Capitulo 4

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Mariano


—Buen día estudiantes, por motivos de la jubilación del señor Ramirez hemos incorporado a nuestro plantel a un nuevo docente qué espero reciban amablemente. El señor Dalmau los ayudará con las inquietudes que tengan. No siendo mas me retiro. —se acercó hacia mi estirando su mano derecha ofreciéndome un apretón.

—Muchas gracias por la introducción señora directora. —dije mientras estrechaba su mano.

—Lo dejo para que continúe con las presentaciones.

Asentí con la cabeza mientras ella se alejaba camino a su oficina. Los contactos de mi madre nuevamente habían rendido frutos.

—Buen día, mi nombre es Mariano Dalmau. Tengo veintisiete años. —observaba a todas las estudiantes cuchichear entre ellas, algo a lo que ya estaba acostumbrado por mi apariencia. —Mis asignaturas son la literatura y la filosofía, una no puede ir separada de la otra, así que espero ver el empeño que requiere estudiarlas.

—¡Aburrido! —Gritó uno de los chicos sentado en la parte de atrás, a lo que todos se rieron.

Esbocé una leve sonrisa un poco retadora, era obvio qué se trataba del típico chico que se cree popular y al que todos admiran.

—Perdón ¿señor...? —Pregunté al no saber su apellido.

—Montreal. —respondió altivo como si fuera intocable, actitud que ciertamente me molesta.

—Bueno, señor Montreal, si se considera gracioso por querer poseer el maravilloso don de la ignorancia, creo que su carrera como humorista esta destinada al fracaso.

Todos los estudiante hicieron sonidos de burla mientras él no podía ocultar su descontento.

—Quisiera que se presentaran y me contaran un poco sobre ustedes y sus intereses. —comencé tratando de apartar el interés del señor Montreal, me recosté sobre el escritorio con los brazos cruzados, luego señalé con la cabeza a la primera chica sentada al lado de la puerta —Comienza usted por favor.

La chica se puso de pie, era una morena de piel dorada muy bella, que se veía tan superficial como el resto.

—Mi nombre es Maya Duarte, tengo diecisiete años y en este momento mi mayor interés es usted profesor. —también cruzó sus brazos sobre el pecho, pero ella lo hizo para que su busto sobresaliera un poco más regalándome una sonrisa coqueta. Que típico.

Mi rostro no se inmutó ni un poco, aparentar seriedad ya era una cualidad que sabía explotar a la perfección. Sus compañeros siguieron con la burla y algunas chicas la aplaudieron.

Las presentaciones continuaron con más de lo mismo por parte de las féminas y algunos hombres que creo tomaron mi seriedad hacía sus compañeras cómo un signo de que la heterosexualidad no era lo mío. Los otros hablaron sobre deportes y carreras musicales. La inteligencia estaba más que sobrevalorada en este curso.

A continuación una chica que no acortaba su vestimenta o quitaba botones de su camisa para revelar los dotes de su cuerpo, pero que se ajustaba a el mostrando las curvas que la acompañaban. Un uniforme también era un atuendo que se podría llevar con clase.

—Espero que si lo que tiene para decir es parecido a lo de sus compañeras evite la vergüenza y sólo me regale su nombre y edad. —le dije antes de que pronunciara palabra.

Se notaba un poco tímida por sus anteojos, su forma de apretar los dedos antes de comenzar a hablar y cómo sostenía su mirada al suelo. Pero en cuanto me escucho hablarle su semblante cambió, alzó su cabeza y me miró inclinándola un poco como analizandome.

—Mi nombre es Sofia Montenegro y tengo diecisiete años. —hizo una pausa y cuándo pensé que ya no seguiría hablando a causa de mi advertencia continuó. —La literatura y la filosofía son interesantes, aunque a la filosofía si le quitamos tantos exponentes misóginos parece no ser nada, mi opinión es que no es más que una practica que eleva el ego de todos los machistas del mundo que creen conocer los secretos de la vida, y sin ofender, mis compañeras suelen ser muy superficiales; la belleza de alguien no se mide por el físico, así que profesor Dalmau por mi parte no tendrá ese tipo de "inconvenientes". Solo espero que sus clases sean tan interesantes cómo pretende mostrarse. —Se sentó y continuó escribiendo en su libreta mientras yo intentaba recobrar la compostura para no parecer afectado por sus palabras.

Me equivoque completamente al analizarla.

Todo el salón permaneció en silencio; algunos creo que estaban buscando el significado de la palabra misógino en sus celulares para entender lo que dijo.

—Siguiente. —dije cortando el incomodo silencio.

El día siguió prácticamente igual, los otros dos cursos donde también departía clase actuaron de la misma manera, cómo clones. La única excepción fue Sofia; en realidad no recuerdo que alguna vez alguien se atreviera a responderme de esa manera, debo admitir que me parecía inteligente, trató de insultarme diplomáticamente.

Conducía por la Avenida del Río cuando la observé; su cabellera rubia ahora estaba suelta pero lograba reconocerla, aminoré la velocidad y noté que se prendía de una señal de transito con una mano y con la otra apretaba su pecho tratando de recomponer el aliento. Frené junto a ella quién no notaba mi presencia aun.

—¿Se encuentra bien señorita Montenegro? —pregunté con preocupación, se notaba mas pálida de lo que se veía en clase.

Abrió los ojos y al encontrarse con mi rostro puso mala cara, parecía que no era de su agrado, algo poco común ya que a las demás no les importaba mi actitud o que prácticamente las insultara, por el contrario parecía interesarles más. Las mujeres y el masoquismo tiene una relación bastante estrecha.

—No pasa nada. Estoy bi... —antes de que pudiera responder se desplomó en medio de la calle.

Me bajé rápidamente del coche, la tomé en brazos y traté de hacer que reaccionara pero nada pasaba. Separé algunos mechones de su rostro que se notaba demasiado pálido para mi gusto y por la cercanía pude notar unas ojeras que trataba de ocultar con maquillaje y unos labios agrietados que parecían parte de suelo desértico.

Sentí su pulso, parecía algo bajo y su respiración suave, no tenía idea de porqué me sentía así pero el desespero comenzó a apoderarse de mi, a pesar de que sabía que era un desmayo, verla así me partía el corazón aunque nunca creí poseer uno.

La subí al auto y me apresuré al lado del conductor, lo encendí, se puso en marcha y al avanzar unos metros caí en cuenta de que no sabía dónde vivía.

Me dirigí a mi casa sin pensar en lo que estaba haciendo, las chicas que allí entraban, al salir ya no eran las mismas.

Okay mis queridos Darkers espero que les esté gustando la historia ❤❤❤...Gracias por leer...si también va para ustedes lectores fantasma

DARK MINDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora