Sofía
El camino a casa era silencioso, observaba por la ventana evitando el contacto visual que me martillaba en la nuca. No lo quería ver y mucho menos contestar las preguntas que quisiera hacerme, si lo ignoraba era posible que no comentara nada al respecto.
—¡¿Quién demonios era ese?!
O tal vez no
Giré mi rostro para mirarlo y me arrepentí inmediatamente, aquel hombre parecía la reencarnación misma del diablo, decir que había llamas reflejadas en sus ojos era quedarse corto.
—Es mi profesor de literatura. —Respondí con el tono más calmado que pude, pero era consiente de mi corazón acelerado y de cómo comenzaba a traspirar.
—¡Profesor y una mierda! —gritaba —Ningún profesor mira así a una alumna.
¿Tanto demostraba una mirada? Era imposible que solo por cómo me miraba sacara semejantes conclusiones, yo lo observaba y para mi esa mirada no tenía nada de raro. Era normal, o tal vez mi juicio estaba cegado por el deseo y ya me había acostumbrado a que me observara con lujuria.
—¿Te lo estas tirando? —Frenó estrepitosamente frente a la casa. Apretaba tanto el timón del auto que sus nudillos estaban blancos.
—¡Claro que no! —Grité molesta ante la acusación mientras me bajaba de ese maldito auto.
Caminé a paso decidido hasta la puerta intentando encontrar las llaves antes de que él se acercara pero fracasé horriblemente en mi intento de escapar a la seguridad de mi cuarto.
—Escúchame zorra —me tomó fuertemente de la mandíbula para que lo mirara, podía sentir la ira que se apoderaba de mi cuerpo al igual que le ocurría a él, esto se convertiría en una guerra en poco tiempo, ya estaba cansada de no poder decidir sobre mi vida. —No se si no te quedo claro nuestro trato.
—Todo el mundo nos está mirando —susurre.
Me soltó de su agarre e introdujo la llave en la cerradura, quería evitar las miradas de las personas que pasaban y se quedaban observando lo que ocurría, no necesitaba dar un espectáculo y mucho menos conseguir más problemas porque alguien decidiera llamar a la policía.
Cerró la puerta e intente con todas mis fuerzas huir pero fue imposible —¡Sofía! — me tiró del cabello para hacerme retroceder —¿A dónde crees que vas?
Nunca me llamaba por mi nombre, debía estar bastante molesto para hacerlo. Me tomó por el cuello apretando fuertemente y sentí como mi espalda se estampillaba contra el duro concreto, se me dificultaba respirar.
—No. Puedo. respirar —le indique entrecortadamente.
Se acercó a mis labios mientras intentaba inhalar algo de oxígeno.
—No sabes lo mal que me pones —juntó sus labios con los míos e introdujo su asquerosa lengua en mi boca entreabierta, podía sentir las arcadas en mi estómago; agarró una de mis manos con la que tenía libre y acaricio su erección con ella —No puedo imaginar a otro hombre tocándote, ni siquiera mirándote como él te mira —intentó besarme de nuevo y se lo permití, respondí ante su invasión, aguante todo lo que pude las ganas de vomitar, sabía que con esto lograría mi cometido.
Su agarre en mi cuello se hizo menos intenso hasta el punto en que retiró su mano de allí, lo mismo hizo con la mano que mantenía cautiva la mía en su entrepierna, tal vez pensó que por fin me rendía ante él, cuando vi la oportunidad retire mi mano de su asquerosa dureza y estrelle mi rodilla contra ella haciéndolo caer hacia atrás exclamando un sinfín de vulgaridades. Tome mi maleta del suelo y me apresure a salir de esa casa corriendo lo más rápido que pude. No mire atrás por miedo a que me estuviera persiguiendo.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...