Helena y Connor hablaron durante todo el camino, aunque sus referencias al día en el que se conocieron dejaban un poco perdida a Emilie, sin embargo, ésta también acababa participando en la conversación, sobre todo si era para meterse con Connor, lo que parecía encantar a Helena.
A ojos de Emilie, Connor era más guapo de lo que se le había descrito. Tenía una gran sonrisa que le iluminaba el rostro, unos ojos claros que solían mirar con curiosidad a todas partes, una risa contagiosa y caminaba como si nada en el mundo le preocupara. No podía negar que fuera encantador. Incluso Helena lo había notado, lo que deducía por cómo su humor había mejorado.
Llevaban veinte minutos caminando cuando en la cima de una colina, Connor señaló a un punto abajo, en una pradera de amapolas. Éstas se mecían por el suave viento veraniego.
—Allí están —dijo Connor finalmente —Vamos, vamos.
Él comenzó a correr, o más bien a trotar no muy rápido, para que ellas siguieran el ritmo. Los dos muchachos y la chica que habían allí sentados se levantaron algo confusos. Connor abrazó primero a uno de los chicos, como Helena pensaba que se abrazaban lo hombres, muy fuerte y con palmada en la espalda, y la chica fue a la última que saludó, con un abrazo que levantó sus pies del suelo.
—Chicos, éstas son: Helena y Emilie —dijo como si él las conociera de toda la vida, aunque a la última la había conocido hacía menos de una hora —Y ellos son: Carl, Ian y Kate.
Ambos se saludaron de manera respetuosa, pero no lo suficiente para ellas, siendo quienes eran. Sin embargo, no les dieron importancia, ya que parecía que acababa de enterarse de que irían.
—Lo siento, no os he podido avisar porque todo ha sido muy rápido —dijo él como leyéndole la mente a Helena —Pero sé que os gustarán.
La chica sonrió y las cogió a cada una de un brazo —Perfecto, empezaba a cansarme con tanto chico.
—Pues yo no sé si podría —comentó sin pensar Emilie.
Kate llevaba un vestido más sencillo de color rojo, y el pelo le caía suelto hasta los hombros de un bonito color chocolate. Era la más baja de las tres, y Helena dedujo que apenas llegaría al metro sesenta. Se le hacía bastante adorable, la verdad.
—Helena —comenzó Connor —Nos ha salvado prestándonos su manta.
—Jarapa.
—Lo mismo es —Ella puso los ojos en blanco, y él añadió —Quejica.
—¡Gracias! —dijo bastante contento Carl. Ian asintió, y Emilie notó que parecía tímido y que no le agradaba la presencia de las chicas allí.
—No ha sido nada.
Connor, quién llevaba la jarapa, la extendió antes de que se dieran cuenta, y dejando sus zapatos fuera para no mancharla, se sentó como un indio.
Helena se sentó a su lado con Emilie, y al lado de ésta Kate, con Carl e Ian al lado de Connor, en un círculo. En medio de ellos, Helena vio a Carl poner una cesta de madera.
—Menos mal que siempre hago de más —Emilie sintió que sus mejillas se coloreaban de rojo, pero Helena rió.
—Aunque para comer algo delicioso de verdad, el indicado habría sido Connor —dijo Ian, haciendo que Carl hiciera una mueca, que desapareció cuando Ian le pasó el brazo por los hombros, en un gesto amistoso. Connor sonrió.
—¿Connor? —preguntó Helena con curiosidad.
—Sí, estuvo trabajando en una pastelería durante un tiempo —explicó Kate, haciendo que éste se encogiera de hombros.
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La Profecía (+18)
RomanceEl evento más esperado del año, un vistazo hacia el futuro por el Oráculo, se convierte en la mayor pesadilla de Helena, hija del duque de Vera. A partir de ese momento, la pobre chica se convierte en una parea gracias a una Profecía. Con 14 años y...