Capitulo 3

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Mariano


La Misa de Réquiem en re menor era expulsado por los altavoces inundando todo el vehículo. La música clásica no solo me tranquilizaba,también lograba que mi mente actuara con mas coherencia.

Esa mujer se había atrevido a acusarme sin ninguna clase de prueba. El pensamiento que cruzó por mi cabeza hizo que se iluminará como un foco. Esa niña no pudo haber dicho nada.

Giré bruscamente la dirección del vehículo dirigiéndome hacia el campus nuevamente. Si ella lo hizo definitivamente descubriría de lo que soy capaz.

Mientras esperaba la finalización de la hora, traté de acomodar mis ideas, todo lo que tenia en mi poder era mas que suficiente para acabar con la reputación de cualquiera.

La observe a lo lejos. Desde aquella vez su vestimenta había cambiado por completo, sus faldas ya no eran cortas ni sus camisas ajustadas. Parecía que sus ganas de llamar la atención habían sido extinguidas como si de un baldado de agua cayendo a un pequeño cerillo se tratara, su personalidad se habían vuelto retraída y taciturna. La lección había sido aprendida y no puedo negar que el verla apagarse frente a mis ojos era algo energizante.

Me acerque silenciosamente, el momento de detenerla sería cuando no hubieran tantos testigos cerca. Unos minutos después así fue, su clase quedaba prácticamente al cruzar al otro extremo del campus donde no era tan transitado.

La tomé por el brazo haciéndola girar hacia mi y en el momento en que se encontró conmigo su expresión fue de tal horror que dejó caer los libros que llevaba entre brazos. Su pecho se movía erráticamente, esta chica era experta en subirme el ego, no puedo negar que me excita un poco.

-No sabes cuanto te arrepentirás de haber abierto la boca. -amenacé sujetándola fuertemente por los brazos.

¿Su reacción?

Ninguna.

Parecía estar presa de un temor que no la dejaba moverse, como dije anteriormente esta chica sabia excitarme.

-¿Solo te quedaras callada? -pregunte en un intento de que se defendiera, que rogara un poco, pero nada pasó, seguía observándome como si del mismísimo diablo se tratara. -¡Di algo! -moví sus hombros zarandeándola un poco.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, ya no poseían esa chispa coqueta por el contrario se notaban apagados y sin vida.

-No se de que me habla -respondió en apenas un susurro entrecortado por el llanto.

-Hablaste con la directora de lo que pasó. -la acuse sin piedad con mirada airada. -todo saldrá a la luz, si quieres hundirme veremos quien llega mas hondo al final.

Sus ojos eran suplicantes ahora, la lágrimas no dejaban de brotar y su cabeza no dejaba de agitarse en negativa.

-No he dicho nada. No he dicho nada -seguía negando -no fui yo, no dije nada.

Solté sus brazos ya enrojecidos por el fuerte agarre, se veía sincera y conmocionada. Los alumnos masculinos también podrían haber inventado cosas para perjudicarme. Sin darme cuenta la chica se postro ante mi arrodillada, con la cabeza gacha en pose de sumisión.

-Por favor, no lo haga. -rogaba -yo no lo hice. No lo haga

-Levantate niña. -no era el echo de que no me gustara lo que ocurría en este momento era el que no estábamos en el lugar donde debía ocurrir. -si alguien te ve así tendrás un grave problema conmigo. ¡Levantate! -ordene por ultima vez.

De inmediato se puso de pie sin mirarme aun al rostro. Seria una mascota tan adorable, pero no quería eso, no había tanto placer en lo ya destruido.

-Limpiate el rostro. Espero que jamas se te ocurra siquiera pensar en decir algo acerca de lo que ocurrió. Si cumples nada saldrá a la luz y no te cruzarás conmigo.

-No lo diré. -no tuvo que pensar en la respuesta, parecía que lo que le producía el estar cerca de mi o la manera en que se comportaba era algo que no quería nunca mas. Estaba seguro de que ella no había hablado, seguro fue algún puberto que se sintió amenazado.



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