Sofía.
Me miré en el espejo sin poder reconocer el reflejo que me regalaba. Acaricié mi cuello donde aun después de una semana se podía ver la marca que habían dejado sus manos, podía tapar cualquier otra herida, pero usar cuellos tortuga en una ciudad tan calurosa no era una opción.
El policía que siempre me cuidaba se llamaba Martín; después de saber el porque estaba allí entendí que sería una mal agradecida si me comportaba mal con él ya que había pasado lejos de su familia lo que llevaba en el hospital. No le había preguntado aun si era casado o algo por el estilo, la confianza no llegaba hasta ese punto; de lo que si habíamos conversado era de gustos musicales, películas e incluso de cocina. Era la única persona que realmente era testigo de lo mal que la pasaba en las noches cuando supuestamente nadie se daba cuenta. Intentaba mostrarme fuerte, no quería darle el poder de verme destruida pero cuando llegaba la noche los sentimientos me abrumaban más de lo que me gustaría. Las pesadillas...Bueno, también era el único que las atestiguaba. Sería una maldita si después de lo que aguantaba no se lo retribuía con una amistad.
Pensando en él y sus largos turnos le pedí que por favor pasara más tiempo dentro de la habitación donde podría sentarse en la silla y estaría menos parado en la puerta. Quien intentara pasar de allí de igual manera tenía que esquivarlo a él para llegar hasta mí.
Al volver a la cama despegó los ojos de la revista que tenía en las manos.
—Realmente no te veía como un hombre de Seventeen. —Reí.
—Eso es porque no lo soy, pero no hay nada más aquí. —Cerró la revista dejándola sobre una mesita junto a él— ¿Cómo se siente el día de hoy?
— ¿Te refieres a físicamente? —Asintió con vergüenza—. Mucho mejor, de hecho podría decir que estoy perfectamente solo para que me dejen salir de aquí. Nunca había sido de las que salía, incluso con la...situación en casa, al entrar en mi cuarto podía sentirme bien, pero esto es diferente. O tal vez sea el hecho de que ya había probado la libertad y ahora la necesito desesperadamente.
—Algo positivo es que hiciste un nuevo amigo en este encierro. No puede ser tan malo hablar conmigo.
—Pues... —No aguanté la carcajada, después de que borrara la sonrisa de su rostro por mi respuesta—. Lo siento —risas —Realmente estoy muy agradecida contigo por todo lo que has hecho. Sé que es tu trabajo pero de igual manera, gracias por cuidarme.
— ¿Me cuentan el chiste? — Ingresó Maya en la habitación como el tornado que era y no se me pasó desapercibido que lo primero que observó al entrar fue al moreno de ojos rasgados sentado en la silla. Tampoco se me pasó como la miraba él a ella. Algo me decía que tanto veneno que se tiraban estos dos era porque algo de atracción había.
—No hay ningún chiste que contar —respondí—. Hablábamos de la amistad que ha surgido entre Martin y yo. Es posible que de ahora en adelante seamos como los tres mosqueteros.
—Ya. —Caminó hasta mi cama arrugando el entrecejo y dejó la maleta sobre ella.
— ¿No te gusta la idea? —Sonreí en cuanto la miré, ella por otro lado se sonrojó tanto que parecía insolada.
—Tu amiga me odia sin conocerme o eso aparenta, así que creo que no le gusta la idea para nada —Se levantó de la silla y le sonrió con una de esas sonrisas que muestran los dientes, sacan arrugas y marcan hoyuelos. Salió del cuarto y debo admitir que hasta yo había sido afectada por ese gesto. Era muy atractivo en realidad.
—Tierra llamando a Maya. —Pareció no escucharme las tres veces que la llamé así que golpee su brazo.
— ¿Ah?
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...