Capitulo 6

6.8K 472 79
                                    

Mariano


—Jóvenes, tomen asiento y concéntrense en la clase, el tema de hoy serán los sueños. —me cercioré de que no se encontraba en el aula, era sospechoso que no estuviera, hace tres días ocurrió aquel suceso y desde entonces no la había visto en el colegio. —Tal vez pensaran ¿y qué demonios tienen que ver los sueños con la filosofía y la literatura? —algunas risas se escucharon, solo de sorpresa por la expresión. —y la respuesta es: Todo. Cada uno de los filósofos del mundo y cada uno de los escritores alguna vez pensaron ¿qué tal si..? O tuvieron una simple visión de lo que plasmaron en papel.

La clase prosiguió con calma, al parecer les había parecido algo interesante el tema de los sueños y las diferentes historias que se desarrollaron a causa de ellos.

—Tienen trabajo para cuando volvamos a vernos, deberán plasmar en papel un sueño y no quiero unicornios y arco iris, debe ser uno de los sueños más oscuros que han tenido, un sueño que solo haya causado preguntas. Espero que se esmeren en el reporte porque tendrá nota.

Unos abuchearon y otros en cambio meditaban sobre que poner en el reporte, siempre es bueno motivar con oscuridad, es algo que nunca decepciona.

Caminé por los pasillos identificando a sus compañías habituales pero al parecer no había vuelto, algo no pintaba bien en esto, se nota que no es la chica que se escabulle de clases o que falta solo por faltar.

Mis impulsos gritaban que averiguara absolutamente todo de ella, no obtener respuestas cuando las exigía o desconocer algo que me causaba curiosidad era sumamente frustrante y a la vez seductor. ¿Y si daba algunas vueltas por aquel parque donde la dejé la última vez?

¿Qué demonios estás pensando Dalmau? Si algo malo hubiera ocurrido desde aquel día ya sería la comidilla de todos en ese colegio, el chisme es algo que no respeta estratos sociales, es una enfermedad de la cual se puede sacar provecho si prestas atención y sabes utilizarlo a tu favor.

Caminé otro tanto negando que quería encontrarla, merodeando como perro callejero aun sabiendo que no la encontraría sin perder la esperanza. Subí a mi auto un tanto frustrado para visitar a esa única mujer que merece toda mi atención.

Acercarme a aquella casa siempre me resultaba emocionante, claro, desde que mi padre no la habitaba, en realidad el mundo era un poco más emocionante desde que él no estaba, extrañaba las largas tardes de lectura con mi madre y el hermoso jardín con su diversidad de animales para torturar. Viejos tiempos.

—iMariano!, mi pequeño príncipe de las tinieblas. —Tan hermosa como siempre, con sus impecables vestidos hasta la rodilla, adheridos a la figura claro está, perpetuamente diez centímetros por encima de su altura gracias a sus elegantes tacones.

—Madre. —pronuncié bajando la cabeza.

Esperé a su señal para acercarme, no mueves un musculo si ella no lo autoriza y lo aprendí a las malas podría decirse; aquellos azotes me enseñaron autocontrol, por ella soy lo que soy.

—Ven aquí. —casi me abalancé a sus pies, solo frente a ella era placentero arrodillarse; enredé mis brazos a sus piernas y me permití abrazarle. —Mi dulce ingrato —pronunció mientras acariciaba mi cabello.

Una sonrisa surcó sus labios por unos segundos y luego desapareció. Los cariños habían terminado por el momento, se separó velozmente estirando un poco su vestido rosa y caminando hacia la sala del comedor. Frenó en seco.

— ¿Con quién piensas que tomaré mi té? Camina. —la alcancé rápidamente y nos dirigimos juntos a la mesa. Correr la silla para ella era parte de la rutina, se sentaba y finalmente yo podía tomar asiento.

DARK MINDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora