Capítulo 62

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Mariano

Escuche el inconfundible sonido del martilleo de un arma. Lo había escuchado tantas veces. Todo fue tan rápido y al mismo tiempo tan lento. Saul apunto su arma hacia nosotros sin importarle que Sofia estuviera en medio, este desenlace ya lo había esperado. Después de la llamada de Saul sabía que no saldría ileso esta noche. Él la quería a ella, y la única forma era deshacerse de mí, porque nunca en el infierno permitiría que se la llevara sin pelear. Lo buscaría debajo de cada piedra si fuera necesario. Su brazo subió y mis ojos se abrieron con sorpresa y terror al observar el cañón del arma frente a mí, la impactaría y no podría impedirlo.

Maya, en un movimiento rápido y valiente, se retorció en los brazos de Saul y mordió su mano con fuerza. Un alarido de dolor escapó de sus labios, y el disparo que amenazaba con rasgar la noche retumbó en un eco sordo mientras impacta en el suelo. Saul la soltó, furioso, aprovechando la oportunidad para golpearla en el rostro. Los insultos caían como puñales en el aire enrarecido con su arma ahora apuntando a Maya.

—Perra estúpida. Me mordiste. — Una patada voló hasta su vientre dejándola rogando por aire.

Tomé a Sofia y la resguardé de nuevo tras mi espalda. La escena se tornó aún más caótica cuando un maniático Martin salió revelando su escondite al ver a Saul lastimar a Maya.

—¡No! Déjala. —Su arma apuntaba a Saul, pero su mirada desorbitada se dirigía a Maya sin dar crédito de lo que veía y antes de reaccionar fue Saul quien rápidamente se giro hacia él y acciono su arma, el disparo retumbó en la noche, esta vez acertando en su objetivo, y Martin cayó al suelo. Toda la escena era irreal, las cosas pasaban tan rápidamente mientras yo yacía inmóvil. La sangre de Martin manchaba las baldosas que rodena la piscina. Maya intentaba gritar, pero no podía mientras observaba desde el suelo a Martin mirarla con pánico.

—Pensabas que...

El sonido de otro disparo cortó la noche.

Lo que no sabía, lo que ninguno de nosotros sabía, era que Sofia estaba tejiendo su propio acto de valentía. Mientras Saul estaba distraído con la tragedia que se desplegaba, apuntó mi arma hacia él. La sorpresa se reflejaba en su rostro mientras caía hacia atrás. El primer disparo le impacto cerca al hombro provocando que soltara su arma. Mi chica dio pasos acercándose a él. Yo estaba en estado de shock mientras mi cerebro se ponía al corriente de todo lo que acaba de suceder.

—Te odio —Grito, Sofia disparando una segunda vez mas cerca de Saul. Escuchaba el gatillo apretarse una y otra vez sin que salieran más balas—. ¡Muérete y déjanos en paz! Nunca te quise a ti, nunca. Estas enfermo. Te odio. —Cada palabra salía con ira en un grito desgarrador mientras apretaba el gatillo. Su misión era que no sobreviviera, pero sabía que si eso pasaba la culpa la inundaría. Por fortuna el arma se había trabado. Pensaba que cuando este momento llegara sería un hombre que actuaría, que podría defender a los que amaba, pero no fue así. Nunca había sido así. Sofia me había salvado desde el principio. A mí y a todos a los que quería.

Finalmente, mi cuerpo salió de su entumecimiento y me acerque, Sofia sostenía el arma en la mano temblorosa mientras por reflejo seguía apretando el gatillo sin entender aun que estaba trabada. Las lágrimas rodaban por sus mejillas evitando parpadear sosteniendo la mirada de Saul al escupir cada frase de odio.

—Dámela, cariño. —Deslicé mi mano por su codo hasta sus manos intentando tranquilizarla y estabilizar sus temblores. La soltó, girándose para envolver mi cuerpo con sus brazos. Susurre besos sobre su cabeza observando a Saul escupir sangre, viendo exactamente lo que quería según él demostrar. Lo que su mente perturbada quería que creyera porque no era realidad. Esta mujer maravillosa no le pertenecía a nadie y cada persona a su alrededor éramos afortunados de que quisiera compartir pequeños trozos de ella con nosotros.

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