Tía Sonya se había marchado poco después que Helena, afirmando que, a pesar de querer quedarse un poco más para comprobar que todos estaban bien, ella tenía una familia de por sí que la esperaba en casa. La despidieron en las puertas, y esta vez, su padre no usó ningún calmante para que no pudiera acudir. Eso había sido hacía ya días.
Gray entró en su alcoba tras unos toques en la puerta antes.
—Serena ya ha hablado con el príncipe —le informó Gray, quien era de los pocos que se habían quedado con ellos. Todos los demás, o aún tenían dudas, o ayudarían desde lejos.
—¿Y? —Él negó.
—Decía que él se intentaría poner en contacto —Ben suspiró. Odiaba utilizar a Serena como mensajera, pero era más rápido y más seguro.
—Por cierto, Ben, no sé por cuánto voy a poder convencer a mi padre para quedarme —Éste se llevó las manos a la cara —Lo siento, pero mi padre empieza a mosquearse.
—No, lo entiendo.
—Pero, si tal vez, volviérais a la corte, todo sería más sencillo —sugirió. Ben se masajeó las sienes.
—Ahora mismo no tengo mucho poder de persuasión sobre mi padre —respondió.
Gray se apoyó en el marco de la puerta y dijo —Puedo hablar yo con él. Me escuchará más que a ti.
—Si lo haces, que no sea muy cantoso —le pidió. Gray se cruzó de brazos ofendido. Fue a hablar cuando una figura femenina apareció a su lado, tocando la puerta, que estaba enteramente abierta e inclinándose. Gray no pudo evitar esbozar una sonrisa.
—Delilah, ¿querías algo? —preguntó Ben. Ella miró por el rabillo del ojo al sonriente chico a su lado.
—Vuestro padre os llama, milord —le dijo.
—Muchas gracias, puedes retirarte —Delilah se agachó haciendo una reverencia y se marchó por el pasillo, mientras Gray la seguía con los ojos.
—Tienes que llevártela contigo si nos vamos a la corte —le pidió.
—¿Por qué?
—Pues porque ya está metida en el ajo, será más sencillo que meter a alguien más —se excusó él.
—Qué mentiroso eres —Gray suspiró dramáticamente.
—Vale, vale —admitió, dejando su peso caer contra el marco de la puerta. Gray miró al suelo —Es que es tan bella, y cómo camina. Me encanta cuando está intentando no matarme, que básicamente es cada vez que le dirijo la palabra. ¡Se pasa el día rehuyéndome!
Ben rió. Hacía tiempo que no sentía ganas de echar unas carcajadas, pero todo había cambiado tanto... ya no sabía ni quién era.
—Pues no la persigas todo el día, y no tendrá que huirte —le dijo.
—Ja, ja.
—¡Venga! No te enfades, y por supuesto que se vendría con nosotros, si ella quiere —lo consoló.
—¿Por qué no iba a querer? —preguntó con el ceño fruncido.
—Quién sabe, a lo mejor no quiere dejar a su familia —Gray pareció pasmado. Ni siquiera se le había ocurrido.
—Tengo que preguntárselo —dijo él con tono seguro echando una mirada por donde se había ido —Nos vemos luego.
—¡Gray! —lo llamó, pero el otro no le hizo ni caso. Ben apoyó la cabeza en la mesa y soltó un suspiro. Iría a ver lo que su padre quería antes de que se cabrease más con él si era todavía posible. Aunque en ese momento, creyó al 100% que toda su familia se odiaba entre sí. Y no le extrañó.
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La Profecía (+18)
RomanceEl evento más esperado del año, un vistazo hacia el futuro por el Oráculo, se convierte en la mayor pesadilla de Helena, hija del duque de Vera. A partir de ese momento, la pobre chica se convierte en una parea gracias a una Profecía. Con 14 años y...