—¡Por lo menos no la dejes ahí sola! —le dijo furioso.
—¿Y a quién meto, eh? ¿A su amante? —Ben hizo una mueca.
—Delilah Josset, su antigua doncella. Seguro que es mejor compañía.
—¿A la que ya engañó? —preguntó.
—Y por eso no podrá volver a hacerlo —le contestó. Él suspiró.
—Me lo pensaré.
Ben le dio la espalda a su padre malhumorado. Era increíble que después de casi tres semanas no le dejara verla. Pero para su padre, lo que él había hecho era casi tan imperdonable como lo que había hecho Helena. Por supuesto, desde ese momento, Ben tenía vetados tanto las arcas de la familia como el banco del este, y no podía sacar nada de dinero. No sin su consentimiento, y para eso tenía que darle explicaciones.
Caminó sin escuchar las replicas de su padre, y pronto lo perdió de vista. Miró su reloj, y maldijo, ya se le había hecho tarde. Entrar en esa sala le trajo recuerdos, de un tiempo con más esperanza, y que aunque parecía imposible, había sido no hacía mucho. Esa vez las cosas habían cambiado. Faltaban personas y el ánimo se veía decaído. Serena alzó la mirada con un reproche cuando lo vio entrar. Había estado evitándola después de lo que había pasado, y todavía tenían una conversación pendiente. Recordaba su cansancio, bastante parecido al de ese momento.
—¡Oh, Ben! Te estaba esperando —le había dicho sonriente. Él esbozó una sonrisa, aunque no estaba de humor, no podía pagarlo con ella, quien siempre había sido una buena amiga. Y en otras ocasiones, más que eso, aunque había pasado mucho tiempo de aquello.
—¿Y eso? —había preguntado él, esperando a que lo alcanzara y caminara a su lado.
—No tienes buena cara -Él abrió más los ojos sorprendido. No era lo que había esperado—.¿Estás durmiendo bien? —Él rió.
—Gracias por preocuparte por mí -—e dijo.
Eso había sido después de enterarse de lo de su hermana y Connor, y no podía cerrar los ojos sin imaginárselos juntos, por lo que dormir se le hacía complicado. Se pasaba las noches leyendo sus poemarios favoritos hasta que los ojos le pesaban demasiado y se dormía, apenas un par de horas. Y a pesar de cuánto lo había intentado, seguía sin entenderlo. Quizás había sido el destino, vengándose de él por participar en esa relación incestuosa con Helena. Ella, quien estaba demasiado preocupada por lo que durante años la había martirizado. Y él se había aprovechado de eso. Porque en situaciones normales, ella no habría hecho eso, jamás habría querido esa relación. Y él debería haberle parado los pies desde el comienzo, pero no lo hizo. Y Connor había llegado para castigarlo.
—Hablo en serio. Pídeme lo que sea si puede ayudarte —Ben suspiró.
—Estoy tomando algo para dormir, así que-
—¿Qué? ¡No! Conociéndote, si te los sigues tomando, vas a necesitarlos para toda la vida —Lo cierto, es que sus palabras tenían algo de razón—. Y además, ya te conozco. Y no puedes dormir porque tienes la cabeza en algo, siempre te ha pasado.
Él exhaló una bocanada de aire. Parecía que no podía ocultarle nada.
—Pero no sé qué más hacer —Ella sonrió.
—Déjame ayudarte -—e había dicho.
Después de eso, habían pillado cada rato libre para dormir en cualquier lugar. A veces le leía, otras veces era ella la que se quedaba dormida, pero así, para cuando Helena ya había vuelto, a la que evitaba continuamente, casi dormía lo suficiente.
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La Profecía (+18)
RomantizmEl evento más esperado del año, un vistazo hacia el futuro por el Oráculo, se convierte en la mayor pesadilla de Helena, hija del duque de Vera. A partir de ese momento, la pobre chica se convierte en una parea gracias a una Profecía. Con 14 años y...