Capitulo 29

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Mariano


Sabía que esa mujer no se quedaría tan tranquila después de vernos; no había nada peor que una mujer ardida, pero en el momento en que noté la osadía y posesividad de Sofía como si estuviera marcando territorio me encantó y no pude evitar besarla de vuelta.

Aquella mujer y su foto no me importaban para nada, podía manejarla.

Observé su pálido rostro ahora sin rastro de aquel descaro que la había impulsado a besarme frente a la pelirroja; sin poder evitar la ternura que esto me producía deposité otro pequeño beso sobre sus labios.

—¿Estas bien? —sobaba sus mejillas con los pulgares intentado llamar su atención: Estaba en trance.

—Nos tomó una foto Mariano —Su aspecto aterrado me mostraba lo que su cabecita creaba; futuros alternos donde era expulsada y su posteridad estaba destruida.

—Lo sé. La vi —repuse con serenidad.

—¿Y cómo puedes estar tan tranquilo? —caminaba de un lado a otro como león enjaulado mientras se masajeaba la cabeza—. Tenía que dármelas de femme fatale preciso ahora. —pensó en voz alta haciéndome reír. No pude contener las carcajadas.

—Ella no hará nada con eso, te lo puedo asegurar.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —Me observó con esa mirada esmeraldada llena de preocupación.

—Solo lo sé. —Medité por un momento si era buena idea preguntar porque se había comportado de esa manera y finalmente mi curiosidad ganó—. Ahora me puedes explicar ¿por qué fue todo eso? —sonreí mostrándole que no estaba molesto por su arrebato.

—Ella me amenazó en clase —Apretó su mandíbula fuertemente haciendo que sus dientes chirriaran—. Me dijo que debía mantenerme lejos de ti y trató de dejarme en ridículo en clase. También me dijo que eras suyo —Me observó enarcando una ceja— y quise demostrarle que no era así.

Mi hermosa lucecita se convertía en un incendio forestal. Sacaba las garras y debo admitir que aquello me gustaba, su pasividad me llamó la atención en un principio, pero sabía que debajo de todo ese autocontrol se escondía una mujer decidida y valiente. Si me encaraba a mi podía hacerlo a cualquiera.

—Intenta que esas descargas de audacia no nos metan en problemas.

—Lo siento —Respondió bajando la mirada.

—No te preocupes —Levanté su rostro entre mis manos y observé aquellos labios carnosos y rojizos. La besé de nuevo intentando calmarla y aplacar las ganas que tenía en mi de ella. —Yo me encargo —Deposité un casto beso en su boca y la insté a que saliera a su clase.


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Terminé mi jornada laboral y no podía decir que lo sucedido me había robado la paz o algo similar, de hecho, me sentía bastante confiado en que no iba a mostrar aquella foto. Antes de subir a mi auto una mano me tomó de la muñeca con fuerza llamando mi atención y la de algunos estudiantes que pasaban por el parqueadero.

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