DARK MIND

Capítulo 57

Sofía.

Mariano se había comportado de forma extraña los últimos tres días. De hecho su ánimo cambió estrepitosamente después de hablar con Martin la noche en que nos "reconciliamos". Ni siquiera estaba segura de que tuviéramos una pelea como tal. Su excusa fue que era algo sin importancia sobre la empresa que le perteneció a su padre y que su madre manejó de manera incorrecta pero algo no me dejaba creer del todo la historia que me estaba contando. Tal vez estaba mezclando verdades y mentiras para no parecer tan falso. No estaba segura.

O quizá yo me estaba armando una película en la cabeza al no querer entender que él también había pasado por cosas horribles. El que no hablara de lo ocurrido con su madre era algo preocupante, ella fue la persona más importante de su vida, la única familia que tenía. Se había aprovechado de él durante demasiados años, lo engañó por completo. Incluso mostrándole lo mala que podía ser, para él era lo más normal del mundo y descubrir que todo no era más que un juego macabro de su madre para conseguirlo a él de esa manera tan retorcida seguro estaba haciendo estragos en esa mente suya.

Me sorprendió enterarme de que el cuerpo de su madre había sido cremado mientras él se encontraba en el hospital. En cuanto estuvo consciente pidió que alguien se encargara de todo. Ni siquiera la vió pero sabía que sentía una especie de dolor/odio por todo lo que había pasado. Cada que le preguntaba algo sobre aquello su semblante era diferente, sus ojos estaban tristes pero también se sentía enojado por lo que ella hizo, por lo que nos hizo a ambos. Incluso le pedí que tomara algunas citas con la Psicóloga sin yo estar presente confiando en que pudiera ayudarlo y esperando que dejara a un lado lo que pensaba de nuestra relación.

— Te ves tan bonita concentrada en tu libro — dijo. No me sobresalté porque conocía muy bien esa voz pero seguramente llevaba algún tiempo mirándome no leer. Cerré el libro que había abandonado hacía ya un buen rato al adentrarme en mis pensamientos.

— Gracias. — Dudaba cómo continuar.

—Quiero que vengas conmigo. — Se separó de la pared en donde estaba recostado y caminó hacia mí.

—¿A donde? —Me senté correctamente en el mullido sillón de la sala y me concentré en su rostro.

— Quiero que conozcas a la chica de la que te hablé hace unos días. — Tal vez era lo que lo tenía tan distante, podrían ser los nervios y el miedo a que no entendiera lo que quería lograr con esa chica. Debía ser eso.

Me levanté y lo abracé. Quería que sintiera que lo apoyaba al igual que él lo hacía conmigo. Busqué su boca con la mía, primero recorrí con la lengua su labio superior y después el inferior. Extrañaba la intimidad y pasión entre ambos.

Abrió la boca y me dejó explorarlo mientras él hacía lo mismo con sus manos por mi cuerpo. Terminamos en el mueble donde había estado leyendo; yo a horcajadas sobre él, besándonos como si no lo hubiéramos hecho en siglos. Mi cuerpo lo necesitaba más de lo que podría sentir alguna aversión después de lo que me pasó, estaba lista. Quería intentarlo, ya estaba harta de que Saul hubiera sido el último. Deseaba borrarlo con todas mis fuerzas y solo Mariano podría hacerlo.

Mecí las caderas contra la dureza de su entrepierna soltando gemidos bajos. Sus gruñidos me indicaron que también lo quería.

— Para — dijo apretando con fuerza mis caderas para que me detuviera.

— ¿No me deseas? — pregunté burlona lamiendo sus labios y empujando de nuevo las caderas contra su dureza. Gruñó en aprobación y volvió a besarme solo unos segundos más.

— Si no nos detenemos ahora mismo ya no podré parar, y salir de la habitación será lo más difícil que tendría que hacer en mi vida. Es muy importante que me acompañes. Si después quieres continuar con esto estaré más que dispuesto, rubia. — Empujó las caderas restregando su ereccion en mi sexo humedo.