Capítulo 18

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Mariano


—Profesor por favor, déjeme ir.

—No lo haré hasta que responda.

El llamado se escuchaba cada vez mas cerca de nosotros, maldecía a cualquiera que en ese momento la buscaba. Necesitaba saber quién la lastimaría.

—Por favor. —suplicó y una pequeña lágrima rodó por su mejilla mientras me apretaba la camiseta con desespero.

Me alejé de ella, limpié esa lágrima fugitiva de su mejilla y la alenté a que saliera. Reacomodó un poco su ropa para salir a recibir a la persona que la buscaba.

— ¡Sofía!

— ¡¿Qué ocurre Felipe?! —La sola mención de su nombre era fastidiosa.

— ¿Estás sola? —podía observar desde aquel árbol como buscaba con la mirada tras ella.

—Si —Pronunció la rubia mientras daba unos pasos más cerca de él.

La tomó por los brazos y la observó buscando la mentira en sus ojos.

— ¿Segura? Te llamé y no contestabas.

—Sí, estoy segura y te escuche las cien veces anteriores solo esperaba que desistieras y me dejaras seguir pensando sola y en paz —Se soltó de su agarre con brusquedad y lo traspasó.

Felipe se tomó otro momento para observar el lugar de donde provenía y corrió hasta Sofía después.

—Tranquila muñequita —Le entregó la manta que tenía en las manos mientras la observaba de arriba abajo. No disimulaba cuanto la deseaba y eso me hervía la sangre. —Cúbrete que estas muy expuesta —Aprovechó para rodearla por la cintura mientras andaban.

Después de eso no podía escuchar lo que decían por más que quisiera, solo veía que estaba cerca, muy cerca de ella pero no lograba divisar si ella lo disfrutaba.

Unos minutos después procedí a salir de allí, necesitaba una ducha fría con urgencia, noté qué me delataría al mirar a mi pantalón. Una sonrisa se instaló en mi rostro durante todo el camino; había querido esta cercanía pero nunca pensé que sería así de intenso, así de incontrolable.

Ingresé a la cabaña percatándome de que la profesora Smith no siguiera allí, no era el momento para discutir con esa mujer. Al confirmar su ausencia cerré la puerta con seguro para evitar otra intromisión nocturna y me dirigí hasta el baño para intentar calmar toda esta marea de emociones que me envolvían.

Mientras el agua caía desde mi cabeza hasta los pies, con todas mis fuerzas trataba de relajar a mi cuerpo pero mi mente me traicionaba con recuerdos de momentos atrás.

Su beso desesperado, sus manos que intentaban arrancarme el cabello y la camiseta. Como se estremecía contra mí al pronunciar su nombre y acariciarla. Esa piel suave y erizada con cada roce. Evocar esos momentos solo lograba encenderme más.

Sin pensarlo intenté calmar aquella presión con mis manos, era una caricia desesperada y furiosa, la imaginaba a ella haciendo lo mismo en su baño; tocándose en mi nombre con ansiedad.

—Sofía —Un gruñido brotó desde lo profundo de mi garganta al termina con aquella opresión.

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Al despertar el primer pensamiento que me inundó fue el recuerdo de la noche anterior, le di vueltas y vueltas a todo aquello por algunos minutos hasta que la alarma de mi celular me sacó de mis cavilaciones. Debía comportarme para que no sospecharan pero necesitaba descubrir lo que no me estaba contando, el miedo en su rostro me demostraron que le temía a alguien demasiado. El único nombre que se me venía a la cabeza era Felipe Montreal, no había observado a nadie mas que insistiera tanto en estar cerca de ella.

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