CAPITULO 11. NO ERES MI TIPO.

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ARIELLE L'BLANK Y GABRIELL.

Arielle fue subida al jet privado de Gabriell y llevada a Florencia.
Dos horas después estaban aterrizando en Arezzo
—¿Dónde me llevan? Esto es un secuestro, mi padre los refundirá en la cárcel.
—Señorita, su novio envió por usted, será el quien le explique.
La subieron al auto y salieron rumbo a la mansión Alighieri. Una hora después estaban llegando.
Bajaron del auto y la llevaron casi arrastras, mientras ella forcejeaba por no querer seguir.
—¡Suéltame! Yo puedo seguir sola. —dijo tratando de zafarse. El guardaespaldas la subió nuevamente al hombro y la cargó.
—¡Bájame idiota, Suéltame! —gritó patalendo cuando se quedó en un silencio sepulcral al escuchar la voz varonil de Gabriell.
—¡Bajarla!
Arielle cayó al suelo en el momento en que fue bajada del hombro del guardaespaldas, Gabriell se inclinó para ayudarla y en el momento de ponerse de pie el velo se le hizo a un lado dejando al descubierto su fino y hermoso rostro.
—¿Quién eres tú? —preguntó un sorprendido Gabrielle al ver a esa desconocida frente a el.
—Tu no eres mi Arielle. ¡Jetro! ¿A quien carajo trajiste? Esta no es mi mujer. —renegó con impotencia de ver que no era su Arielle
—Señor yo pregunté y ella dijo ser Arielle. —respondió Jetro alternando la mirada entre Gabrielle y Arielle.
—¡Si! Mi nombre es Arielle, Pero no tu mujer imbécil, devuélveme al convento.
—No lo voy hacer Arielle, aquí te quedas hasta que encuentre a mi mujer.
—No me puedes retener a la fuerza, esto es un secuestro. ¡Dejame ir! —casi gritó ponoendose muy cerca de Gabrielle para enfrentarlo.
Gabrielle la miró fijamente, apretó los dientes marcando su mandíbula, y respondió.
—Aquí te quedas hasta que encuentre a mi mujer. ¡Jetro!  Llévatela de aquí. —ordenó mientras Arielle salió corriendo furiosa de la sala, subió al primer auto que encontró y decidió salir de ahí. Llegó a la entrada donde los guardaespaldas no le cedieron paso.
—¿Quieren apartarse de mi camino? ¿O quieren que pase por encima de ustedes? —aseveró muy enojada.
Gabrielle la siguió, la bajó del auto casi a arrastras y la alzó en el hombro.
—¡Suéltame desgraciado! No tienes derecho a tratarme ni mucho menos retenerme a la fuerza. —renegó ella furiosa y golpeando la espalda de Gabrielle.
Gabrielle ya enfurecido la soltó, dejándola caer al suelo.
—Puedes entender que no podemos volver, hay mal tiempo y no hay vuelos.
—Llamaré a mi padre, te refundira en la carcel por secuestrador. —espetó muy enojada, sus ojos brillantes amenazaban con dejar salir lágrimas de impotencia. Gabrielle la levantó del brazo, mientras ella trataba de soldarse.
—¡Suéltame atrevido! Me secuestraste, y lo pagarás muy caro.
—No te secuestré, fue una confusión de nombres. Ellos fueron por Arielle y tú tienes ese nombre. Mañana te regreso al convento.
—¡Quiero hoy! Llama a mi padre porque al convento no volveré, será a mi casa. —casi ordenó furiosa.
—Mira monja, te saqué del convento y allá te llevo de regreso. —respondió cado tirando la al asiento del vehículo.
La subió al auto y regresaron a la mansión Alighieri, Arielle salió del auto y entró a la sala seguida por Gabrielle
—Dorita por favor, indíque le donde está su habitación, y dele ropa a la señorita para que se cambie. —ordenó Gabriell saliendo de su presencia.
Dorita era el ama de llaves de Gabrielle, subieron a la segunda planta y le indicó cual era la habitación a Arielle, le dió ropa para que se cambie y le dijo a que hora era la cena.
—No me interesa saber nada de horarios. ¿Acaso estoy en el servicio militar? —habló o preguntó fulminando la con la mirada, Dora salió de la habitación sin decir nada más.
Arielle entró al baño, se duchó, cambió y salió a la terraza de su habitación, miró y suspiró, buscó un teléfono, y sin cobertura. Bajó furiosa y entró a la oficina de Gabriell.
—¿Acaso te volviste loco? ¿Sabes que esto es un secuestro? Necesito hablar con mis padres y pedirles que envíen por mí. —dijo una furiosa Arielle. Gabriell la miró sorprendido del cambio, y sin pronunciar palabras, verla vestida de monja y con todo esa ropa suelta, a verla con unos shorts y blusa básica era muy contrastante,    dejó lo que estaba haciendo, se puso de pie y se acercó a ella.
