Capítulo 40

2.4K 187 86
                                    

Sofia.

Expuesta frente a él, así me sentía pero no de una manera desagradable. Sus ojos me observaban con detenimiento y podía sentir como me quemaba la piel el lugar exacto donde miraba. Quería tenerlo y que él me tuviera.

-Eres tan hermosa -pronunció jadeante.

Conteniendo la lujuria con la que me miraba se sobaba la frente sopesando que tan buena idea sería proceder. No avanzaba, así que le ayudé. Puse mis manos atrás de mi espalda y con poco esfuerzo logré soltar los seguros del sostén de encaje que me había ayudado a escoger Maya después de entregarme opciones que poco podían tener la palabra ropa en el ropa interior. Dejé caer la prenda al suelo mientras lo observaba con sus ojos oscurecidos sobre mis senos puntiagudos como si una ráfaga de viento se hubiera escabullido por las rendijas de las ventanas.

Se mordió el labio inferior y rápidamente se acercó a mí con esa energía arrolladora que lo caracterizaba. Juntó sus labios a los míos y vertiginosamente nos fundimos en un beso arrollador y profundo. Quería más. Necesitaba más.

Sus manos ascendieron hasta mis pechos que se sentían pesados ante el tacto, no pude contener el gemido que escapo de mi garganta ante su rose. Todo se sentía mil veces más potente. Aunque no era la primera vez que me tocaba si era la primera vez que llegaríamos lejos, muy lejos.

Me alejó de la pared y se posó tras de mí, supremamente cerca pero evitando el contacto. Ese gesto era dolorosamente excitante. Podía sentir su aliento cerca de mí cerviz acariciándome la piel pero él no me tocaba. Sin poder resistirlo más tiré mis manos hacia arriba en búsqueda de su nuca e incliné mi cuello dándole a acceso a él y pegué mi trasero a su dura entrepierna. Él no me besó, devoró aquel espacio de vacío en mi cuello haciéndome estremecer mientras sus manos expertas masajeaban y amasaban mis senos.

-Eres una tentación Sofía. -Sus palabras se deslizaban por mi piel erizándola, prendiéndola- Eres la personificación misma de lo que llamarían un ángel.

Su mano izquierda descendió por mi vientre plano, jugueteó por unos instantes con mi ombligo y luego siguió su lento y tortuoso descenso hasta el borde de las bragas.

-Seré delicado contigo. Lo prometo -Pronunció mordiéndome el lóbulo de la oreja-. Al principio- Terminó esa frase como una amenaza tentadora que más parecía una promesa. Mi entrepierna hirvió cuando su mano se introdujo bajo mi ropa interior haciéndome arquear la espalda. Sin poder controlarlas, mis caderas se movían contra su dureza queriendo estar más y más cerca. De repente detuvo su tortura.

-No pares -pedí entre jadeos-. No pares por favor.

Con pericia me giró frente a él y me cargó rápidamente como si no pesara un gramo. Seguía completamente mente vestido con su polo blanco y sus jeans desgastados mientras yo estaba a media prenda de quedar completamente desnuda. Sus manos apretándome fuertemente las nalgas evitando que me cayera.

Abrió la puerta de la habitación, pero no me detuve a observar mucho lo que me rodeaba. El ambiente olía a vainilla y rosas, un aroma que evocaba la sensualidad. Se sentó sobre la cama mientras me encajaba en su regazo.

Volvió a besarme la boca, luego el cuello, se quedó un momento aspirando el olor de la piel entre mis senos como si lo embriagara y finalmente se metió uno de mis pezones en la boca, lo beso, lo succionó, lo lamió como si se tratara de su dulce favorito.

-Te deseo de una manera incontrolable -pronunció dirigiéndose al otro seno para repetir la acción.

-Y yo a ti -dije clavando las uñas en su nuca.

Jamás me había sentido tan excitada en mi vida, ni siquiera las veces anteriores en las que ya habíamos avanzado bastante. Su tacto era fuego, su lengua era lava que me prendía más y más por donde pasaba. Comencé a mover mis caderas intentando liberar un poco de la presión que había acrecentado en mi sexo, no tenía conciencia en esos momentos solo me dejaba llevar por el placer. Un gruñido emergía de su garganta ante mi roce dándome ánimos para seguir. Sabía que estaba tan excitado como yo.

DARK MINDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora