Nada se había mantenido igual.
Y a la vez, todo.
Eran apenas las dos de la mañana, y habían pasado cinco días desde aquel primer beso. Cuatro días desde el segundo. Helena los contaba con emoción, porque se moría por encontrarse con él otra vez. Y "otra vez" significaba que la última vez que lo había visto fue el día anterior. Sin embargo, no habían vuelto a llegar hasta donde llegaron esa segunda vez. Hablaban casi toda la noche, aunque siempre se ponían juguetones al final, después de todo.
Habían quedado en que se verían un día sí y otro no, sobretodo porque Helena no se había dado por vencida, y algún día que otro querría volver a la cama con su hermano. Connor... Le gustaba Connor, pero no lo amaba, no como amaba a Ben. Pero era diferente, se había forzado a amarlo, ella sabía que era su hermano y que ya lo había amado antes de ese plan de locos, pero prefería pensar que no lo utilizaba del todo y que sólo quería estar con el amor de tu vida.
Todavía no sabía si se mentía a sí misma.
Y ese día había llegado, Ben debería haber arreglado sus pensamientos ya, el hecho de haberla visto casi desnuda. Salió de su habitación como casi siempre, pero estaba vez en otra dirección. La puerta se abrió como siempre hacía, como dándole la bienvenida después de tanto tiempo. La cama sonó y la silueta de su hermano alzarse por los codos fue lo primero qué vio.
—¿Helena?
—La misma —dijo sonriente.
—Hace tiempo que no venías —dijo ya haciéndole hueco.
—Lo sé, pero sigo necesitándote. Lo siento —dijo sentándose ya en la cama. Helena notó que Ben intentaba no mirarla, que sólo se permitía darle rápidos vistazos.
—Está bien, siempre serás bienvenida —Helena se tumbó junto al largo cuerpo de su hermano —Apenas te he visto esta semana, aparte de las comidas y eso.
—Digamos que he conocido a alguien —Su hermano giró la cabeza más rápido de lo que ella había esperado. Llevaba un camisón de tirantes con escote en V, se echó el pelo hacia atrás y cuando puso el brazo en su torso, notó como Ben miraba cómo sus pechos se apretaban. Lo vio tragar —Tengo nuevos amigos —añadió sonriente. No quería que supiera su relación con Connor porque ni siquiera ella sabía qué eran, ya que no se lo habían dicho a nadie. Además eso sólo sería dar pasos hacia atrás.
—Me alegro, pero no te alejes de mí, ¿sí? —Le pasó el cabello por detras de la oreja, y Helena se acercó más a él.
—No podría aunque me lo pidieras.
—¿Ni aún así? —Ella negó, y su expresión cambió.
—¿Hay algo que te preocupe? —le preguntó apoyando suavemente su mano en el rostro de su hermano. Él se inclinó ante la calidez de ésta.
—Puede ser, pero...
—Puedes hablar conmigo, no soy una niña. Puedo escucharte —Él asintió, y colocó un brazo sobre la cintura de Helena.
—No sé qué hacer sobre un tema. Puede, sé, que no es lo correcto, pero aquí —dijo moviendo la mano de Helena hasta donde estaba su corazón, dijo —Aquí siento que no puede ser tan horrible, si así lo siento.
—A veces, es sabio seguir lo que tu corazón anhela —dijo Helena deseando que él estuviera hablando sobre ellos dos —O podrías volverte loco. Y cuando te vuelves loco, ya no puedes seguir ni a tu corazón ni a tu mente.
—Lo pensaré —Se inclinó sobre ella y le dio un beso en la mejilla —¿Y tú? ¿De quién te has hecho amiga?
—Se llaman Connor —Pronunciar su nombre lo sintió como traición, tanto para uno como para el otro —, Ian, Kate y Carl. Emilie también se ha hecho su amiga.
—¿De verdad? Me alegro, aunque sé que no os necesitábais más que a vosotras, no estará mal conocer a más gente.
—Así es, de hecho a Connor lo conocí en el palacio. Trabaja como guardia del palacio.
—¿Y sois... muy amigos? —Ella se encogió de hombros aunque sabía a qué se refería, pero a la vez no pudo evitar pensar en sus besos, sus caricias, su lengua...
—Sí, bueno —contestó con un tono inocente —Acaba de salir de una mala ruptura, así que necesita apoyo de sus amigos.
Ben pareció tranquilizarse al escuchar eso. Como si ya no representara un problema.
—Pobre. ¿Y los demás?
—No los conozco tanto, la verdad —Él sonrió asintiendo, como si estuviera de acuerdo —¿Y tú con los demás? Ya sabes, Anna, Victor, Serena y Gray.
—Víctor y Anna están de luna de miel y no vuelven hasta otoño, Gray ayuda a su padre en la Corte casi todo el tiempo, pero creo que Serena vendrá a mediados de Agosto.
—Los echarás de menos —dijo Helena apenada.
—Bueno, te tengo a ti que es igual de bueno —Helena sonrió.
—No sé qué habría hecho sin ti —Ben no pareció entenderlo, así que añadió —Desde ese horrible día hace 4 años, me has apoyado tanto... Siento que te debo toda mi vida.
—Helena, eso n-
—Ahuyentaste el miedo que pude haber sentido en ese momento, y por eso te quiero —dijo cortándole y abrazándolo con fuerza —Quiero estar para siempre así contigo.
—Y así pasará si tanto lo deseas. Nada puede separarnos —Ben le dio un beso en la coronilla de su cabello.
La había estado añorando, las noches en las que se escaqueaba de su cuarto y se colaba en el suyo, que pasearan juntos a caballo, estar tumbados en la hierba, o mojándose los pies. En ese momento, Ben recordó que no podía pensar en agua, porque si lo hacía, pensaba en todo lo demás, y de repente, el cuerpo de su hermana se le hizo más evidente. Sus pechos contra él, aplastados por la fuerza del abrazo, la pierna sobre la suya, y lo que más arriba se ocultaba. Su feminidad. Quería... Quería hacer muchas cosas que no deberían ser legales pero que lo eran ¿Cómo podía un hermano pensar obscenidades de su hermana? Había tenido sueños, sueños que le habían llevado a rezar lo que fuera por redimirse. Ella sobre él, o al revés, eso daba igual, pero todo lo demás...
A veces se despertaba exaltado y con la cama sudada, el sueño había sido tan lúcido que le había parecido real. Hubo una mañana incluso, que una doncella se encontró con una erección nada más pasar la puerta. Claro que se había ido ruborizada, pero lo había avergonzado mucho. Y para quitarla... Su hermanita le provocaba problemas que nunca antes había sentido.
Y como había imaginado, esa noche se le hizo imposible dormir.
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La Profecía (+18)
Storie d'amoreEl evento más esperado del año, un vistazo hacia el futuro por el Oráculo, se convierte en la mayor pesadilla de Helena, hija del duque de Vera. A partir de ese momento, la pobre chica se convierte en una parea gracias a una Profecía. Con 14 años y...