—Te ves diferente. —dijo distraído, te ves..
—Pues claro, estoy sin ese hábito, yo no soy monja.
—Tal parece, no era tu vocación, Pero bueno, no es mi problema del por qué estas en ese convento, voy a pedir que preparen el helicóptero y nos vamos.
—Ya era hora. —respondió ya un poco más calmada.
Gabriell salió de la oficina y pidió el helicóptero. Una hora después estaban volando y llegaron a la hacienda. Arielle miró el paisaje y luego a Gabriell.
—¿Dónde carajos estamos? Dijiste que volveríamos a Roma.
—Olvidé decirte que primero pasaríamos a la hacienda, el mayordomo pidió unas revisiones a unos caballos.
—¿Acaso eres veterinario? Quiero volver a Roma, no me interesan tus animales. —vociferó nuevamente molesta.
—Si....Lo soy, solo que no ejerzo mi profesión por petición de mi padre. Y nos quedaremos aquí el tiempo que mus animales me necesitaen. ¿Entendiste?
Arielle sentía ganas de desmechuzar a Gabrielle, no podía von su arrogante forma de ser en ese momento con ella, tratando dj enojo habló sin mostrar su enojo.
—Esta bien....espero no tardes mucho, necesito volver a Roma de inmediato.
Gabrielle bajó del helicóptero y ayudó Arielle a hacerlo, y fueron recibidos por el mayordomo Tomás.
—Bienvenidos señores, venga todo está listo. —dijo Tomás y lo siguieron.
—Dime qué es lo que pasa Tomás.
—Señor los caballos están enfermando, y no se que está pasando.
—¿Han muerto?
—No señor, solo están enfermos desde ayer.
Gabriell se cambió y fue tan pronto a las caballerizas, examinó cada uno de ellos tomando muestras para examinar, Arielle lo siguió y lo observó a lo lejos, e inconscientemente dibujó una sonrisa.
"Se ve tan atractivo despeinado y con esas mangas dobladas" pensó haciendo un gesto de negación.
—¿Que te pasa Arielle, que estás pensando? ¿Acaso te volviste loca?
Se dijo así misma y dió vuelta para irse cuando.
—Arielle, por favor puedes ayudarme mientras llega Tomás. —pidió Gabrielle.
Arielle se giró y lo miró sorprendida.
—¡Yo! Yo no sé nada de caballos. —respondió un poco asustada.
—Ven, yo te explico. —dijo él, casi sonriendo.
Arielle se acercó y Gabriell le indicó lo que tenía que hacer.
Pasaron la tarde sacando muestras de todos los caballos para descartar posibles infecciones en los otros que parecían sanos.
Gabriell miró detenidamente el momento en que Arielle, acariciaba a fuego, una yegua Fusaichi Pegasus.
—Hola presiosa. —dijo acariciando la y caminando a su alrededor.
—Eres hermosa. —dijo cuando la yegua dió un movimiento brusco que la tiró al suelo. Gabrielle corrió a ayudarla mientras ella venía del dolor causado pif el golpe recibido.
—¿Estás bien Arielle? ¿Te lastimaste?—preguntó ayudándola a ponerse de pie y ella cayó nuevamente al suelo.
—¡Aaah! Mi pie, me fracturé mi pie, creo que se me torció el pie. —dijo Arielle mostrando un gesto de sentir un fuerte dolor.
—Vamos, te llevaré a dentro.
Gabrielle la tomó en brazos y caminó con ella, llegó a la hacienda y subió hasta su habitación seguidos por Jesús, una de las muchachas de servicio.
—Trae un poco de hielo Jesús, y llama a un médico. ¡Rápido!. —ordenó el viendo a Arielle casi llorar del dolor.
Jesús llevó el hielo y empezó a poner parches para bajar la inflamación.
Una hora y media después el médico estaba dando indicaciones y pidiendo exámenes radiológicos de la pierna.
—Por lo pronto estos analgésico calmarán el dolor, Pero necesito urgente estos exámenes para descartar una ruptura.
—Enseguida vamos doctor, no se preocupe. —dijo Gabriell tomándola en brazos para llevarla al hospital del pueblo.
—Lo lamento yo no quería que pase esto.
—Tranquilo..yo lo siento, no sé tratar con animales y ma metí hacerlo, ahora te estoy quitando tiempo, y los caballos te necesitan.
—Tranquila, ya ellos tienen todo lo que necesitan por ahora. Aquí lo importante es que tú pierna sea atendida pronto.
El trayecto al hospital fue rápido y una hora después estaban llegando al hospital.
Los paramédico salieron a recibirlo, llevando una silla de ruedas. Gabrielle sentó a Arielle en ella y la trasladaron a realizar las radiografías.
Gabrielle caminaba de un lado a otro esperando noticias, y una hora después apareció el médico.
