CAPITULO 47. UNA NUEVA VIDA

36 4 1
                                    

Arielle durmió el resto de la tarde, y luego de unas horas  despertó desorientada mirando al rededor y sentada en el centro de la cama, se miró su vientre y lo acarició
—Tres...tres hijos de Gabriell, y el no lo sabrá nunca, nunca sabrás de tus hijos Gabriell, nunca. —pronunció en susurros.
Salió de la habitación y bajó las escaleras.
—Señora, la cena está lista. —dijo una de las muchachas de servicio.
—Gracias, Pero no tengo hambre. —respondió caminando a la oficina.
Marina volvió a la cocina donde está Dora, la madre de Jhon.
—No desea comer dice la señora.
—Pues tiene que alimentarse bien, quiera o no, son tres bebés los que tendrá que alimentar. —dijo Jhon dejando sorprendida a Dora.
—¿Cómo lo sabes hijo?
—Estuve pendiente de ella sin que lo supiera, y soborné a  la enfermera. —dijo Jhon abrazando a Dora.
—Jhon mi hijo..
—Madre, ella está pasando por un momento muy difícil, y yo como su amigo aunque no me recuerde, la voy a ayudar.
—Lo sé hijo, y el señor Jordan me la recomendó mucho.
—Entonces que hacemos aquí. Ve y llévame algo de comer que yo voy a organizar unos cuantos paseos para ella. —dijo Jhon abrazando a su madre
Dora preparó una bandeja y llevó los alimentos a Arielle.
Subió las escaleras y tocó la puerta de su habitación, sin tener respuesta, dejo la bandeja sobre la mesa de noche y salió.
Arielle estaba concentrada en la laptop buscando las mejores universidades para retomar su especialización en arquitectura.
Buscó y por fin ya estaba inscrita en o que había dejado a medias por vivir su sueño de amor.
Los golpes en la puerta le llamaron la atención.
—Adelante. —dijo sentada frente al ventanal, mirando el inmenso jardín lleno de árboles.
—Señorita Arielle, le traje algo de comer, mi nombre es Dora y no se si me recuerde, trabajábamos en la hacienda de  su abuelo don Fabrizzio Ferrari y la señora Mericci.
Arielle se giró y vio a Dora frente a ella.
—¿Dorita? ¿La nona Dora?
—Si, pequeña mía. —respondió dora y Arielle se llevó las manos a su boca al recordar a John.
—¿Jhon? —dijo a forma de pregunta. Y Dora hizo un gesto de afirmativo con una sonrisa y los brazos abiertos.
—No.. no puedo creer, ustedes aquí. ¿Dónde está Jhon? ¡Por dió! Tantos años. Creí estar sola aquí. —dijo abrazándose a Dora.
—Don Jordan nos contrató para cuidar está casa, y cuando el nos dijo que vendrías me sentí muy feliz mi niña.
—Asi es...le pedí a la azafata que le avise a Papá dónde me venía.
—Cariño...tienes que comer algo, recuerda que no estás sola, piensa en el. —expresó dora con gesto de cariño y Arielle se sorprendió.
—¿Cómo lo sabes nona?
—Jhon estuvo al pendiente de ti en el hospital y una enfermera le dijo lo de tu embarazo.
—Nona, son tres..son trillizos. —habló Arielle nostálgica. Dora notó su expresión y la miró acariciando su mejilla
—Mi niña, no estés triste, tienes a tus bebés creciendo dentro de tu y eso es algo maravilloso, no se que sucedió con el padre de ellos, pero muchas veces hacemos bien esa función de padre,  que ellos no lo notan, Jhon es la prueba de lo que te digo.
—Lo se Nona, es solo el proceso de aceptación la que cuesta, hicimos tantos planes, planeamos tener hijos, y ahora el no sabrá de ellos.
—El destino lo dirá hija, solo el destino nos quita de un camino y nos pone en el correcto, recuerda eso, el destino jamás se equivoca. Ahora a alimentar a esos pequeños ahí dentro.
—Gracias Dora, trataré de comer algo más tarde.
—No...ahora. —dijo Dora llevando un bocado a su boca.
Arielle trató de comer un poco de frutas que habían en la oficina y terminó devorando todo.
Dora la miró sonriendo y recordando de cuando era una inquieta pequeña de nueve años.
Arielle después de acabar con la fruta, salió de la oficina y fue al jardín, su celular sonó y miró la pantalla y era Jordan, su padre.
—Papá. —contestó
—Hija, me alegra saber que llegaste muy bien.
—Gracias padre ... gracias por arreglar todo para mí llegada.
—¿Te gustó la sorpresa?
—Mucho padre... gracias. Dora es como mi Nona.
—Y no tiene dones de Nona. —dijo Jordan y Arielle por fin se reía.
—¿Estás bien hija...? Me refiero a ...
—¿Gabrielle? Si padre, lo estoy,  yo tenía muy claro mi lugar en su vida, y eso de la boda fue ....una locura mía, ya sabes cómo soy, era para que Enmanuell dejara de buscarme..
—¿Sabes que eres mi reina, cierto?
—Si padre, y tú mi amor más grande y verdadero.
—Cuídate mucho hija, y sabes que...
—Si padre...que Jhon está para lo que yo ordene...Pero no...no lo voy a ordenar el es mi amigo nunca podria hacer eso.
—Como sea hija Pero si deseas volver...no lo pienses más y vuelve.
—Estaré un tiempo acá, padre, voy a  especializarme en lo que tanto me gusta.
