CAPITULO 17. INCONSCIENTE CELOS.

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La cena pasó entre conversas y risas, entre Enmanuell y Doménico, Arielle comió en completo silencio, sentía que no tenía nada más que aportar a la conversación entre ellos dos.
Cogió la servilleta, limpió sus labios y se disculpó.
—Me disculpan, Pero me retiro, estoy muy cansada y veo que ustedes tienen mucho de que hablar. Tengan una buena noche. —se despidió y salió del comedor. Enmanuell no le prestó atención y siguió comiendo. Doménico se puso de pie haciendo la benia y miró a Enmanuell indiferente a ella.
—¿Tampoco será  ella? —preguntó Doménico.
Enmanuell lo miró interrogante haciendo un gesto de "No se de que me hablas."
Doménico hizo gesto de negación y le reprochó su comportamiento.
—¿Seguirás en plan de. No me quiero enamorar? Mírala... es muy hermosa, al igual que la otra Arielle, Pero esta se ve más delicada, más.... más, no se. Mírala Enmanuell.
Enmanuell lo miró fijamente y respondió sarcástico.
—¿Quieres que juegue a ser el esposo amoroso? No, no lo haré, mi padre quería una esposa y ahí está esa de papeles, yo no quiero perder mi libertad, seguiré siendo siempre el mismo.
Doménico dejó de beber el vino, dejó la copa haciendo un gesto de negación.
—Eres como mi hermano, y déjame decirte que eres el imbécil mas grande que conozco.
—¿Sabías que ella fue traicionada por su prometido? ¿Y que por eso estaba en el convento? Ella también es perfecta, no se va a enamorar de mi. —dijo Enmanuell.
Doménico lo miró fijamente acercándose como un gato cazador.
—¿Sabes que es lo que veo? Que tienes miedo de volverte a enamorar y que te desprecien como lo hizo Sasha. Aún no superas a esa mujer.
Enmanuell lo fulminó con la mirada se puso de pie y lo miró.
—No vuelvas a nombrar a esa mujer,  no tiene cabida en nuestras conversas y mucho menos en mi vida.
Enmanuell salió del comedor ignorando a Arielle que estaba parada escuchando todo. Entró a la oficina y sirvió un vaso de whisky, lo bebió todo de un solo sorbo y luego otro, hasta terminar completamente ebrio.
Doménico intentó seguirlo y se encontró con Arielle.
—¡Arielle! Disculpa, Enmanuell es un insolente para hablar, no debió decir esas  cosas sobre tu vida.
—Tranquilo Doménico, es la verdad, lo que el dijo, yo jamas me voy a  enamorar de ese idiota, por su culpa casi muero.
—No, espera, el no sabía que eras alérgica, estuvo muy preocupado por ti y muy atento a tu recuperación, cada vez que lo llamaba se notaba preocupado.
—Claro que tenía que preocuparse, por que si algo me pasaba, el tenía que responder ante mis padres, y no se diga mi tío Nikolay y no se diga también a  mi abuelo Noah. ellos me quieren mucho.
—Vamos a caminar un poco, ya estuviste mucho tiempo encerrada en ese hospital.
Arielle y Doménico salieron al jardín, tenían una conversación muy amena y entre risas contaban sus anécdotas de adolescentes.
—Rachel es muy afortunada de tenerte y tú a ella, su relación se escucha muy bonita. —expresó Arielle deseando conocerla.
—Ella es el amor de mi vida, es mi niña malcriada, Pero en fin así la amo.
—Yo creí en el amor, Pero eso no existe para mí, la que yo consideré mi mejor amiga me traicionó con mi prometido la noche antes de nuestra boda.
Doménico la miró y secó una lágrima de su mejilla.
—No todos los hombres somos iguales, y no todas las mujeres lo son. Yo no las juzgo a todas por una, Pero Sasha fue cruel con Enmanuell, cuando el fue a Moscú a proponerle matrimonio, ella no lo esperaba y la encontró con otro en su departamento, en su cama y con su camisa puesta, hablando de como le haría creer que el hijo que esperaba era de él y que a su amante lo presentara como su único hermano.
—Eso es cruel y sucio. —dijo Arielle sintiendo pesar en su corazón.
—Vez, tu y el sienten que deben proteger su corazón, pero no cerrarlo a una nueva oportunidad. Deberían darle una oportunidad a este matrimonio y trabajar para que funcione.
Arielle lo miró y negó.
—No creo que yo vuelva a confiar.... Doménico yo lo entiendo a él, fuimos traicionados de la peor forma, y eso nos deja secuelas.
—Lo se, y no Estoy diciendo que se lancen de una, denle una oportunidad a este matrimonio, sanen sus heridas y verás que Enmanuell cuando ama entrega todo de si, ama incondicional mente y tú serás feliz a su lado, no te arrepentirás.
Arielle sonrió haciendo un gesto de negación.
—¿Acaso eres cupido? —dijo riendo.
—Talvez, yo solo quiero que mi hermano de corazón sane sus heridas y se de la oportunidad de volver amar y sea correspondido.
—¿Y que te hace creer que soy esa mujer? Lo escuchaste, soy perfecta porque no me voy a enamorar. El no desea ser amado.
—Teme ser burlado nuevamente. —respondió Doménico.
—Vez, el nunca me va a mirar.
—Talvez ya lo hizo, y el no lo acepta y por eso está a la defensiva. Cuando lo llamaba, no paraba  de hablar de ti.
—La conciencia. —respondió Arielle muy  sarcástica.
—Bueno, el tiempo dirá, su matrimonio será por un año, asi era el acuerdo con la otra Arielle.
Arielle suspiró profundo, se pusieron de pie, y caminaron al interior de la hacienda.
—Descansa y gracias por tan agradable noche. —dijo Arielle despidiéndose de Doménico.
—Estaré un buen tiempo aquí, así que podemos repetirlo cuando desees.
—Gracias, tendré en cuenta la propuesta.
Arielle subió y Doménico volvió a salir al jardín. Sin imaginar que todo ese tiempo fueron vigilados por Enmanuell, que lo vio salir y lo siguió.
Se tambaleó de lo ebrio que estaba y Doménico logró sostenerlo.
—¿Que crees que estás haciendo con mi mujer? ¿Tu también me la quieres quitar?.
—¿Que estupideces estás diciendo Enmanuell?
—Los vi, los ví muy cercanos.
—¿Estás celoso?
—No, no tengo por qué celar a esa monja loca, me tiene arto con sus niñerías, su infantilismo, no lo soporto.
—Vamos deja de hablar estupideces y vamos a dormír.
—No voy a dormir contigo.
—Ni yo contigo, eres peligroso. —respondió Doménico riendo y lo llevó casi a arrastras a su habitación.
—No te metas con mi mujer, ella es mía. —dijo arrastrando las palabras y cerrando los ojos quedándose dormido.
—Arielle. —pronunció en susurros.
Doménico sonrió haciendo un gesto de negación, y pronunciando.
—No te has dado cuenta o no lo quieres aceptar que ya caíste hermanito. Caiste cautivado por esa Arielle, mismo nombre Pero muy diferentes.
Doménico salió de la habitación y fue a la suya. Fue al baño y empezó a idear como hacer para que ese par terminen sin poder estar lejos el uno del otro.
Arielle después de despedirse de Doménico, fue a su habitación, fue a ducharse, se puso el pijama y se metió en la cama.
—No, no puedo fijarme en él, él no desea nada serio, su corazón esta igual de lastimado que el mío. Jamás puede suceder nada entre nosotros, será un año nada más. Espera, ¿Un año de casados? ¿Y como por qué y para que?  No comprendo. Bueno si me voy a quedar un año el tendrá que explicarme el por qué un año. —pensaba una y otra cosa, y así se quedó dormida sin darse cuenta.
A la mañana siguiente, Enmanuell despertó con un tremendo dolor de cabeza, se removió en la cama cubriendo sus ojos por los rayos de sol filtrándose a través de las persianas.
—Toma, me imagino la resaca que te gastas. —dijo Doménico entregándole dos analgésicos y un vaso con agua.
—Cierra esas cortinas por favor.
—Bien, te aviso que hoy me dedicaré a conocer todo este paraíso.
—Está bien, llemaré a uno de los muchachos.
—No hace falta, ya tengo compañía. —respondió Doménico aguantando querer reír al ver el gesto de Enmanuell al escuchar esas palabras.
—¿Que? ¿Con quién te vas?
—Con Arielle, es una chica muy especial.
—¿Con mi esposa? —respondió espontáneamente. Y trató de no ser muy obvio queriendo rectificar sus palabras.
—Digo, que dirán los empleados si te ven con mi esposa.
—No creo que te importe lo que piensen, ¿O es que ahora sí te importará?
—Pues claro, no puedes ir con ella.
—Enmanuell, tu y yo sabemos que no es un matrimonio de verdad, asi que no hagas dramas conmigo. Me voy con ella.
Enmanuell salió de la cama.
—¡aaauch.! — Se quejó del dolor de cabeza pero aún así  fue al baño y se duchó lo más rápido que pudo, se cambió y bajó, encontrando a Arielle y Doménico sentados en la mesa riendo.
Arielle despertó, se duchó, buscó unos vaqueros y unas camisas a cuadros,
hizo una cola en sus cabellos y bajó a desayunar encontrándose con Doménico.
—Buenos días Doménico.
—Buenos días Arielle, hoy iremos a cabalgar. ¿Te parece?
—Claro, me encantan los caballos.
—Pues no se diga más, desayunamos y nos vamos. ¿Y que te parece si hacemos un pic nic? —sugirió Doménico
—Me encanta la idea.
—Maria, por favor, prepara una canasta con alimentos y frutas para llevar.
—Si señora, enseguida
Enmanuell se acercaba y escuchó lo que Arielle pidió, miró a Doménico y luego a ella.
—Arielle, no quiero ser el hazme reír de la hacienda.
Arielle lo miró sin entender.
—¿Que dices Enmanuell.?  No entiendo. —respondió preguntando.
—Vamos a la oficina, tenemos que hablar. —dijo agarrándola del brazo.
—Yo puedo caminar sola, ¡Suéltame! Doménico prepara los caballos por favor. —dijo mientras caminaba.
Enmanuell entró a la oficina y se paró frente a ella.
—¿Empezarás a salir con mi amigo, sin importar que eres mi esposa.?
Arielle lo fulminó con la mirada, se acercó más a el y lo miró fijamente.
—Firmé un acta de matrimonio en contra de mi voluntad, me arrastraste sin importar que yo te suplicara que no deseaba venir, me impediste la comunicación,. En resumen estoy casada contigo secuestrada, y  sin saber el porque por un año. Así que si me metiste en tus lios, al menos tengo derecho de saber. Primero, por qué estaré atada a ti por un año, segundo, tengo derechos, y esto es que yo puedo salir con quien quiera, y tú no tienes derechos por que no soy tu mujer.
Enmanuell la agarró por los brazos y la acercó a su pecho.
—Ante los demás eres mi esposa, y me debes respeto, si deseas a amantes que seguro lo tenías, no tienes que ser descarada. —en menos de un santiamén el rostro de Enmanuell giró de ambos lados por las fuertes bofetadas que le propinó Arielle.
—Un papel puede decir lo que sea, no fue mi voluntad estar casada contigo, ahora te aguantas, voy a salir con quién me de la gana, y ni tú, ni nadie me lo impedirá.
Arielle salió de la oficina furiosa, Enmanuell la miró sin pronunciar palabras sintiendo bullir su sangre solo de pensar que Doménico pasaría el día entero con su mujer, dió un fuerte golpe en el escritorio.
—¡Joder! —expresó apretando los dientes al darse cuenta de que eran los  celos que le hacían sentir todo lo que estaba sintiendo en ese momento.

CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora