Capítulo 45

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Helena se despertó cuando le sonaron las tripas. Con el ceño fruncido y los ojos aún cerrados, extendió su brazo y rastreó la cama. Sin embargo, solo notó el frío espacio vacío a su lado. Levantó la mirada, y lo buscó por la habitación sin éxito, teniendo que taparse con el dorso de la mano los ojos. La luz era bastante intensa, así que supuso que sería casi mediodía, las once o doce. La noche anterior se habían dormido muy tarde cuando ya amanecía, así que apenas habría dormido unas 3 o 4 horas.

Se sentó en la cama, y preguntó en voz alta —¿Connor? —Con un bostezo, esperó una respuesta. Con la piel de gallina por una brisa fría, Helena frunció de nuevo el ceño y tomó su camisón para tapar su completa desnudez. Aún sentía la humedad y algo del calor de la noche anterior en su entrepierna.

—¿Connor? —volvió a preguntar saliendo de la habitación. No había mucho por dónde buscarlo dentro de la cabaña, así que, mientras se frotaba los ojos intentando deshacerse del sueño, se espabiló completamente con un repentino latigazo de miedo.

Helena dio un brinco del susto cuando la puerta de madera se abrió bruscamente, pero suspiró de alivio al ver al chico entrando.

—Buenos días —dijo ella. Connor ya iba completamente vestido, bastante humilde, pero se veía igualmente atractivo. Se acercó a él, y se elevó de puntillas para besarlo, pero sólo besó al aire cuando él apartó la cara —¿Eh? —Connor se apartó de ella.

—Deberías vestirte, pronto nos vamos —Helena lo miró con confusión.

—¿Sigues enfandado? —Connor resopló.

—Claro, Helena, una noche de sexo no cambia lo que hiciste y cómo me siento al respecto —le dijo sin rodeos. Supuso que ella misma se habría encargado igualmente de sonsacarselo, así que quería ahorrarse todo el proceso. No le apetecía hablar con ella.

—Pero pensé... Anoche dijiste que-

—Dije que eras una adicción, Helena —le recordó —, y eso no es un cumplido. Las adicciones entran en tu vida como una manera de aligerarla hasta que te la destrozan, hasta que te destrozan por dentro.

—¿Eso soy para ti? —preguntó. Él no respondió —¿Entonces que haces aquí?

—¿Aparte de recibir esa desagradecida actitud tuya? —preguntó. Ella se mordió el carrillo derecho y se negó a contestar —Soy un adicto. Así que mientras sigas en mi vida, lo eres todo.

—¿Cómo puedes decir algo tan tóxico? —Connor rió.

—Es que somos tóxicos, ¿no te das cuenta? Tú, Ben y yo —Ella negó —Sin mencionar al principito —resopló con la mención de Darren.

—¿Por querernos? —Sabía que no era lo habitual, que ese tipo de relaciones poliamorosas no se daban en ningun de los lugares de donde eran, pero eso no quería decir que fuese incorrecto.

—¿Querernos? ¿A tu hermano le hace la misma gracia que a mí compartirte? —Connor la vio apretar los labios —Eso pensaba. Y sois hermanos, por el amor de los dioses... y como si no fuésemos suficiente... Con él, a quien ni siquiera conoces.

—Fue un error-

—¡No, Helena! ¡Un error es quedarte durmiendo cuando tienes trabajo! ¡No traicionar a quienes quieres! —Connor se quedó sin aliento cuando terminó de gritar, y se le bajó el mundo a los pies cuando vio sus lágrimas. Helena intentó detenerlas con las manos, pero empezó también a hipar.

—T-tienes razón. Lo siento —dijo, mientras se sorbía los mocos —Soy una niñata.

Él no la corrigió.

—D-dame un-unos minutos —continuó trabándose —M-me visto ya.

Helena lo escuchó suspirar cuando entró en la habitación, cerrando la puerta detrás de sí.

La Profecía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora