Mariano
Esperé con ansias la hora de la salida, hoy intentaba concentrarme en las clases pero saber que ella estaba tan cerca de mí y que me ocultaba cosas era algo que no podía manejar. Ya había decidido que la seguiría, definitivamente descubriría el lugar en el que vivía.
Caminé por los pasillos, sin detenerme a reparar en nada solo en ir por mi objetivo, hasta que un largo cabello rubio hizo que desviara mi centro. Observé con desagrado como unos musculosos y estúpidos brazos la tomaban, alguien como ella no podría terminar con el imbécil e inculto deportista. No digo que sea malo ejercitar el cuerpo es más me parece supremamente importante pero la mente también se debe entrenar, claro que debes tener un cerebro para hacerlo.
Cuando recordé el auto que conducía supe que no podría pasar desapercibido, un Audi R8 negro mate no era un auto que se viera por la ciudad, todos los chicos de aquel plantel lo admiraban boquiabiertos cada que entraba, además era algo fuera de lo normal que un profesor condujera algo tan bello; el sueldo no era de envidiar.
Piensa Dalmau, piensa rápido.
Tras debatir por unos breves minutos me decidí por un taxi, casi la pierdo de vista pero su lento paso hacia la parada de autobús ayudó bastante. Después de pedirle al conductor que siguiera a la menuda chica y la notoria cara desaprobatoria que me regaló pude mirar detenidamente su comportamiento al dirigirse a casa. No caminaba apresuradamente como el resto que siempre huían como si una jauría de perros rabiosos los persiguiera, ella por el contrario parecía demorar ese arribo a casa, silenciosa y con muchos más pensamientos de los que debería agrupar esa pequeña cabecita, si pudiera adentrarme en su mente sería algo estrecho y sobrepoblado.
Esperé alejado mientras ella aguardaba el autobús, sus ojos perdidos en tristes pensamientos me agobiaban, por primera vez en lo que recordaba de mi vida no me era placentero notar la tristeza y dolor en una mujer, lamentablemente para mí eso me atraía más.
—Siga el autobús —el conductor parecía molesto, como si me tratara de un depredador, y bueno no se alejaba mucho de la realidad pero se equivocaba aquí. —No sé en qué piensa que está participando pero le aconsejo que desvíe su mente del camino que está tomando, es mi sobrina y solo confirmo que vaya a casa y no que se encuentre con algún chico en el camino.
Tal vez eso lo tranquilizaría un poco o eso pensé pero era como si intentara grabarse mi rostro por si algo aparecía en las noticias; volviendo mi vista hacia el camino noté que pasamos aquel parque en el que se bajó de mi auto la última vez, recordé que me dijo que estaba cerca a su casa pero hubo media hora más de camino antes de que bajara.
—Me mintió. —pronuncie un poco más alto de lo que quería, una ira irracional se apoderó de mí, si esto se demoró un maldito auto, ¿cuánto tuvo que caminar aquella noche? Niñita obstinada, definitivamente necesitaba que le enseñaran a comportarse.
El taxi la siguió por otros diez minutos a pie, en serio comenzaba a impacientarme. Observé un poco en que zona de la ciudad estábamos y para mi sorpresa no era un barrio humilde, por el contrario se notaba lujoso, ¿por qué una chica adinerada estudiaría en un colegio de niños ricos como becada? Si tus padres tienen el dinero suficiente para pagar tu colegiatura simplemente lo hacían, además se transportaba en un cochino autobús.
Se detuvo en una de las casas esquineras más grandes del sector e ingresó.
—Déjeme por aquí. —pagué la carrera y le dejé una amplia propina al conductor esperando que eso menguara su interés en lo que pasaba.
El lugar era solitario, perfecto para espiar, me situé en la acera de enfrente de su casa, las cortinas corridas permitían una amplia vista dentro de su casa y a ella dirigiéndose hacia la cocina sin soltar su maleta, un auto deportivo estacionó frente a la casa, un hombre de saco y corbata descendió del coche sin prestar mucha atención a su alrededor y se dirigió a la puerta, debía ser su padre aunque no parecía de edad para tener una hija de diecisiete. Al ingresar se aproximó a ella, no lograba observar lo que ocurría o escuchar algo de lo que decían pero se notaba incomoda y molesta, en un momento lo empujó. Una mujer mayor pero muy parecida a Sofía apareció en la escena, al parecer gritaban por como agitaban las manos ¿Qué pasaba en esa casa?
Pasé la calle para intentar escuchar algo pero en ese momento la pequeña corrió hacia la puerta, maldición me descubriría, solo alcance a dar tres pasos en dirección a un parque al lado de la calle, «no voltees Dalmau», estaba tan enfadada que escuchaba su respiración, eso solo significaba que estaba detrás de mí, «no voltees Dalmau»
—Sofía, regresa aquí pastelito —exclamo el presunto padre.
—Pastelito, maldito idiota no entiende que no quiero que me llame así —Bramó prácticamente aquella oración, con tanto odio que mis instintos me traicionaron y volteé.
— ¡Igual deberás volver, no creo que prefieras dormir en la calle! —la miré y luego a él mientras ingresaba de nuevo a la casa sonriendo.
La tomó por sorpresa verme allí delante de ella, lo sé, su mandíbula casi tocaba el pavimento «si no hubiera volteado simplemente habría pasado de largo y ya» Estuvimos allí de pie sin decir nada, parecía congelada en el tiempo.
— ¿Sofía, está bien? —Al parecer el shock fue más fuerte de lo que pensé. —Sofía ¿Le hicieron daño? —lo mataré si lo hizo, no me importa que sea su padre o su hermano o el papa.
— ¿Qué? ¡No! —regresó a su estado de molestia.
— ¿Segura? —La masajee con el pulgar en el entrecejo para que relajara la expresión y pareció funcionar por unos instantes, incluso cerró esos hermosos ojos verdes, y así como duró la calma volvió su enojo.
—No me toque.
—Disculpe, solo intentaba que se sintiera mejor.
—Pues deje de intentar algo que no le han pedido que haga. —esta niña lograría sacarme de quicio algún día.
La tomé por el brazo y la arrastré lejos de su casa.
—Intenté ser amable con usted pero parece que eso no funciona, veo que quiere alejarse de ese lugar y no le permitiré que lo haga sola mucho menos en este barrio tan solo, nunca se sabe qué tipo de gente está por ahí. —es mejor que esté con el malo que quiere protegerla.
— ¿Que hacía caminado por este lugar?
—Solo intentaba llegar a un restaurante por la zona pero el taxista se perdió y yo también perdí la paciencia con él, así que me bajé. —fue lo primero que pude pensar.
— ¿Qué restaurante? Tal vez lo están esperando.
—Eso ya no importa. ¿Usted ya cenó?
—No
—Pues sigo con hambre así que dígame ¿dónde hay un buen lugar para comer cerca?
—No quiero comer nada.
—No recuerdo haberle preguntado si quería comer, solo dígame hacia donde ir, si decide solo observarme comer es su problema. —sonaba más que autoritario, pero cuando quería ser amable eso parecía no funcionar.
—Siga derecho unas dos calles más. —pronunció rendida.
Aflojé la prisión a la que mantenía su brazo y sin pensarlo descendí suavemente hasta su mano para guiarla como si fuera yo quien conociera el camino, sin entrelazar sus delgados dedos con los míos y disfrutando lo que durara el apretón la llevé hacia lo que cualquiera titularía el lugar para una cita.
*Mis pequeñas Darkers, espero que estén disfrutando de la historia, no olviden votar y comentar, creo que la gripa hizo que me inspirara, tal vez suba el siguiente capitulo mañana...no prometo nada y recuerden: Acerquense un poco a la oscuridad, no muerde...o tal vez si*
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...