CAPITULO 20. AMISTAD INESPERADA

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ARIELLE LBLANK.
Las semanas pasaron convirtiéndose en meses, dos meses habían transcurrido, Gabrielle había quitado todo lo que le recordaba a su novia ya casi olvidada. Arielle y Gabrielle vivían su aventura amorosa a plenitud, cada noche se entregaban a sus deseos de tenerse y sentirse, compartían su día a día y trabajaban juntos para mantener la hacienda.
Gabrielle seguía en la reconstrucción de la cabaña en tiempos libres junto a Franco y volvía a la hacienda.
Esa mañana Arielle había decidido ir de compras al pueblo.
-Cariño, voy al pueblo para arreglar lo de mis tarjetas de crédito, necesito algunas cosas. -ella le informó a Gabrielle, él se acercó la tomó por la cintura y ella se abrazó a su cuello.
-Cariño mío, eres mi mujer, y por lo lógico sería que uses mis tarjetas.
-No puedo hacer eso. -respondió entre risas mientras el besaba y mordía su cuello.
-¿Por qué no? Si lo quiero compartir todo, hasta mi vida entera contigo.
Arielle lo miró, acunó su rostro entre sus manos y vio la sinceridad en sus ojos.
-Yo también lo deseo, lo quiero, lo anhelo. -respondió ella, y el la besó con las mismas ganas que lo hacía siempre.
-Entonces ve y compra lo que necesites, le pido a uno de los vaqueros que te lleve, franco y yo terminaremos el trabajo que estamos haciendo.
-¿Cuándo me mostrarás ese trabajo?
-Ya falta poco, te va a encantar. -respondió entregando una tarjeta negra.
-Bien, si tú lo dices así será, yo regreso temprano. -dijo girando se y el la detuvo agarrando su mano.
-No tardes. -susurró en sus labios.
-No lo haré. -respondió profundizando ese beso que los encendía.
Arielle subió en una camioneta y fue al pueblo por sus compras.
El trayecto fue recordar cada cosa vividas con Gabrielle, sus detalles y lo feliz que se sentía en sus brazos.
-Arielle, y que esa exnovia se llama Arielle. -suspiró profundamente y siguió en sus cavilaciones .
-Si no fuera por esa confusión yo jamás te hubiera conocido Gabrielle, mandaste a buscarla y me encontraste a mi, lo mío fue confusión de nombres, y lo de esa mujer confusión de vestimenta.... qué destino tan raro el mío y el de esa mujer. Bueno, que el mundo me conosca como Annastasie de ahora en adelante. -se dijo así mismo .
Llegó al pueblo y entró en cada una de las tiendas, miró en las vitrinas, modas vaqueras, nada con lo que ella estaba acostumbrada a usar y lo que Gabriel le había mandado a traer de Roma. Se probó cada prenda que le gustó, miró los calzados de acuerdo a su nuevo estilo, compró, tanto para ella como para Gabrielle.
Salió de esa tienda y fue a cuánta tienda encontró.
Fue a una pastelería, compró los dulces favoritos de Gabrielle y dejó todo en la camioneta.
Subió y recorrió calles y paró en una tienda de perfumes, se bajó y fue a mirar.
La chica vendedora la atendió mostrando cada uno de los perfumes que vio, percibió sus aromas y, compró lo que le gustó, pagó, y lista para salir, chocó contra otra mujer que estaba de espalda a ella, haciendo que las bolsas con los perfumes cayeran al suelo.
La mujer se giró y se miraron fijamente a los ojos. Arielle Anastasie sonrió y se disculpó.
-Discúlpame, me giré de una y no me percaté de tu presencia. -se escusó inclinándose al mismo tiempo que aquella mujer para recoger sus cosas.
-Tranquila, yo fui la que se cruzó en tu camino, estás en la dirección correcta de la salida.
-Yo iba distraída, pero ya, sigue por favor.
Arielle Anastasie recogió las bolsas del suelo y se despidió de esa desconocida que por un momento sintió una lejana sensación de que se conocían.
Subió a la camioneta y salió de esa calle para seguir mirando, ahora estaba en una tienda de ropa interior.
Miró cada prenda y en su rostro se reflejaba una mirada pícara al igual que su sonrisa.
-Quien se ríe solo, de sus picardías se acuerda. -le dijo la vendedora al verla con esa expresión.
-Solo de imaginar la cara de mi......-sus palabras quedaron en su mente al darse cuenta de que Gabrielle, Nunca le había pedido ser su novia.
-¿Novio? -preguntó la vendedora al ver qué no terminó la frase.
-Si.... mi novio.
-Señora Alighieri. ¿Cómo sigue su pierna? -escuchó una voz, se giró y la miró
-¡Hola Fresia! Ya está completamente sana, gracias por preguntar.
-Me alegra mucho, cuando desee venga y lleve lo que desee, y cuando lkeguen nuevas prendas le aviso.
-Muchas gracias Fresia, estaré pendiente. Por ahora llevaré todo esto .
Fresia era la enfermera del hospital y dueña de la tienda. empacó las prendas y las entregó a Arielle.
Cuando estaba dispuesta a salir nuevamente se encontró con la mujer de la tienda de perfumes.
-Nuevamente nos encontramos. -dijo Arielle Anastasie.
-Asi es, y será mejor presentarnos, hola soy Maylin. -dijo Arielle Bright, presentándose a su rival de niñas sin imaginar que lo era.
-Hola! Mi nombre es Annastasie, y ya que coincidimos en muchos lugares te invito a un café. -respondió Arielle L'Blank. Ahora estaban ahí sentadas en la mesa de un restaurante hablando de trivialidades.

ARIELLE BRIGHT.
Arielle y Enmanuell habían decidido darle una oportunidad a ese matrimonio, vivían su día a día entre trabajo durante el día y al llegar la noche se entregaban a vivir sus deseos más profundos de tenerse.
Los días pasaron convirtiendose en meses, dos meses habían pasado, y cada día se sentía más comprometidos el uno con él otro.
-Cariño, Doménico vendrá a visitarnos. -le informó Enmanuell.
-Que bueno, me alegra mucho tener una visita.
-Así es, viene con Rachel, su novia.
-Por fin tendré una amiga. -expresó Arielle feliz.
-Voy de compras, quiero tener un obsequio para cuando llegue.
-Está bien mi bonita, ve toma esta tarjeta, será para tu uso personal.
-No, voy al banco y pido una de las mías.
-Tu eres mía, y todo lo, y yo incluído lo mío es tuyo. -respondió Enmanuell besó sus labios.
Arielle recibió la tarjeta negra, se arregló y se despidió de Enmanuell, subió a la camioneta y salió con destino al pueblo.
Llegó, se bajó del vehículo y caminó mirando cada tienda, cada cosa que estaba en exhibición.
-No se que regalar a alguien que no conozco, y si le doy una prenda de vestir y no le da la talla. No... eso no... Miró la tienda de perfumería y decidió entrar y uno que estaba en la estantería le llamó la atención.
-Por favor, muestren este,quiero percibir su aroma. -dijo cuando sintió un golpe en su espalda. Se giró y se encontró con unos ojos grises intenso que la miró fijamente.
-Discúlpame, me giré de una y no me percaté de tu presencia. -se escusa inclinándose al mismo tiempo que aquella mujer para recoger sus cosas.
-Tranquila, yo fui la que se cruzó en tu camino, estás en la dirección correcta de la salida.
-Yo iba distraída, pero ya, sigue por favor.
Arielle Maylin ayudó a la Arielle Annastasie a recojer las bolsas del suelo y se despidió de ella. La vio subirse a la camioneta y alejarse.
Siguió mirando hasta que compró y salió de esa tienda para seguir buscando.
Caminó por todas las tiendas y nuevamente se encontró con la mujer de la tienda de perfumes, saliendo de una de las tiendas de ropa interior.
-Nuevamente nos encontramos. -dijo Arielle Annastasie.
-Asi es, y será mejor presentarnos, hola soy Maylin. -dijo Arielle Bright.
-Hola! Mi nombre es Annastasie, y ya que coincidimos en muchos lugares te invito a un café. -respondió Arielle LBlank, a la mujer que alguna vez de niña le sentenció quitarle sus juguetes favoritos. Ahora estaban ahí sentadas en la mesa de un restaurante compartiendo un café.
-¿Pedimos una copa de vino? -sugirió Arielle Annastasie.
-No acostumbro a beber, pero acepto. -respondió Arielle Maylin, y bebieron no una sino tres botellas de vino.
-¿Mi....mi....mi hombre debe estar preocupado, si...debí volver hace mucho.-dijo Annastasie casi ebria.
-Mi esposo también, haber si no piensa que me fugué. -respondió Maylin riendo.
-¿Por qué te fugarías? ¿Acaso no lo amas.? -preguntó Annastasie mirándola y achicando los ojos.
Maylin se carcajeo, no tenía respuesta a esa pregunta, su mente aún no se conectaba con su corazón. De la risa pasó al llanto, sus lágrimas tocaron al recordar a Gabrielle.
-Aún duele aquí. -dijo llevando su mano a su corazón. -respondió Arielle Maylin Brigth.
-No comprendo. ¿Tu esposo te traicionó? -preguntó Arielle Annastasie L'blank .
-Sabes, mi vida es un lío, lo único claro es el esposo que me dió la vida, o el destino....que se yo. -respondió Maylin.
-¿Y tu, estás casada o tienes novio?. -preguntó Arielle Maylin.
Arielle Anastasie sonrió haciendo un gesto de negación.
-También duele, vivo con mi hombre maravilloso, y aún mo me propone ser su novia, prometida o que se yo.
-¿No es tu prometido? ....no..no es tu prometido...es tu hombre....si.. tú hombre sin título. No es novio, no es prometido no es esposo...pero es tuyo, y nadie te lo quitará. -dijo Maylin casi arrastrando las palabras.
-Eso es, somos parejas sin compromiso, por eso no es ni novio, no es mi esposo ni mi prometido, pero solo mío, mio por que mi marca está en su alma, y nadie puede borrarla. -
dijo Annastasie con una lágrima rodando por su mejilla.
-Un brindis por esos hombres que son nuestros, y nadie podrá decir lo contrario.
-¡Salud! -dijeron al unisono y bebieron por mucho más tiempo.
Las horas pasaron era casi el anochecer, se despidieron con la promesa de volverse a ver. Se dispusieron volver a casa, y pagaron lo que consumieron.
-Me llamas y organizamos una reunión con nuestros hombres. -propuso Maylin.
-Si, nos estaremos comunicando, ve con cuidado. -respondió Annastasie.
-Haremos una fiesta con la comunidad. ¿Te parece?
-Si, voy a organizar una reunión con las esposas de los demás hacendados.- sugirió Maylin.
-Entonces yo no estaré incluida. -respondió Annastasie riendo.
-Claro que sí, tu hombre no tiene dueña con título, es tuyo, y por lo tanto eres la señora y dueña de él. Te llamaré para que me ayudes a organizar.
-Con gusto. -dijo Annastasie, se despidieron y cada una fue a su camioneta sin antes intercambiar el número de teléfono.


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