Capítulo 27

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La relación entre Helena, Ben y Connor había cambiado. Era cierto que los tres parecían conejos -aunque Ben no supiera de Connor-, pero era distinto. Desde que Serena llegó, a la cual se encontró cuando volvió del lago, Ben no tenía mucho tiempo para ella, aunque no sólo fuera por eso, ya que tenía responsabilidades. Es decir, cada vez que se veían, se limitaban a follar. Sin embargo, pasaba horas enteras con Connor hablando, y con sus amigos, y luego cuando ya se quedan a solas, sí que lo hacían hasta que no podían ni respirar, pero siempre habiendo tenido una conversación antes. Helena por fin entendía cuando las chicas de la Corte decían que era más fácil tenerlo en la cama que tener una conversación con él. Y ella echaba de menos charlar.

Con menos de tres días para su cumpleaños, Helena empezó a estar molesta por ser tratada así, aunque por el bien de la celebración, había decidido no decirle nada hasta después.

Hacía dos días que había sido su primera vez con Connor y la noche anterior la había pasado con Ben. Connor decía que tenía que contarle que ellos también estaban juntos, pero Helena realmente no veía la manera de hacerlo, y si Connor no lo hubiera descubierto por su cuenta, estaba segura que no se lo habría dicho. Pero lo sabía, y aunque al principio la había odiado y se había sentido traicionado, luego todo fue mejorando, viento en popa. Hasta que se habían fundido como si uno de ellos fuera el sol.

Helena bajó a comer y se encontró con su padre en el pasillo.

—Iba a ir a tu cuarto para hablar contigo —dijo él sorprendido.

—Pues habla mientras comemos —Su padre la detuvo por el brazo.

—Es importante —Ella frunció el ceño, sin saber a que venía eso, pero asintió dando marcha atrás a sus pasos y yendo a su cuarto acompañada.

Cuando llegaron, él cerró la puerta detrás. Parecía nervioso, mientras jugaba con sus manos.

—Padre, ¿qué pasa? —preguntó.

—¿Recuerdas cuando eras pequeña, y me decías que querías que rehiciera mi vida para que fuera feliz? —Helena no necesitaba más para saber qué era lo que quería decir, y aunque ella jamás había pensado en Emilie para él, si eran felices, a ella no le importaba si era juntos.

—Así es, y sigo pensándolo —Su padre sonrió, aunque todavía estaba nervioso.

—Pues siéntate, tengo que decirte algo —Ella asintió mientras se sentaba, y su padre hacia lo mismo a su lado.

—Suéltalo ya, me estás asustando —mintió, pues sabía perfectamente lo que iba a decir, pero quería ponérselo un poco difícil.

—He encontrado a una mujer-

—Oh, ¿sales con alguien? —preguntó.

—Déjame terminar, por favor —Ella asintió, si iba a decírselo es que iba a hacerlo oficial, y que iban en serio —Es alguien que ha estado a nuestro lado desde hace mucho, pero jamás me había fijado en ella así hasta hace unos meses, casi un año. No vas a- no te va a gustar, al principio, pero quería estar seguro antes de decírselo a alguien. Por favor, no te enfades con ella, yo he sido quien la buscó, y quien no dejó que me rechazara.

—¿Quién es, padre?

—Es... Es Emilie —Ella ni siquiera se hizo la sorprendida.

—Mi mejor amiga —En ese momento tuvo ganas de preguntarle cómo se había fijado en esa chica que podía ser su hija, pero ella se había fijado en su propio hermano, sabiendo que eran hermanos. No tenía excusa, así que se calló.

—Así es, pero-

—Está bien, no puedo decir que lo comprenda, pero me alegro por vosotros, padre. Igualmente, ya lo sabía —admitió.

La Profecía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora