Helena se vistió con una mueca. Desde aquel día en el que había comido con la princesa y luego la Sra. Mera le había explicado cómo seguiría con sus estudios, había tenido que levantarse temprano todos los días y dar largas clases, que continuaban por la tarde, ya que tampoco tenía nada más que hacer. Seguía recibiendo todas las comidas en su cuarto, aunque ahora era porque estaba cansada de tanto estudiar, a pesar de que ya había empezado a acostumbrarse poco a poco. Por lo que fue una sorpresa cuando el día anterior le había llegado una nota por la reina misma en la que le exponía sus deseos de desayunar juntas antes de que ella se marchase a sus clases. Helena no había podido hacer otra cosa que aceptar, aunque temía que le dijera algo parecido que su propia hija le había dicho con anterioridad.
Salió de su alcoba seguida por Gwen y Eris, a quienes ya le había cogido la suficiente confianza y casi, casi, se habían convertido en amigas. Ellas le habían descubierto las maravillas de la lectura erótica, que era lo único que leía o que hacía cuando no estaba estudiando, haciendo deberes, comiendo o durmiendo. Un par de horas al día solamente.
Aún tenía ojeras, aunque ahora sus doncellas se las trataban con toda clase de ungüentos, y la obligaban a irse más temprano a la cama, para que así, cuando una de las tantas pesadillas que la acechaban por las noches la despertaba, ya hubiese dormido algo, y todavía pudiese dormir un poco más, si es que podía volver a pegar ojo. Sin embargo, el dolor había ido mitigando, aún estaba ahí, en su pecho, detrás de sus ojos, presionándola, en su cabeza, en todas partes, pero ya no vomitaba al pensar en él, y el apetito había ido aumentando. Y ella lo odiaba. Odiaba sentirse mejor, odiaba haber recuperado algo de su previa silueta, y que le dijeran que se veía mejor. Sentía que lo estaba traicionando.
Intentó que no se le notara en la cara cuando los guardias abrieron las puertas y ella hizo una reverencia, muy inclinada. Cuando elevó la mirada, no la encontró sola, toda la familia estaba allí, desde el rey hasta sus tres hijos, Darren y y sus hermanas. Helena sintió que se quedaba sin aire, pero la reina sonrió.
—Buenos días, querida —la saludó ella —Ven, toma asiento junto al príncipe.
—Sí, majestad —Helena se sintió rígida mientras caminaba hacia la mesa rectangular.
El rey estaba sentado a la cabeza de la mesa, con la reina a su izquierda y Darren a su derecha, y al lado de la reina, estaba Roisin seguida por la otra pequeña princesa. Aún no había empezado a desayunar.
—Buenos días —se acordó de desear a todos, aunque no fuera sincera.
Un sirviente le corrió la silla hacia atrás, y ella se colocó al lado de Darren, frente a Roisin, y con la silla en su sitio, Helena se sentó. Darren no la miraba con demasiado interés, aunque ella no se dejó pensar que su apego por fin había llegado a su fin. Solo parecía cansado, y a lo mejor, pensó ella, esa era la razón por la que solo había recibido unas cuantas visitas en su estadía, que se podían contar con los dedos de sus manos. Aunque ella siempre se había mostrado fría, apática e indiferente. No podía evitarlo.
—He oído que estás dominando todo lo que lady Mera te exige hacer —Helena no lo habría dicho así, simplemente tenía mucha ayuda y a quién recurrir si algo se le atragantaba.
—Me estoy defendiendo.
—No hace falta que seáis modesta —respondió el rey. Ella asintió.
—Espero que todo ese trabajo no te haya hecho echarme mucho de menos —dijo por primera vez en la mañana Darren, mirándola con media sonrisa mientras se echaba mermelada a una tostada.
Ella parpadeó y con una sonrisa dijo —¡Ah, que estabas aquí! No te había visto —La niña empezó reír a carcajadas sin importar cómo la miraba su hermano, y hasta el rey se rio un poco de forma disimulada. Helena se sintió satisfecha.
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La Profecía (+18)
RomanceEl evento más esperado del año, un vistazo hacia el futuro por el Oráculo, se convierte en la mayor pesadilla de Helena, hija del duque de Vera. A partir de ese momento, la pobre chica se convierte en una parea gracias a una Profecía. Con 14 años y...