—Está bien mi reina, estaré atento a ti.
Arielle colgó la llamada y volvió a la habitación, de camino se encontró con Jhon
—¡Jhon!  —dijo al ver que entraba  a la sala.
—Dígame señorita. —respondió y Arielle lo miró fijamente.
—¿Señorita? ¿Así tratas a tu amiga de infancia? —Jhon sonrió y Arielle corrió a sus brazos.
—Mi Ari...creí que nunca te acordabas de mi.
—La Nona me dijo quien eras ...mírate estás tan cambiado más fuerte.
—Y tu más hermosa, y más ahora que serás mamá. —Arielle sonrió y esta vez su sonrisa si llegó a sus ojos. Tener a alguien muy cercano junto a ella sería más fácil lidiar con su sensación de soledad.
—Ven...tenemos mucho de que hablar, tienes que contarme de tu vida. —dijo Arielle tomando de la mano a Jhon y saliendo al jardín.
—Cuéntame de Rachel, que de su vida, que pasó todo este tiempo.
Arielle suspiró profundo y contó todo desde que ellos decidieron irse a los estados unidos  y cada uno de los detalles de todo ese tiempo que vivió junto a Gabriell.
Jhon la escuchó muy atento a cada palabra, su corazón se estrujó al ver que su amor de niño ya era una mujer con sentimientos por alguien mas.
El resto de la tarde pasaron hablando y riendo, la  noche llegó y Arielle estaba sintiendo frío y Jhon lo notó
—Vamos tienes que cuidarte mucho, ahora no solo pienses en ti, sino en ellos. Mamá me dijo que son tres, y quiero cuidarte ahora que estás aquí.
Arielle y Jhon pasaron a la sala y luego a la sala de juegos donde Dora les llevó chocolate caliente.
—No olvidas que me gusta tanto Nona. —expresó Arielle tomando un sorbo del chocolate.
—Como lo olvidaría mi niña hermosa, siempre los tuve presente a todos ustedes, los extrañé mucho y ahora estás aquí y lo seguiré haciendo.
—Gracias Nona.
Arielle, dora y Jhon continuaron hablando por mucho tiempo, hasta que cada uno fue a su habitación.
Los días siguientes Arielle y Jhon salian a en busca de un nuevo lugar para empezar con su nuevo proyecto de organización de eventos y estudiar arquitectura.
—Ari, por qué no....
—No Jhon...no quiero la influencia de mi padre, quiero empezar desde abajo con lo que me apasiona y es crear.. ¿Te imaginas? Cuando nos den proyectos muy grandes..como construir una torre. —habló Arielle interrumpiendo a Jhon y riendo.
—Ya...ten cuidado, que crearás eso y una ciudad entera si te lo propones..Pero primero te cuidas y segundo, no te decia que hables con tu padre.
—¿No?
—No señorita.
—¿Entonces?
—Que puedes empezar conmigo, tengo un pequeño estudio en sociedad con algunos arquitectos y diseñadores  de interiores, Pero si deseas empezar yo te apoyo.
—¿En verdad?  ¿puedo trabajar contigo?
—Por supuesto que sí, no creas que mi madre trabaja para otras personas, cuando el señor Jordan la llamó para que te acompañe aquí, ella no lo pensó y aceptó y aqui estamos. Yo acompañándola a ella y con sintiéndote a ti.
Arielle estaba segura de que era lo que quería, trabajar y empezar su propia empresa sin la ayuda e influencias de su padre,  empezó con las clases y arquitectura y con una oficina en el edificio donde Jhon le había ofrecido trabajo, de diseños y contrataciones de eventos.
—Bueno,  yo acepto empezar a trabajar contigo.
Jhon y Arielle fueron a las oficinas para presentarla al personal .
Llegaron al edificio y tomaron el ascensor, marcaron los dígitos y subieron al piso treinta. Mientras subían Jhon tecleo en su teléfono a su asistente para una reunión urgente con todo el personal.
Llegaron al piso donde estaba la oficina de  presidencia y todos estaban reunidos ya.
Jhon entró con paso firme y su pose de hombre dulce y amable cambió a un semblante frío y arrogante.
Arielle se fijó en toda lo elegante de la sala de reuniones, en pocas ocasiones que entró a la de Fabrizzio o a la de su padre y era algo similar a la que tenía frente a ella.
Miró todo a su alrededor y luego a John.
Jhon la tomó de la mano y entrelazó sus dedos entre los de ella.
—¿Lista para empezar en tu trabajo?
—Estoy lista Jhon, y gracias por tanto apoyo.
—Le debo todo a Jordan, él pagó mis estudios, y ayudó a mi madre siempre hasta que pude darle una vida digna como la que se merece.
Arielle se abrazó a Jhon y nuevamente agradeció.
Jhon habló y presentó a Arielle a todos como...
—Señores les presento a nuestra nueva compañera de trabajo, ella ocupará la vacante de gerencia, y sus órdenes son como una de mis órdenes. —habló jhon mirando a Arielle.
—Jhon...yo aún no...
—Tu podrás con esto y más Arielle, te conozco y se que puedes.
Arielle aceptó el reto y empezó, cada día iba y venía en compañía de Jhon, que era un hombre muy apuesto con diez años de diferencia y era uno de los arquitectos más conocidos de Nueva York.










CAMINOS CRUZADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora