Sofía.
Aprete el celular contra mi oreja. Sus bordes me estaban lastimando por la fuerza con que lo hacía, pero no podía dar crédito de lo que escuchaba. Mi corazón latía con un desespero in crescendo en lo que parecieron horas sin un solo sonido por parte de ninguno a través de la línea.
—¿Qué pasó pastelito, el profesor se te comió la lengua?
—No, no puedes...Tu no...
Martin, al ver mi rostro, me arrebato el celular y activo el altavoz.
—Yo sí. Aquí estoy, tan ansioso de verte como siempre, y si quieres ver a tu amiguita de nuevo, más te vale venir a la piscina. Y tranquila, no quiero que vengas sola. Lo quiero cerca para que lo último que vea sea a ti y a mi juntos, como debe ser. —Un escalofrió me recorrió el cuerpo, debería estar acostumbrada a que cada momento de felicidad que alcanzo rápidamente se vea eclipsado por cualquier mierda que quiera atravesarse en mi vida. Estoy aburrida de eso. Lo odio. — A menos que quieras que Maya tome tu lugar.
—Suéltame maldito enfermo hijo...—Los insultos se volvieron un murmullo amortiguado. Ella estaba peleando como siempre. Sus palabras apagadas me decían que intentaba callarla tapando su boca con algo.
—Cállate, o te meteré una bala en esa cabeza bonita que tienes. Tu no me interesas para nada.
El rostro de Martin perdió color al escuchar lo que le decía.
Maya decidió parar su diatriba, lo que nos confirmó que estaba armado.
—Tienes un minuto, pastelito.
La línea se cortó, dejándome con una mezcla de sentimientos demasiado rara. Ira, temor, angustia, tristeza, y nuevamente ira. No permitiría que ese monstruo se metiera con las personas que amo, ellos eran mi verdadera familia y si debía sacrificarme para que estuvieran bien, que así fuera.
—¿Qué haremos? —Le pregunte a Martin, quien me tomo del brazo, casi arrastrándome por el salón en busca de Mariano. En cuanto lo encontramos notó de inmediato que algo no andaba bien. Seguramente mi cara era un maldito y desastroso libro abierto en ese momento.
—Está aquí, Mariano. —Martin no tuvo que especificar, claramente Mariano sabia de quien hablaba sin lugar a dudas, y entonces lo supe.
—¿Sabías que estaba afuera? —No respondió, me miro con la culpa grabada en su rostro—. ¿No se te ocurrió que esa era una información para compartir?
—No, no quería que nada dañara esta noche.
—Bueno, demasiado tarde. Ahora no solo el hombre de mis pesadillas está aquí, sino que mi novio me sigue escondiendo cosas.
—Pensé que lo teníamos controlado.
—¡Claramente no es así! —Lo entendía, seguro que en lo profundo entendía porque prefirió guardar esa información de mí, pero siempre que nos ocultábamos cosas todo se ponía mucho peor. Me atrajo a su pecho, aun estábamos en el salón de baile y algunos ojos se fijaban en nosotros más de lo quisiera en este momento.
—Está bien, rubia. Te lo prometo, nos haremos cargo de esto.
—Tiene a Maya. Le hará daño si no estamos allí para ayer. La lastimaran por mi culpa.
—No lo hará —refuto Martin con más determinación de la que estaba segura que podíamos tener en este momento. Saul era peligroso, siempre lo fue y ahora...No quiero pensar mucho en lo que un hombre que no tiene nada que perder es capaz de hacer.
—Nos quiere a ambos. —No quería poner más en peligro a mi mejor amiga, ni a nadie a mi alrededor—. No dijo nada de Martin, creo que es mejor si te quedas aquí y esperas. No quiero ponerlo más nervioso.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...