y el pequeño Dante se hacía notar lo fuerte que sería dando sus patadas, haciendo que el corazón de Isabella estallara en emociones.
—¿Cómo vas ahí dentro campeón? —habló Gabriell sentándose a lado de Isabella, que tomó si mano y la llevó a su vientre para que también sintiera sus movimientos.
—Mira lo fuerte que está tu sobrino, se mueve constantemente, parece que le falta espacio. —expresó Isabella sintiéndolo.
—Pórtate bien pequeño, porque mamá se preocupa si estás ahí dentro incómodo. —dijo Gabriell sintiendo los movimientos de Dante.
Gabriell sintió cada movimiento, cerró los ojos y ahí muy dentro, en su interior dolió, por no haber formado la familia que planeó con Arielle.

"Los hijos que tendrás serán de el... Arielle, no mios...te voy arrancar de mi corazón, lo juro." Pensó.

Isabella pasó su mano por su rostro triste, veía su semblante y expresión Pero jamás admitió que lo destrozaba por dentro la idea de imaginar a Arielle en brazos de Enmanuell.
—Algún día vas formar tu familia Gabo, encontrarás una mujer que te ame verdaderamente.
Gabriell la miró y sabía que ella también se hacía la fuerte, Isabella no tenía idea de que Gabriell la escuchaba llorar cada noche, por el padre de su hijo.
—Tu también lo serás mi chavito, y yo te veré ser feliz y sonriendo camino al altar.
—Si, y cuando tú también estés en el altar esperando a tu futura esposa...yo estare a tu lado, para recordarle que debe amarte siempre.
Gabriell abrazó a Isabella y sintió un fuerte movimiento de Dante, ambos se miraron y rieron.
—Eres un celoso posesivo campeón. —le habló muy cerca de su vientre, y luego miró a Isabella sonreír.
—¿Que deseas comer? —preguntó ayudándola a ponerse de pie. Isabella apretó sus labios, recorrió la mirada imaginando lo que desearía saborear en ese momento.
—Quiero comer lasagna, hace días tengo ese antojo, pero no soporto prepararla, quiero comerla preparada y no ver.
—No se diga más..y la próxima vez que desees algo o se te antoje algo me lo dices y lo voy a comprar. ¿Acaso no  me tienes la suficiente confianza? —la regañó apretando sus cachetes.
—Está bien, ahora vamos rápido que morimos de hambre.
Gabriell e Isabella salieron del penthouse, bajaron, entraron al auto y salieron en busca del antojo de Isabella y Dante.
El trayecto fue charlas triviales y rísas de las ocurrencias de cada uno, trataban de llevar el día a día siendo fuerte y ser el apoyo el uno con el otro, las noches en la soledad de sus habitaciones, eran su calvario.
Llegaron al restaurante, fueron recibidos por el anfitrión que los guió a la mesa, y pidieron  la lasagna.
—¡Mmmm está delicioso! —decía Isabella comiendo con ansias mientras Gabriell la miraba con admiración.
Salieron del restaurant y fueron al centro comercial por pedido de Gabriell.
—¿Quieres ir de compras?
—Ya tengo lo necesario para mi y él..
—Pues vamos, compraremos ropa al campeón.
Entraron y siguieron al área de bebes, miraron todo y compraron muchas cosas para Dante.
—Señor, compre flores para su esposa. —dijo la joven vendedora de flores que se acercó a ellos.
Isabella sonrió, tomó de la mano a Gabriell y miró a la joven.
—El no es mi esposo...es lo más cercano que tengo a un hermano, es mi  hermano. —habló Isabella abrazando a Gabriell.
Gabriell la miró tiernamente, y la abrazó dejando un beso en su frente.
—Eres la hermanita pequeña que la vida me dió para cuidar y proteger siempre.
—Y yo a ti Gabriell, hasta que encuentres una mujer que te ame ahi dejaré de cuidarte. —dijo respondiendo a ese abrazo.
Gabriell e Isabella fortalecían ese amor fraternal que había crecido entre ellos.
—Gabo, voy al baño, me esperas un momento por favor.
—Ve despacio y con cuidado, aquí te espero.
Isabella ya tenía ocho meses de embarazo, su abultado vientre no le permitía caminar rápido, llegó al baño hizo pipí y salió a lavar sus manos encontrando ahí a Nahomi.
—Nahomi...¿Como has estado,? Me alegra mucho de encontrarte.
Saludó muy atenta y alegre Isabella intentando abrazarla y Nahomi dando un paso atrás.
—Aléjate de mí perra mojigata, fingiste ser niña buena para ligarte al jefe ¿Verdad? —habló apretando los dientes y mirándola feo.
—¿Que estás diciendo Nahomi? No...estás equivocada...las cosas no son como parecen. —trató de explicar.
—¿Que no son como parecen... mírate estás barrigona y seguramente es de él. —casi gritó sacudiendo la del brazo tan fuerte que marcó su piel blanca.
—¡Ten cuidado Nahomi! Por favor. —pidió.
—Por tu culpa me corrieron del trabajo.
—No fue mi culpa, Gabriell estaba pasando por un mal momento y tu lo fastidiaste. ¡Perra!
—Y tu lo consolaste. ¿Cierto? Y te preñaste de él. —expresó Nahomi con tanto coraje en su interior que terminó empujándola contra el lavabo donde golpeó su cabeza.
Isabella cayó inconsciente al suelo y un hilo de sangre corrió por su labio.
Nahomi la miró, se inclinó y la removió.
—Isabella...Isa, despierta. —la llamó desesperada al verla que no abría los ojos. Intentó mover su cabeza y miró su mano llena de sangre.
—Por dios, está muerta. —dijo y salió del baño asustada y llamando a uno de los empleados para que la auxilie.
Nahomi salió del centro comercial como si nada, fue al estacionamiento y desapareció sin dejar rastros.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora