Capítulo 15

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«Quiero una cita contigo» le había dicho Connor a Helena desviando la mirada, de repente tímido. No entendía por qué se ponía así si sólo le estaba pidiendo algo simple, algo menos atrevido que besarla o tocarla, y aún así, sintió más miedo. Helena lo miró sorprendida, y se dio cuenta del suave rubor que daba color a sus mejillas, y sonrió.

«¿Una cita?» había preguntado ella «Pero, ¿en serio?» Él asintió, y de repente ella también se había puesto nerviosa. Deseaba mucho esa cita, aunque nunca hubiera pensado en tener una. Mientras las chicas normales hablaban de muchachos apuestos, y de su incierto futuro con ellos, ella sólo hablaba de su futuro maldito y pensaba en seducir a su hermano. Pero pareció entusiasmada cuando respondió «Sí, sí».

Eso había sido el día anterior.

...

Helena se preparaba para salir a su cita. No se lo había dicho a nadie, aunque en cuanto llegara, pensaba avalanzarse a Emily con detalles, aunque eso era si salía bien, que era lo que deseaba. No tenía mucha experiencia con los hombres, pero no le había ido mal de momento.

Se había vestido con ropas de campesina que le había llevado por la mañana Connor, para que pasaran desapercibidos por donde quisiera que fueran, y si su padre hubiese estado enterado de eso, lo habría considerado como una falta de respeto. Sus ropajes eran para hacer ver a los demás en qué posición se encontraba, y cómo debía ser tratada. Pero en ese vestido, ella se sentía libre. Era un vestido que le llegaba hasta los tobillos como los suyos, la falda de un blanco beige, y la parte de arriba azul marino, todo muy sencillo, y a su cintura se ató una especie de delantal blanco. Era la primera vez que se vestía completamente sola teniendo que usar corsé, ya que ese se ataba por delante y no por detrás como los suyos, aunque los suyos eran mucho más bonitos, con más detalles y de una calidad superior. También llevaba unos bolsillos atados a su cintura, por debajo de la falda.

Ella se miró en el espejo, colocándose unos guantes que le llegaban hasta la muñeca sin la parte de los dedos. Se trenzó el cabello, con una simple trenza, porque a sí misma era incapaz de hacerse alguna otra. Con suerte no le había salido mal, de hecho.

Helena se puso una de sus botas que le llegaban hasta los gemelos, de cuero marrón, y caminó por los pasillos que sabía que estarían menos concurridos, dirigidos a los criados, hasta salir por la puerta del servicio, donde habían quedado. Miró su reloj, y vio que por una vez, no llegaba tarde. "Y él tampoco", pensó viendo como se acercaba a su punto de encuentro a lomos de un corcel castaño, que relinchó cuando Connor lo detuvo en frente de ella, y le ofrecía una mano.

—Vamos —Ella la aceptó, subiendo a su espalda con su ayuda, y sujetándose a su cintura.

—No sabía que supieras montar —comentó ella, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿No? Bueno, no soy muy bueno, pero tampoco me caigo —Ella rió.

—Es el único requisito que yo te pediría —Connor se encogió de hombros.

—Por cierto, no te había reconocido al principio.

—¿De verdad? —preguntó sorprendida. Ella lo vio asentir.

—Pero estás preciosa —Connor la sintió abrazarlo con más fuerza, seguramente enterrando una sonrisa en su espalda —Aunque no llevaras nada... Bueno, si no llevaras nada prácticamente sería un hecho que estarías preciosa.

—¡Oye! —¿Dónde había quedado el chico tímido y avergonzado? Pero lo que ella no sabía, es que le encantaba incomodarla de esa forma.

—Pero si digo la verdad —contestó defendiéndose.

Helena se dio cuenta de que realmente Connor no estaba dando el 100% de la velocidad del caballo, y supuso que seguramente no tendría tanta experiencia y quería asegurarse de no perder el control. Sin embargo, lo cierto era que él sólo quería pasar más tiempo con ella así, aunque bueno, puede que también fuese un poco por lo otro.

La Profecía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora