CAPITULO 42. EL PEQUEÑO DANTE

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Gabriell miró la hora, y ya hacía más de treinta minutos que Isabella se había ido y no regresaba.
Miró a los guardias entrar con los paramédicos y corrió al mismo lugar.
Caminó y se acercó cuando vio a Isabella tirada sobre la camilla, siendo llevada por los paramédicos.
-¡Isabella! ¿Que sucedió? Isabella. -gritó desesperado al ver su ropa manchada de sangre.
-Señor, su esposa sufrió una caída. -informó el paramédicos y salió junto con ellos y subió a la ambulancia.
-Isabella, tranquila mi pequeña, todo estará bien, se fuerte por nuestro campeón. -le habló apretando su mano.
La ambulancia llegó, y llevaron a Isabella directo a quirófano, una enfermera dió ropas especiales a Gabriell para que se cambie y pueda estar a lado de Isabella.
Gabriell estuvo cerca de Isabella y tomó su mano para que sintiera que estaba ahí junto a ella.
-Aquí Estoy contigo chavito. Se fuerte, no me dejes por favor, nuestro campeón y yo te necesitamos.
Los médicos procedieron de emergencia a sacar al bebé, pues Isabella había perdido mucha sangre y necesitaban sacar urgente a Dante para poder salvarlo.
-Necesitamos sangre, A positivo urgentemente. -pidió el doctor y Gabriell se ofreció.
Una hora después el pediatra reanimó a Dante y los Médicos intentaban salvar a Isabella. Pidieron a Gabriell salir del area restringida para proceder a operar a Isabella intentando controlar la hemorragia interna.
Gabriell salió y esperó por noticias del pequeño Dante, y de Isabella, caminaba como un leon enjaulado ansioso por salir, y una hora y media después.
-Señor Alighieri...puede pasar a ver a su bebé, está en termo cuna hasta que cumpla su periodo del tiempo requerido en ella.
Gabriell pasó nuevamente por el área de desinfección y cambio de bata hospitalaria y entro muy despacio. Se acercó a la termo cuna y lo miró ahí tan pequeñito e indefenso, con sus ojitos cerrados y conectados a un sin números de cable que monitoreaban su estado.
-Hola pequeño campeón..estás muy bonito así arrugadito, y tan pequeñito, eres fuerte y mamá estara orgulloso de ti, Dante Gabriell como ella te llamó. -expresó Gabriell sintiendo una presión en el pecho, una lágrima rebelde rodó por sus mejillas, y es que con la llegada de Isabella y saber que no venía sola alegró un poco su vida y despejó su mente, pues no tenis tanto tiempo de pensar y sentir el dolor de la supuesta traición.
Gabriell salió del área de neonatología y bajó al área de quirófano a esperar por noticias de Isabella, caminó de un lado a otro y media hora después salió el médico en jefe encargado de la cirugía. Gabriell lo vio y se acercó apresuradamente.
-Doctor...¿Como está Isabella? -preguntó angustiado.
El Galeno suspiró profundo, puso su mano en el hombro de Gabriell y haciendo un gesto de negación hablo.
-Lo siento mucho señor Alighieri...hicimos todo lo posible por detener la hemorragia, no resistió...lo siento mucho. Su esposa no resistió.
Gabriell quedó estático ante la noticia del deceso de Isabella. Se llevó las manos a su rostro, agarró sus cabellos y se inclinó al suelo.
-¡Nooo! No puede ser Isabella. Tu hijo..nuestro campeón te espera, te necesita. -habló con el dolor más grande que genera una pérdida de un ser querido.
-Lo siento mucho señor Alighieri. -dijo el Galeno y lo dejó solo asimilando la pérdida.
El funeral de Isabella se realizó, Gabriell ordenó incinerar su cuerpo para poder llevarla a Florencia dónde estaba su tía.
En una fría tarde y en completo soledad estaba ahí parado frente a una tumba donde estaba escrito el nombre de Isabella Santiago Murillo, hermana de mi corazón, madre cariñosa, y amiga leal. Lloró ahí en representación de la sepultura que encerraba los restos de su hermana Isabella, esa que la vida le había dado.

-Prometo que voy a cuidar de nuestro campeón, y lo haré un hombre del que te sientas orgullosa mi chavito, nunca te olvidaré hermanita mía. -inclinado con una rosa amarilla, sus lágrimas rodaron por sus mejillas, cerró los ojos y recordó su sencillez y carisma, con la que logró ganarse su corazón y confianza.

Flash Back.
Isabella bebía té en la terraza del departamento en una tarde fría, Gabriell llegó como cada tarde llevando los piononos, pequeños biscocho rellenos con dulce de leche, eran su favoritos.
-¿Cómo están mis campeones? Aquí sus golosinas preferidas. -dijo Gabriell dejando la caja sobre la mesa y sentándose en otra silla frente a Isabella que sirvió otra taza de té para el.
Isabella lo miró y sonrió.
-Gracias Gabo, eres muy atento con nosotros, la vida nos premió con tu presencia. ¿Cómo fue tu día hoy? ¿Que tal la reunión? Me hubiera gustado estar presente. -dijo y preguntó ella dando un mordisco al postre.
-Todo bien, no te preocupes, si todo sale como está planeado tenemos los mayores exportadores de leche en polvo para terneros, el abastecimiento de leche es en grande, los productores decidieron vender la materia prima a nuestras fábricas a mejor precio que los mercados mayoristas.
-Espero no dejes sin lácteos al mundo, porque a Dante y a mi nos gusta mucho el yogurt. -bromeó Isabella y Gabriell se carcajeo.
-Chavito..¿puedo preguntar algo?
Isabella lo miró y suspiró profundo. Sabía la pregunta y esta ves tenía que responder.
-Ya se lo que preguntarás Gabo, Pero realiza la pregunta.
-Se que es difícil hablar del pasado y más cuando este te ha causado un profundo dolor y la herida aún sangra. Pero quiero saber quién es el padre de mi campeón. -preguntó Gabriell apretando su mano. Isabella cerró los ojos y suspiró profundo.
-Ese desgraciado no merece algo tan hermoso como mi pequeño Dante Gabriell. -respondió y Gabriell se sorprendió cuando escuchó el nombre que había escogido ella para su bebé.
-Es un honor para mí que mi campeón lleve uno de mis nombres.
-El se llamará como el tío Gabriell.
-¿El nombre del padre? -insistió Gabriell.
-Vittorio Cardona, el más cobarde de los hombres. Cuando le di la noticia de que sería padre, respondió diciendo que no quería ser padre conmigo, y que talvez mi hijo no era suyo...Pero si lo es Gabo, te lo juro, el fue mi primer amor y mi decepción.
Gabriell abrazó a Isabella al verla llorar se maldijo en su interior al obligarla a recordar ese pasado triste y amargo para ella.
-Solo quería saber el nombre... nunca más volveremos a hablar del tema. Te lo prometo, no quiero verte llorar... no quiero verte triste.
-Prométeme que si algo me pasa... tú te quedarás con mi bebé, nunca lo vas a buscar a él, por favor prométeme eso por favor, reconocerlo como tuyo, como tu hijo y se un padre para él, prométeme que si algo sucede en mi cesárea.. Tú serás el padre de mi hijo promete lo. por favor Gabo. -pidió Isabella sintiendo un estrujón en su corazón, y lloró.. y lloró desconsoladamente mientras Gabriell la abrazó fuerte.
-Tranquila mi chavito, te juro que nada te pasará... que tú vas a ver crecer a tu hijo, a nuestro campeón, tranquila No te pongas así, y te juro que, que tu hijo será mas que mi sobrino, sera como mi hijo. Lo prometo.
FIN Flash Back.

-Lo prometo. -pronunció en un susurro audible para si mismo.
-Sentías que no estarías en nuestras vidas, sentías la necesidad de escuchar esa promesa y la voy a cumplir mi chavito, la voy a cumplir.
Gabriell dejó la rosa sobre la lápida y se puso de pie, secó sus lágrimas, caminó a la salida, subió a su auto y fue al hospital. Llegó y pidió información del estado del pequeño Dante. Salió del consultorio y pasó a neonatología para ver a su ya oficialmente hijo.
Cambió sus vestimenta y entró, lo vio removerse ahí sobre la tibia cuna que era como un vientre de cristal.
-¡Hola campeón! ¿Cómo estás hoy? Apresúrate a estar bien, ya quiero verte fuera de ese vientre de cristal, verte crecer hijo mío, serás mi hijo, mi orgullo.
Gabriell sentía esa presión en el pecho al ver ahí a Dante tan pequeño y frágil le rompió el corazón, tomó su manita y sintió el apretón que le dio a su dedo.
-Eres fuerte mi pequeño campeón, mi hijo, eres un Alighieri, y te juro, te prometo que siempre estaré para ti, mi pequeño. -también le hizo el juramento recordando a Isabella, de que jamás lo dejaría solo. Gabriell secó una lágrima, y salió de la sala, suspiró profundo, y fue al consultorio del pediatra.
-Doctor. ¿Cuanto tiempo estará ahí mi hijo? Ya quiero llevarlo conmigo.
-Un mes más o menos, y ya después podrá estar fuera de la termo cuna, de ahí estará unos tres o cuatro días en observación, y si evoluciona bien, y puede respirar sin los respiradores con los que está ahora...entonces Dante Alighieri Santiago. está fuera del hospital. -explicó el Galeno y Gabriell sintió una gran emoción, y al mismo tiempo tristeza, era una mezcla de felicidad y tristeza, porque recordó a Isabella.
Los días transcurrían entre el trabajo en la oficina, y el hospital, estaba completamente comprometido con todo lo laboral y con el propósito de ser un padre presente en la vida de Dante.
Un mes había pasado y Dante dió su primer llanto fuerte, sus pulmones ya fortalecidos le permitían respirar bien.
El Galeno llamó a Gabriell, que esperaba ansioso poder cargar por primera vez a su pequeño hijo.
-Señor Alighieri, puede pasar y cargar a su hijo. -Gabriell pasó y lo vio con sus ojos verdes que miraban a todas partes como deseando descubrir todo a su alrededor.
-Bienvenido a mi vida hijo mio y al mundo. -habló dejando un beso en su frente.
-Estoy feliz de que estés en mi vida, siempre te cuidare hijo mío, y Desde el cielo tu mamá nos ayudará a cuidarnos el uno con el otro. -dijo Gabriell mirando a su pequeño en brazos.
Gabriell pasó una hora junto a Dante, lo dejó en el cunero, cuando la enfermera llegó con una pequeña en brazos para dejarla junto a Dante.
-Señor, ya es tiempo de la alimentación del bebé.
-¿Lo puedo hacer yo? -preguntó Gabriell.
-Claro que sí, dejó a una pequeña, y colocó el brazalete con el nombre Orquídea en su cuna y le indico como hacerlo.
La enfermera dejó a la pequeña en la cuna, preparó el biberón y le indicó a Gabriell como hacerlo.
Gabriell alimentó a Dante lo entregó a la enfermera que lo miró muy embelesada y salió, se despidió del Galeno, tomó el ascensor y bajó.
Cada día Gabriell visitaba a Dante y al cuarto día ya estaba dado de alta.
-Muy bien jovencito, nos vamos a nuestra casa. -habló Gabriell a Dante como si el pequeño entendiera lo dicho por él, el dibujó una sonrisa en sus labios.
Salió del cunero y pasó al consultorio del pediatra, recibió las indicaciones y se despidió nuevamente. Tomó el ascensor, marcó los dígitos las puertas metálicas se abrieron y quedó estático ante la presencia que tenía frente a él.
-¡Arielle! -pronunció recorriendo la toda con la mirada.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora