Mariano.
No había logrado pegar el ojo en toda la noche, esta incertidumbre de si seguía adelante con esto que teníamos o huía no me dejaban estar en paz. Luego de nuestra conversación y algo más en el coche la dejé en su casa y ayudé a que volviera a subir por su ventana. Creo que ya pasaban de las dos de la mañana cuando nos despedimos tan secamente después de tantos besos apasionados que dudé si habían ocurrido.
Antes de marcharme de allí le envié la foto que robé del celular de Alexandra pidiéndole que recordara todo lo que sentía cada que estaba cerca de mí, cada que me besaba.
Hoy la vería así que intentaría hacerla entender a mi manera; necesitaba tiempo lo sé, pero si se lo daba estaba seguro de que no me quedaría con ella, sabía que esta relación tenía más contras que pros y debía tomar ventaja de alguna manera. No le sería tan fácil apartarse de mí.
Llegué al plantel con tiempo de sobra antes de ingresar a mi próxima clase así que caminé sin prisa hasta mi despacho, al pasar por su salón no pude evitar detenerme por unos momentos para observarla, concentrada en sus apuntes no se daba cuenta de lo observada que era observada hasta que la presión que ejercía mi mirada la hizo voltear hacia mí. Nuestras miradas sufrían de una atracción magnética que duró por unos segundos, pude sentir como el resto de las personas desapareció durante la conexión y sabía que ella sentía todo tan fuerte como yo, no tendrá espacio para pensar en lo malo, me encargaré de que solo lo bueno invada su mente. Alguien carraspeo con su garganta y Sofía rompió la conexión; Maya intercaló miradas entre ambos con sospecha y antes de que alguien más girara para comprobar que llamaba tanto la atención de ambas estudiantes retomé mi camino hacia el despacho.
Estaba siendo muy arriesgado, lo sé. Después de todo lo que hice para evitar que aquella foto saliera a la luz podía ponernos en evidencia solo porque no era capaz de controlarme cada que la veía, cualquiera con cuatro dedos de frente notaria que para mí ella era muchísimo más que una estudiante cualquiera.
Las clases que impartía en salones diferentes al de Sofía eran siempre monótonas y aburridas, las daba por inercia al conocer los temas de memoria, pero la realidad era que muy poco prestaba atención a lo que sucedía alrededor, y este día no fue la excepción, todo el tiempo mi mente iba y venía entre nuestros encuentros apasionados y la posibilidad de perderla.
Entré en el aula donde se encontraba Sofía lleno de esperanza y positivismo, pero todo aquello se vio opacado por la imagen de Montreal hincado frente a mi preciosa rubia con flores en sus manos. El imbécil no podía ser original. Los estudiantes permanecían atentos a lo que diría y no se percataban de mi presencia hasta que estrellé fuertemente mi maleta contra el escritorio.
Esos hermosos ojos verdes me observaron exaltados ante el ruido, pero devolvieron rápidamente su atención hacia él.
—Profesor, permítame solo unos segundos —pronunció Montreal como si eso fuera a enfurecerme menos.
—Claro que sí señor Montreal, ¿Prefiere que salga y vuelva después? O ¿no le importa la audiencia? —respondí con sarcasmo esperando a que volviera rápidamente a su silla y echar a perder el estúpido plan que tuviera. Pero no lo hizo.
Se limitó a regalarme una mala cara y sin decir nada volvió a centrarse en Sofía ¿Cómo podía culparlo? Si ella se llevaba la atención de todo en cuanto la tenías cerca. Por experiencia propia sabía que no me importaba la consecuencia con tal de tenerla cerca, de sentirla.
—Sofía, sabes que pronto será la fiesta de graduación. —Podía hacerme una idea de hacia dónde iba esto— Y nada me haría más feliz que fueras mi pareja esa noche. —Liberó una de sus manos del ramo y la depositó en su mejilla, acunándola con delicadeza como si pudiera romperla si ejercía algo más de presión. Me levanté del escritorio rápidamente como si este quemara y comencé a hacer incomodos sonidos con mi garganta para que Sofía notara lo incomodo que me encontraba allí. Ella me observó de nuevo y se volvió hacia Felipe como si se debatiera en sus posibilidades. —Te prometo que haré hasta lo imposible para que sea la mejor noche de tu vida.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...