CAPITULO 37. ENMANUELL GIORDANO

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Enmanuell despertó aturdido, sentía su cabeza partirse en dos, abrió los ojos, y observó el desconocido lugar, se miró, y se vio en boxer en una cama desconocida, se puso de pie, cuando escuchó abrirse la puerta en la vio, parada frente a él.
—¿Felicia?
—¡Hola Enmanuell!
—¿Que haces aquí...acaso me estás siguiendo?
—No...no, para nada, me llamaron para pedir que regresara a mi antiguo trabajo y aqui estoy, casualidad o destino.....no lo sé, pero es el centro  veterinario que ahora es de tu propiedad, el encargado me dijo que su actual dueño necesitaba al antiguo personal...y aquí estoy. —respondió Felicia acercándose con un vaso con agua y analgésico en su mano.
Enmanuell bebió el contenido y la miró fijamente.
—¿Y cómo es que Estoy aquí? ¿Cómo supiste dónde estaba? —interrogó algo incrédulo.
—Salimos a festejar y te encontré en ese club. Te Vi muy ebrio y te traje a mi departamento. Pero tranquilo, estás en la habitación de huéspedes.
—Gracias Felicia...
—¿Nuevamente empezarás a beber? ¿crees que vale la pena? Si me pides que desaparezca de tu vida... renuncio y me voy de aquí. —habló Felicia con tono de tristeza.
—No... tranquila, puedes quedarte, que yo....yo no quiero que te hagas iluciones conmigo Felicia...
—Enmanuell..soy consiente del lugar que ocupé siempre en tu vida, nunca te obligué a nada ni te exigí nada más allá de lo que tú podías darme, éramos amantes, amigos con derechos, un desahogo para ti y tu simplemente me echaste de tu vida por estar o más bien por respetar la relación que creíste, era algo serio con la monja
Enmanuell miró fijamente a Felicia, y de su mente no salian las palabras de Arielle. Apretó sus dientes con tanta fuerza que dolió, se puso de pie, agarró a Felicia por la cintura y arrancó su camisón, dejándola completamente desnuda. Enmanuell apretó sus pechos y después mordió sus pezones, le dió vueltas y la lanzó sobre la cama, levantó su cola y de una sola estocada estuvo dentro de ella, arrancándole gemidos fuertes del doloroso placer que sentía.
Enmanuell cerró los ojos mientras entraba y salía con tanta fuerza del  interior de Felicia
—¡Aaah.... Enmanuell. —casi gritaba, y Enmanuell se hundía con más fuerza en ella. mordió su labio inferior y salió de su húmeda entrada y con la ayuda de su mano se vació todo sobre su espalda. Felicia se dejó caer boca abajo,
Enmanuell la miró fijamente y fue al baño a ducharse. Felicia se puso de pie, cogió el camisón, y mientras se cubría con el, una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.
—Será como tú quieras Enmanuell, esta vez no le daré lugar a otra mujer.

Felicia salió de la habitación para ir a la suya, fue directo al baño y luego se arregló para preparar un desayuno rápido.
Enmanuell estaba con sentimientos encontrados, sentía que le había Sido infiel a Arielle y eso le dolía.
—¿No sentiste remordimientos Arielle? Que corazón tan duro el tuyo. —se dijo ahí parado bajo la lluvia artificial. Dió un fuerte golpe en la baldosa que sus nudillos sangraron, vio mezclar su sangre con el agua hasta que desapareció.
—Fuiste sangre en mi vida Arielle, fuiste herida y sangre que se desvaneció en el agua del tiempo...te voy a olvidar..te voy arrancar de mi alma y corazón. —habló apretando sus diente y puños tan fuerte.
Enmanuell terminó de ducharse, se cambió y salió a la sala, para irse a su residencia.
—El desayuno está listo Enmanuell. —ofreció ella
—No deseo nada. —respondió fríamente y salió del departamento de Felicia. Bajó al estacionamiento, subió a su auto y volvió al pueblo donde iniciaría su nueva vida.
Las semanas pasaron, convirtiéndose en meses. Ocho meses habían pasado y Enmanuell continuaba su vida en su labor, había puesto sucursales del centro de retiro para los animalitos que lo necesitaban y con el personal que tenía junto a Felicia, hacían el trabajo habiendo desaparecido de los radares de su familia y de quien lo conocía en Florencia y Roma.
Los meses seguían su curso.
—¡Aaah Enmanuell, si...por favor más. —pedía Felicia cabalgando a Enmanuell, y él sentado sobre la silla de su escritorio.
Su relación abierta de amigos con derechos sin ascenso,  seguía cada ves que se les antojaba.
Los meses seguian pasando, Enmanuell había dejado de beber, vivía su vida alegre y sonriente, mientras que cuando estaba en la soledad de su habitación, los recuerdos llegaban a su mente.
—Arielle...mi Arielle, espero seas felíz. Te desprecio...fuiste una vil traidora. —se decía cada ves que pensaba en ello.
Cada día y cada noche Enmanuell no dejó de pensar en Arielle, es mezcla de amor y odio que sentia lo destrozaba.
Y siempre era Felicia quien interrumpía esos pensamientos, cuando llegaba inesperadamente al departamento de él.
Enmanuell la veía entrar en completo silencio, se deslizaba el camisón quedando desnuda, se inclinó, bajó el boxer, miró ese endurecido mástil, saboreando se, lo agarra con la mano y desliza su lengua por todo su venoso miembro, juega con su lengua en esa pequeña entrada y saboreando esa gota que está sobre ella.
—¡Mmmm! Sabes lo que me gusta mujer. —gimió Enmanuell agarrando el cabello de Felicia para ver mas su expresión.
—Mírame. —ordenó.
Felicia levantó la mirada, abrió la boca y lo introdujo todo asta llegar muy profundo en su garganta, sus ojos lagrimeantes no dejaban de mirar los de Enmanuell, mientras el marcaba el ritmo que deseaba sentir. Todo en ellos era calculado, Felicia sabía y conocía lo que a Enmanuell le gustaba, y a la mente de Enmanuell  llegaban recuerdos de su Arielle, cerraba los ojos y disfrutaba imaginando que era ella quien estaba ahí, y al momento de abrir los ojos, su indiferencia era notoria para Felicia. Y así continuaron y los meses siguieron su curso convirtiéndose en años, cinco años habían pasado en los que Enmanuell seguí entre su trabajo y placer.
—Enmanuell, está todo listo para la ceremonia de la entrega de los premios novel de la medicina, esta sera una gran oportunidad para que puedas concretar una cita con la asistente de el nieto de Charles Doherty. ¿te imaginas? Una eminencia en la ciencia, sería muy beneficiario para la fundación. —expresó Oscar con emoción.
—Así es amigo, esta será un oportunidad unica.
Y no puedo faltar.
—¿Puedo ir contigo? —preguntó Felicia.
—Claro que sí hermosa, eres mi mujer, y me tienes que acompañar. —dijo Enmanuell y Felicia sonrió feliz, creyendo que había logrado lo que tanto deseó por mucho tiempo, había trabajado meticulosamente en esa relación, tanto que en la inconsciencia de ls ebriedad de Enmanuell, la llamara Arielle.
Los días pasaron, y ese día, por la noche era la entrega del galardón a la mejor eminencia.
—Mi hombre está  muy guapo. —dijo Felicia intentando arreglar el corbatín de Enmanuell.
—Deja..yo lo hago. —se negó agarrando las muñecas de ella  y quitando las de su pecho.
Felicia apretó los labios formando una fina línea y cerrando los ojos por el mal sabor de boca que le dió ese acto indiferente de parte de él.
—¿Estás lista?
—Si...nos vamos.
Enmanuell salió del departamento junto con Felicia tomaron el ascensor, las puertas metálicas se cerraron y Felicia miró fijamente a Enmanuell, mordiendo su labio inferior, fue deslizando muy lentamente su mano por encima del pantalón y masajeo hasta despertar el instinto salvaje que a ella le encantaba de Enmanuell.
—No despiertes a la fiera , porque sino lo haces tendrás tu castigo.
—Eso deseo...ser castigada.
—De rodillas. —ordenó y ella se hincó inmediatamente.
Enmanuell liberó su endurecido mástil y sin pérdida de tiempo lo introdujo en lo más profundo de su garganta, aceleró las embestidas mientras Felicia sentía atragantarse, teniendo arcadas que podía controlar. Enmanuell cerró los ojos y mordió su labio inferior sintiendo correrse en la boca de Felicia.
—¡Mmmm! —gimió sintiendo un gran desahogo.
Felicia saboreó hasta la última gota, limpió la comisura de sus labios, retocó el maquillaje, miró a Enmanuell, sin recibir un  gesto de cariño o una sonrisa,mientras el se arreglaba su ropa. llegaron al estacionamiento, las puertas metálicas se abrieron, salieron y subieron a la limusina que los esperaba para ser llevados al gran evento del año.

Enmanuell sirvió una copa de champagne y la bebió, Felicia esperó que lo hiciera Pero no le sirvió.
—Jamás tienes una atención conmigo.
Enmanuell la miró y sonrió.
—No soy hombre de atenciones, ya deberías saberlo. No esperes nada de mí, y si te sientes mal con el tipo de relación que tenemos, eres libre de irte yo, no te detengo. —habló Enmanuell fríamente sin mirarla.
—Nunca te exijo nada, solo fue un decir.
—Fui muy claro Desde un principio Felicia, yo jamas podré darte amor, te puedes ir cuando desees y rehacer tu vida a lado de un hombre que te ame verdaderamente.
—Tengo claro todo eso Enmanuell, y estoy bien así.
Enmanuell dejó la copa  y siguió mirando a la nada.
En sus pensamientos siempre estaban martillando las palabras de las dos Arielle's

"Y yo te prometo que no te faltaré jamás"  recordaba a su Arielle.

Y luego recordó a su morita.

"Están ahí dentro Enmanuell. Gabriell y Arielle están ahí dentro desde hace mucho, la llevó en brazos.... Manu, están juntos, Gabriell me traicionó, me mintió, sigue amando a Arielle."

Enmanuell apretó sus dientes marcando su mandíbula, mientras era observado por una enojada Felicia.
Felicia lo miró estando segura de que cuando estaba distante, en sus pensamientos estaba Arielle.

"Arielle, si pudiera matarte en los pensamientos de Enmanuell, lo haría sin pensar"
Pensó sabiendo que si tuviera la gran oportunidad de hacerlo no lo dudaría jamás.

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