Sofía.
Estaba loco definitivamente, y yo irremediablemente enamorada de esa locura. Cada día después de nuestro encuentro había encontrado la forma de escabullirse hasta mi cuarto. Martín insistió en la idea de evitar que siguiera apareciendo allí pero finalmente desistió. No podía decir que estaba bien, las noches seguían siendo difíciles y el hecho de no hablar con nadie me hacía dar ganas de salir corriendo de allí, algunas veces el espacio me parecía muy reducido y aunque lloraba en silencio, por más que lo hacía no lograba drenar la tristeza que me carcomía por dentro.
Cuando él estaba cerca era feliz, pero no duraba lo suficiente como para sentirme curada. No esperaba que esto fuera como una película de Disney y que todo se solucionara rápidamente por la magia del amor pero por lo menos esperaba que con cada día la opresión en el pecho fuera mermando no creciendo. Era como si hubiera conseguido abrir la cicatriz en mi pecho y se hubiera robado la mitad de mi corazón. Había un vacío allí que aún no sabía cómo podría llenar.
Físicamente ya me encontraba mucho mejor, esta semana había evolucionado bastante. Saúl también había evolucionado e intentado llegar hasta donde me encontraba, la ventaja era que él no la tenía tan fácil como nosotros; contaba con más guardia policial y al menor intento lo habían reducido apenas salir de la habitación. Nosotros contábamos con el apoyo y favor de muchas personas allí que incluso habían mantenido las bocas cerradas cuando veían a Mariano intentar llegar a mi habitación. Se habían hecho los de la vista gorda. Saúl, solo había sido ganador de un inmenso odio por parte de todos en el lugar, policía, personal médico e incluso pacientes.
— ¿Cómo te sientes el día de hoy? —Preguntó Martín sonriente. Definitivamente impactaba cuando hacia eso. No estaba segura de cómo iban las cosas entre Maya y él, solo era consciente de lo poco que se atacaban ya y de cómo parecían estar más relajados en presencia del otro.
—Me siento bien. —las marcas en mi cuello habían disminuido bastante. Ya no tendría que recordarlo cada que me viera vestida en un espejo y eso lo agradecía.
—Creo que pronto te darán el alta.
—Sí, yo también lo creo. —Eso era algo que me preocupaba. No quería estar en un lugar donde cada esquina me recordara a mi padrastro. No sabía que iba a hacer al salir de allí pero de lo que si estaba segura era de que el volver a cualquiera de esos dos lugares no ayudarían en mi recuperación mental—. ¿Podemos ir a verlo?
No necesitaba decir su nombre para que Martin supiera a quien me refería. Asintió abriéndome la puerta. Me había informado que Saúl había sido enviado a prisión mientras esperaba por el juicio. Se suponía que sus servicios no eran requeridos pero el tipo tenia influencias y podía solicitar una fianza, que en caso de que se la permitieran estaría libre y lo menos que querían todos era que estuviera desprotegida si eso llegaba a ocurrir. Tal vez nos enteraríamos demasiado tarde que había sido liberado.
Caminamos hasta su habitación. Esta vez lo vería por fin vestida decentemente, Maya había traído alguna ropa desde la casa de su primo y podía ponérmela. Quería descubrir de nuevo esa mirada que me regalaba cada que me veía con algo que le gustaba. No era como si en el tiempo que se había dedicado a mirarme durante sus visitas no viera esa ternura o cariño en sus ojos pero necesitaba que le brillaran como si no hubiera nadie más en el mundo.
— ¿Puedo pasar? —Pregunté abriendo muy poco la puerta y asomando la cabeza. Estaba comiendo una gelatina y viendo televisión.
—Tú no necesitas hacer ese tipo de preguntas —dijo regalándome una sonrisa. Sonrisa que se amplió al verme en el delicado vertido floral que llevaba el día que me hizo el amor por primera vez—. Eres demasiado hermosa.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...