Sofía.
—Gracias por estar conmigo cariño —Pronunció Mariano tomándome de las manos. El oscuro interior del auto nos regalaba un ambiente de intimidad a diferencia del hospital. Aquí no me sentía tan incómoda de tanta demostración de afecto.
Estuve en aquel hospital por más de dos horas con él; ni siquiera parecía preocupado por el estado de su madre estaba más interesado en que yo estaba allí para él y no paró de repetirme lo mucho que me necesitaba en ese momento y que no estaba listo para dejarme aún. No pregunté cuál era su temor a que me alejara si se suponía que ya habíamos superado esa parte, solo me dediqué a escucharlo y a consolarlo. Aunque para un par de personas reacias a ofrecerse un futuro había demasiado miedo a perdernos el uno al otro o el uno en el otro.
—Deja de agradecerme ¿Qué más podía hacer? Puedes contar conmigo si me necesitas —Me observaba como si fuera la primera persona en su vida que le decía algo como eso y entendía un poco el sentimiento, hace poco tiempo me sentí igual después de muchos años de creer que podía confiar solo en mí, de encerrarme en mi caparazón y tragarme las cosas. Si era sincera, Mariano era mucho más parecido a mí de lo que quería admitir.
—Podías haber dicho que no te importaba como estuviera o que no perderías dos horas de tu vida en un hospital.
—Jamás habría dicho algo así, y te quiero aclarar que no me sentí presionada a acompañarte solo por el hecho de tener esta... —Me tome unos momentos como buscando como llamarle— Relación. Lo hice porque quería hacerlo.
—Lo sé y por eso yo te... —Enmudeció de repente y abrió los ojos como platos, casi pareció que las palabras que le seguían a esa última serian el peor de los sacrilegios.
—Tú me ¿Qué? —pregunté con curiosidad.
—Nada...Solo...Solo no me prestes atención en estos momentos. —Sobó su rostro con sus manos en señal de cansancio y arrugó el entrecejo como si estuviera enojado, pero su enojo fuera solo con él.
—Está bien. —No insistí más en el tema, tal vez no era nada importante y seguir hurgando en un tema en estos momentos en los que él estaba tan frágil y yo debía volver a casa antes de que notaran mi ausencia no era la mejor idea. —Debo entrar ahora —Anuncié para sacarlo de su ensimismamiento.
—Cierto. Es muy tarde. —Con su mano derecha acunó mi mejilla izquierda y me observó por unos largos segundos. Parecía querer decirme algo, pero no parecía convencido no entendía muy bien que lo mortificaba. —Por favor avísame cuando estés lista para dormir, así yo estaré más tranquilo.
—Está bien. —Acercó su rostro al mío y acarició mis labios con los suyos. El roce de su lengua era tierno y sin prisa, como quien da un beso que nunca quiere olvidar.
—Descansa bonita —pronunció con su frente pegada a la mía, parecía no querer dejarme ir. No me preocuparía por él, simplemente actuaba así por lo que acababa de vivir. No puedo imaginar cómo sería encontrar a mi madre casi muerta y eso que ella no es una persona agradable conmigo.
No le pregunté que la había llevado a tomar esa decisión y realmente era algo que no me incumbía. Me sentía un poco extraña estando allí sin siquiera conocerla, pero lo hice más por él. Muy probablemente después él solo me contaría que sucedió sin verme tan entrometida.
—Descansa. —Puse otro pequeño beso en sus labios y me dispuse a salir del auto, pero me tomó de la muñeca haciéndome frenar en seco.
—No olvides escribirme por favor. — Asentí con la cabeza intentando darle un poco de tranquilidad.
ESTÁS LEYENDO
DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...