Capítulo 20

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Mariano


Al seguirlos no imaginé la escena que se desarrollaría frente a mis ojos. El idiota neandertal reclamaba sus labios como si le pertenecieran y ella lo permitía. Me hervía la sangre, solo quería alejarlo de ella. Sin detenerme a meditar mis posibilidades me acerqué a él, lo tomé por la camiseta lanzándolo lejos de ella; en lo único que pensaba claramente era en como destrozarle la cara.

— ¿Qué demonios hace? —Escupí con la voz llena de odio y ¿celos?

«Mierda, Mariano ¿Qué te está pasando?»

—Tranquilo profesor, solo estaba pasándola bien con mi chica. —pronunció sonriendo.

« ¿Su chica? »

Observé a Sofía quien seguía petrificada contra aquel árbol, ¿acaso me estaba jodiendo?, apretaba los puños con tanta fuerza que podía sentir el dolor de mis uñas clavándose en mi carne. Debía respirar profundo y no hacer un escándalo de esto, después vería como confrontarla.

—Puede pasarla bien con "su chica" cuando este en la ciudad, aquí está completamente prohibido —pronuncié aquel "prohibido" enfatizándolo. —cualquier contacto físico.

—Está bien, tranquilo. —Balbuceo acercándose a Sofía de nuevo —Encontraremos otro momento muñequita.

— ¿A caso no fui claro?

Él se detuvo para observarme con enojo y podía estar seguro de que me importaba una mierda lo que pensara de mí, necesitaba que se alejara de ella. Comenzó a caminar en mi dirección para volver a encontrarse con sus compañeros, mientras Sofía permanecía paralizada observándome expectante.

—Señorita Montenegro —le indiqué con la mano que siguiera el mismo camino que su compañero.

Avanzó con algo de recelo hacia donde le apuntaba, debía pasar por mi lado e imagino que eso era lo que le daba desconfianza.

—Lo siento —susurró al pasar por mi lado.

La sujeté por los brazos haciendo que todo su cuerpo se tensara, observé que nadie prestara atención a lo que ocurría y me aproxime más a su espalda, la sujetaba demasiado fuerte lo sabía pero en ese preciso momento lo único que quería era castigarla.

Descendí hasta su oído, podía imaginar cómo cerraba los ojos y contenía la respiración.

—Hablaremos en la noche —amenace antes de liberarla de mi agarre.

—Pero... —se giró para observarme casi esperando que no lo dijera enserio.

—Hablaremos en la noche —repetí intentando contener todo lo que quería gritarle en ese momento, sabía que si no me airaba se me saldría de las manos aquella situación. Se merecía un castigo pero sabía que no debía dejarme llevar por ese pensamiento o quebraría su espíritu a punta de azotes.

Sin decirme otra palabra se apresuró a salir de aquel escondite; yo por mi parte seguía de cerca sus pasos hasta corroborar que llegara con la multitud.

— ¿Qué ocurrió? —La profesora Smith inquirió mientras se atravesaba en mi camino.

—Solo se estaban manoseando allá atrás —dije sin quitarle los ojos de encima a Sofía.

—Bueno, parece que alguien se está divirtiendo aquí —sonrió y yo le regalé una mirada llena de desagrado mientras reproducía lo que acababa de ver en mi mente — No es para tanto. Deberíamos estar haciendo lo mismo.

—Claro que no —Alejé sus manos de mi con brusquedad. ¿A caso esta mujer no entendía las negativas?

Recorrí el camino de regreso a las cabañas intentando despejar mi mente, no quería seguir pensando en lastimarla por la estupidez que había cometido pero dios como quería darle unos azotes ahora mismo.

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