—Señor Alighieri, venga conmigo por favor. —pidió el Galeno y Gabriell lo siguió al consultorio.
—Dígame doctor. ¿Qué pasa?
—Su esposa necesita una cirugía de urgencias, el caballo causó una fractura en la tibia, debemos tratar la ruptura, luego estará con la pierna enyesada por semanas y terminará el tratamiento usando una férula.
—Está bien doctor, haga lo que crea conveniente.
Los médicos procedieron a realizar la cirugía, y tres horas después Arielle estaba en la habitación, con la pierna en alto.
—Hola. ¿cómo te sientes? —preguntó Gabriell entrando a la habitación.
—Estoy un poco mareada, Pero gracias, estaré mejor mañana. Creo que resulté peor que los caballos.
—Lo importante es que te mejores.
—¿Me enviarás a casa?
—Me temo que eso no será posible señora. —dijo el Galeno al momento de entrar a la habitación a pasar las reviciones.
Arielle y Gabriell lo miraron y luego entre ellos.
—¿Por qué no? —preguntó Arielle.
—Estarás inmovilizada por un mes, ahí en la cama, luego podrías estar en silla de ruedas. El mes será aquí en el hospital.
—¿Está bromeando, cierto?
—No señora Alighieri.
—¡Aaah! ¡Eso sí que noo!
—¿Señora, por qué no?
—No quiero estár cerca de este señor.
—No se preocupe doctor, ella cumplirá todo al pie de la letra para su recuperación. De eso me encargaré yo. —interrumpió Gabrielle, el Galeno sonrió, salió de ahí, y ella lo miró.
—¿Por qué no lo sacaste del error?
—¿No necesita saber o confirmar si eres mi esposa o no. No veo el por qué tendría que aclarar a un extraño que no eres de mi tipo. —Arielle lo fulminó con la mirada.
—Pues debiste hacerlo, no creas que me agrada esa idea de que crean que soy tu esposa, y que tengo mal gusto. —Cuando vuelta a cometer  ese error, le diré que no tengo mal gusto.
—Eso espeto, imbécil, sal de aquí que necesito descansar.
—¿Quien te va a cuidar? —preguntó Gabrielle intentando no reír al verla molesta.
—Cualquiera, menos tú. Sal de aquí. casi gritó muy enojada, —Gabriell salió de la habitación, y entró una enfermera.
—¿Puedo tener un teléfono? Necesito hacer una llamada telefónica.
—No está permitido que los empleados usemos el teléfono.
—Yo no soy una empleada, soy una paciente, necesito hablar con mis padres.
—Le informaré al médico para que el le facilite uno.
La enfermera salió de la habitación y habló con Gabriell sobre lo solicitado por Arielle.
—Señor, yo no puedo usar teléfono, necesito uno para la señora que hará una llamada urgente a sus padres.
—No, no le de teléfono, lo que sucede es que estamos recién casados y no quiero que mis suegros se enojen por que no la cuidé bien.
—Está bien señor Alighieri, no se preocupe, por mi parte no lo delatará.
Gabriell asintió sonriendo y caminó a uno de los asiento en la sala de Espera.
"Te irás cuando ya estés sana completamente" —pensó. Se sentó a realizar llamadas para el arreglo lo todo lo pendiente, y un tiempo después, estaba a la esperar de saber l evolución de Arielle, y la noche llegó. Entro a la habitación, y vio a Arielle dormír, se sentó en el sofá y de a poco cayó en los brazos de Morfeo.
Sus sueños eran perturbadores.
"Miraba a su Arielle de espaldas vestida de novia, caminó a paso lento y tocó su hombro.
—Arielle,,,mi amor por fin entendiste que fue una trampa de Katherine. Te amo solo a ti"
La mujer vestida de novia se giró y su sorpresa fue tanta cuando vio su rostro.
—¿Arielle? ¿Que haces aquí.? Esta no es tu boda.
—Si, soy Arielle, Pero no tu Arielle. Y estoy aquí por qué el destino me cruzó en tu camino, tú me trajiste aquí. Devuélveme a mi vida, yo no te pertenezco , no te quiero a ti."
Su frente era perlada del sudor, y su respiración era agitada.
"—No puedo casarme contigo, tengo que alejarme de ti..tu me traicionaste con Katherine.
Arielle corrió y se perdió entre la multitud.
—Tu eres el culpable de que ella esté sufriendo. —escuchaba la voz de su cuñado Alexander
—No te voy a perdonar nunca. —escuchó las voz de Arielle Maylin y viendo como caía de un caballo."
—¡Arielle! —Despertó dando un salto y grito. Pasó sus manos por su rostro y se paró a caminar muy despacio, se acercó a Arielle y la vio profundamente dormida y muy sigilosamente la cubrió con una manta blanca. Puso una silla cerca de la cama y se quedó vigilando el sueño de Arielle, y nuevamente y sin darse cuenta volvió a quedarse dormido.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora