Capítulo 77

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Helena esperó a que Darren llegara a sus alcobas, pero la noche empezó a echársele encima, y éste no aparecía. Con un suspiró, Helena se puso su bata de seda rosa y con una vela en la mano, salió de sus alcobas.

Los guardias apostados en su puerta la siguieron en silencio, como si fueran su sombra, y con pasos suaves, Helena se dirigió a la sala de guerra, en donde últimamente Darren pasaba largas horas, y al ver otro par de guardias de su escolta apostados en las puertas, comprobó que había hecho bien en ir a ese lugar. Helena entró en la sala y cerró la puerta tras de sí.

—¿Quién es? —preguntó. Elevó la vista y la encontró de pie, a un metro de la puerta.

Darren estaba sentado en el alfeizar de la ventana, apoyado contra el cristal. En su mano, tenía un vaso con seguramente ron, y las marcadas ojeras le demostraron lo cansado que estaba.

—Perdona la intromisión, pero no parecía que fueras a venir a la cama —respondió Helena, fijándose en que seguía vestido.

—Estaba pensando —respondió, bostezando tras su puño —, al parecer una guerra no es tan sencilla de ganar.

Helena se acercó hasta él, acariciando sus rubios cabellos. Darren se dejó apoyar en ella, cerrando los ojos.

—En realidad no podía dormir —le dijo Helena suavemente, Darren abrió los ojos y la miró —Me da miedo que os pueda pasar algo a ti o a mi familia en la guerra. Y con lo que hiciste el otro día, tengo mal cuerpo.

—Sabes que me obligó a hacerlo —contestó Darren.

—Ya lo sé, pero parece que es tu primera opción, Darren —Darren la soltó y se alejó, levantándose. Helena suspiró, viendo su reacción molesta —Lo siento, sé que no lo haces porque te guste, pero por favor, no quiero ver más muertes.

Helena se acercó a él y apoyó la cabeza en su pecho. Darren dejó la copa de vino en la mesa de guerra y la rodeaba con un brazo mientras con la otra mano le acariciaba suavemente el cabello.

—Prométeme que tendrás cuidado —le pidió con los labios contra su pecho. Helena alzó el rostro para mirarlo y él la besó de repente. Helena se puso de puntillas, pasándole un brazo por el cuello.

—Por supuesto, volveré.

—Y prométeme que intentarás que mi familia esté a salvo —Darren suspiró.

—No es tan sencillo, Helena.

—Retenlos como prisioneros de ser necesario, pero no dejes que mueran, por favor —Darren asintió.

—Son familia, y yo protejo a la familia —Helena sonrió, y lo supo. Si quería tener toda su confianza, si quería que Darren fuera totalmente suyo, tenía que decírselo. Helena sintió que el latido de su corazón se aceleraba, habían tantas cosas que podían salir mal, que Helena temió.

—Hablando de familia —Helena esbozó una sonrisa y tomó la mano de Darren entre la suya. Darren frunció levemente el ceño, confuso, pero ella guió su mano hasta su vientre —Vamos a tener un bebé —Los ojos de Darren se agrandaron.

—¿Qué?

—Después de la decapitación me sentí encontrándome mal y cuando bajé a la ciudad con Erin y Gwen, y vomité, les pedí que me llevaran hasta el curandero más cercano —explicó. Helena asintió —Vamos a ser padres.

—Pero... pero pensé... Oh dios mío —Darren la rodeo con sus brazos y la abrazó muy fuerte, aferrándose a ella y subiéndola en el aire. Ambos rieron —¿Estás segura, verdad? Por favor dime que sí.

—Claro que sí, no te lo habría contado de no estarlo —Darren sonrió ampliamente y la besó apasionadamente. Helena alzó el rostro de Darren con sus manos mientras se sujetaba a su cintura con sus piernas. Darren empezó a darle húmedos besos por su barbilla y su cuello. Solo podía oír el canto de los grillos que se mezclaban con chasquido de sus labios contra su piel, de su respiración acelerada mientras clavaba los dedos en su piel y se arqueaba para que Darren besara el comienzo de sus pechos cuando recordó que no había terminado con la conversación —Espera, espera.

La Profecía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora