Capítulo 52

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—¡¿Cómo dejaste que lo mataran?! —gritó Carl agarrándole de la camisa. Tenía rastros de lágrimas. Ben se vio desolado, jamás había sido amigo de ese chico, ni nunca había querido serlo, pero lo que le había pasado no había sido justo. Él debería haber sido quien se fuera con ella, quien la protegiese... Y a él no le habrían hecho eso, lo sabía. Además, Helena estaba descompuesta. Habían tenido que sedarla de lo alterada que había estado, y luego había escuchado que había vomitado. Tampoco comía. Es como si hubieran vuelto al inicio.

Los caballos relincharon al sentir la agresividad que de él emanaba, pero ninguno les prestó atención. Tenían otras cosas en mente.

—¿Crees que no lo habría impedido de haber podido? —preguntó. Él miró a Kate, buscando algo más de sosiego por su parte, pero ésta parecía estar en otro lugar, con los ojos perdidos, aunque lloraban. No la culpaba.

—¿Fue rápido? —demandó de repente. Su hermano la miró consternado, no parecía querer detalles de su muerte.

—Sí —contestó Ben, sin decir que lo más probable es que lo hubiesen torturado durante ese tiempo en cautiverio. Eso solo les haría más daño.

—¿Qué quieres de nosotros, Ben? —preguntó Kate, su tono era de agotamiento. Él se sorprendió al escucharla decir su nombre, jamás habían tenido una conversación, por lo que no se había dado el caso. Su hermano siempre era el que saltaba primero, el que se quejaba o se alegraba más fuerte, y ella la que intentaba atenuarlo.

—Quiero que me ayudéis a-

—A salvar a Helena, ya, lo sabemos —respondió ella —Suéltalo, Carl, no ibas a tocarlo igualmente —Él obedeció, separándose de él con rudeza —P-pero como sabrás —continuó limpiándose las lágrimas —, no queremos acabar como él. Y tú ni siquiera pudiste liberar a Connor o a tu hermana cuando estaban bajo tu mismo techo, ¿qué te hace pensar que podrás ayudarla cuando esté lejos?

—¿De qué hablas? —Los hermanos compartieron una mirada.

—Hemos oído que hay planes de que se marchen pronto... aunque no sabemos cuándo —respondió Carl.

—No...

—Lo sentimos —dijo Kate —, pero no podemos ayudarte a liberarla.

Kate se levantó de donde había estado sentada, y acarició a un caballo blanco que parecía algo inquieto con tanta discusión. Se habían reunido en los establos para tener algo de privacidad, ya que Ben ya no se fiaba de nadie dentro del palacio, y por allí no había nadie que pudiera escucharlos. Carl se acercó a ella y le dijo —Vámonos. No hacemos nada aquí.

—Lo mataremos —sugirió Ben intentando impedir que se fueran. Kate se giró la primera, sus ojos estaban oscuros.

—¿Y cómo planeas hacer eso? —preguntó.

—No lo sé, pero, si cuento con vuestra ayuda, sé que podremos hallar un plan. Uno que funcione —dijo al ver como Carl iba a replicar.

—Su cabeza... quiero su cabeza —murmuró Kate con la cabeza gacha, como si la paja del suelo fuera lo más interesante que hubiese visto. Ben se acercó con pasos lentos a ella, y le alzó el rostro con una mano en la mejilla.

—La tendrás —le prometió —, y una vez sea duque, os daré más dinero del que podáis imaginar —Carl gruñó.

—No lo haríamos por dinero —dijo, apartándolo de su hermana —No somos sicarios.

—Pero tampoco vais a abandonar a vuestra familia y a posiblemente morir gratis —dijo él. No quería engañarlos. Kate extendió su mano.

—Quiero que mi familia no tenga que trabajar en tres generaciones más por lo menos —dijo. Ben suspiró derrotado, pero le apretó la mano.

La Profecía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora