Capitulo 1

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La explosión del látigo contra la piel de la chica retumbaba por toda la habitación, sus gritos y quejidos llenaban todo el espacio al igual que a su ser.

Tenerla amarrada a las cuatro patas del taburete tan expuesta, tan indefensa gritando de placer y dolor al mismo tiempo, era fascinante, aunque la realidad era que su placer no es lo que le interesaba. Después de haberla sometido y azotado por horas y que su erección doliera por la espera, era momento de sacarlo todo.

Observó sobre uno de los estantes un bisturí, lo tomó y sacó toda la cuchilla, puso el metal frío sobre su espalda y ella reaccionó arqueándose un poco sin saber lo que vendría. Se tomó un segundo para admirar su rostro cubierto de lágrimas, tomando con una mano su cabello y atrayendo más hacia él su hermosa faz para saborear el sufrimiento, confusión y excitación que sentía en ese momento.

Soltó su cara que se estrelló contra la madera y comenzó a calar su interior mientras hacia pequeños cortes con la cuchilla, sus gritos eran tan fuertes que los sentía atravesarle como flechas en llamas. Gemía y era liberador, para estos momentos no necesitaba musica ya la creaba, cada corte era un nota mas y mas alta, casi artístico. Clavó la punta de la cuchilla en su antes perfecta piel y lo presionó cada vez más, sus alaridos eran tan fuertes, sentía como su sufrimiento lo envolvía y abrazaba. Lo sintió acercarse y exploto entre sus nalgas, baño con sus jugos lo que mas pudo de su cuerpo.

Finalmente llegó. La rabia y la impotencia se apoderaron de el. Cuando terminaba todo y el sufrimiento de ellas cesaba, se molestaba siempre, era algo que le gustaría durara por siempre.

Observaba a su pequeño trapo (como llamaba a todas sus víctimas) sobre el taburete aun amarrada y con esas hermosas marcas por toda su antes perfecta piel, tomó su cámara y suspendió ese momento en el tiempo.

Salió de la habitación dejándola aún atada y a oscuras, se ducho y relajó un poco la mente alejando los demonios por un rato para pensar con mas claridad.

La chica o el trapo como él las llamaba, seguía allí tendida, amarrada, en completa oscuridad siendo carcomida por el miedo, por la espera, era una incógnita si él regresaría a someterla nuevamente. No podía dejar de llorar, su espalda ardía y su cuerpo dolía insoportablemente, él sabia donde golpear, donde dejar sus marcas para que nadie pudiera notarlas si tenían ropa puesta, pero siempre estaban esas cicatrices que no les permitirían olvidarlo nunca para bien o para mal.

Después de lo que pareció un siglo, él apareció por la puerta dejando entrar un poco de luz a la oscura habitación. La chica sintió pavor, ¿que mas podría hacerle? Aun no se recuperaba de lo que había pasado con anterioridad, estaba rendida, dolorida física y mentalmente ¿como pudo acceder a eso? En realidad no había cedido, ella no pensó que algo así ocurriría.

La desató de manos y pies, se pudo mover por fin de la posición en la que había estado por un tiempo inimaginable, a lo que sus músculos encalambrados protestaron, ya no sabía en que dolor centrarse, todo era tan abrumador, trató de ponerse de pie pero su cuerpo cedió cayendo rendida. Los brazos de su agresor alcanzaron a sujetarla por lo que no cayó al piso, la volteó para observar su rostro inconsciente, cargó su cuerpo inerte que parecía chorrearse entre sus brazos y la metió en una bañera. Comenzó a asearla, el agua tomó un color amarillento por la sangre que salia por sus heridas de la espalda, que no era mucha, las heridas eran superficiales.

La llevó a un cuarto y después de secarla la vistió, sus marcas ya no goteaban sangre por lo que no mancharía su ropa, esperó un momento para ver si reaccionaba, pero parecía que el dolor la había vencido.

-Niña. -la llamó.

-Niña. -ahora golpeó su mejilla para lograr que reaccionara.

Nada.

Se dirigió a un cajón en una esquina del cuarto, tomó un pote de alcohol y algodón, remojó una mota del ultimo con el liquido y lo paso por la nariz de la chica logrando que se moviera, poco a poco reaccionó.

-Alistate. Te vas. -repuso fríamente.

La chica de inmediato trato de alejarse de el pero su cuerpo protesto ante el rápido movimiento.

-Yo no quería esto. -pronunció con sus ojos llenos de lágrimas. -lo denunciaré ante la policía, la directora, todos.

Su mirada fría se complemento con una sonrisa macabra de suficiencia.

-Niña estúpida, y ¿quien va a creerte? Todos veían como te me tirabas encima.

-Esto no era lo que quería. -no paraba de repetir, sus ojos se llenaban de lágrimas a punto de brotar.

Él salió de la habitación y la dejó sola nuevamente pero esta vez por unos cortos minutos, al volver tiró unas cuantas fotos sobre el edredón que cubría la cama.

-¡Miralas niña tonta! -grito en una orden.

Ella tomo una de las fotos y al voltearla se observó amarrada, desnuda y completamente expuesta, por fin pudo ver claramente las heridas que él había causado, sus ojos no lo podían creer.

-Eres un enfermo. -las lágrimas que antes amenazaban con salir comenzaron a brotar imparables, se sentía tan sucia, tan ultrajada. No entendía cómo le había gustado ése hombre, cómo se había sentido tan atraída, había sido cómo una polilla a la luz.

-No tienes idea. -respondio con orgullo y una sonrisa sínica. -si dices una sola palabra todo saldrá a la luz, fotos, vídeos. Te convertiré en una estrella de internet.

-No lo harías. -porqué demonios había tenido que insistir, era cierto que ella se le había metido por los ojos, había intentado de todo para que le prestara algo de atención pero ¿no hacían todas lo mismo?. Ahora recordaba con rabia aquella tarde donde parecía que sus coqueteos habían surtido efecto, que parecía que él también estaba interesado pero que por su posición no había podido avanzar, entonces él soltó la pregunta que estaría arrepentida toda su vida de haber respondido: ¿que estarías dispuesta a hacer? Y como una estúpida su respuesta no se hizo esperar:

Todo.

-Todo lo que ocurrió, todo lo que te hice, lo querías, lo pedías a gritos. Parecías una perra en calor cada que te me acercabas.

-¡Esto no era lo que quería!

-Y ¿que esperabas? -pregunto molesto. -¿amor? ¿ternura? No niñita eso no es lo mío, tu me buscaste a mi. Si le cuentas a alguien lo sabré y tu vida se convertirá en un infierno. Piensa, ¿quien tiene mas que perder?. Te convertirás en la puta de la ciudad. -rió con sarcasmo -aunque ya estabas haciendo un buen trabajo por ti sola, esto lo confirmará.

Las lágrimas no paraban de brotar, eran cómo cascadas, solo quería despertar de esa pesadilla.

-Ahora vete. -le exigió -ya me molesta tu presencia y quiero dormir.

La chica se levanto de la cama rápidamente, ¿donde había dejado su maleta?. Al llegar a la sala la vio en un gran sillón, al tomarla él empujaba su hombro para que abandonara rápido su casa, mientras ella cada vez se sentía peor con sigo misma.

-No te preocupes por tu nota. -pronuncio antes de que ella alcanzara la puerta. -pero por favor, esfuerzate un poco, debe ser una maldición ser tan bruta y tan zorra al tiempo. Ahora vete y gracias por tus servicios.

El corazón de la chica solo se reducía, cada palabra, cada insultó fragmentaba mas su alma. Eso no era lo que ella quería. Nunca pensó que ese apuesto y educado hombre fuera tan malvado, era cómo si tuviera dos personalidades. Su interés por él había crecido cada vez mas, aunque era tan apuesto, siempre se había mantenido a distancia de todas las chicas que se le tiraban encima, siempre tan serio, tan distante, tan inteligente. Jamas pensó que seria un ser tan despreciable, tan enfermo, tan bajo. Se sentía tan degradada que podían decir que era trasparente.

Él era el sueño de todas las mujeres que lo conocían, nunca nadie sospecharía de la maldad que escondía ese bello rostro.

DARK MINDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora