Mariano
Se encuentra bien, se encuentra bien. Me repetía.
Que le pasa a esta niña, ¿no tiene nada de consideración hacia ella? hacer toda esta estupidez solo para demostrar un punto.
—Necesito un baño. —dije en voz alta, mientras me observaba el torso y la sudadera.
Entré en mi cabaña echándole un vistazo a esa camiseta cuyo color blanco nunca se recuperaría y sonreí al recordar su preocupación observando el estado irreparable de aquel pedazo de tela, pensaba que todo lo que había hecho le demostraría que solo me importaba su bienestar, quería su dolor si le era placentero.
Mientras la regadera cubría todo mi rostro pensaba ¿en que momento había comenzado a considerar el placer de otra persona algo que me gustaría ver, oír o sentir?
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Llegó la tarde y con ella la inexistente novedad sobre el estado de Sofía. Sus compañeros seguían como si nada hubiera pasado, ¿que estuviera o no, les daba igual o solo era mi visión exagerada de las cosas?
—Señorita Duarte. —todos en aquella mesa se giraron, algunos más felices que otros— ¿Qué sabe del estado de la señorita Montenegro?
Después de arrugar un gesto, reacomodó su sonrisa y respondió.
—Se encuentra bien, solo descansa un poco.
No quería sonar más preocupado de lo necesario pero necesitaba más información.
—No creo sea bueno que duerma tanto después de una caída ¿no cree que debería llamarla para que pueda almorzar algo?
Enarcó una ceja mientras escaneaba mi actitud al preguntar.
—No se preocupe profesor, ya le llevé su comida a la cabaña e insistió en que quería descansar un poco más. Incluso le llevé algo para el dolor. Espero que esto lo tranquilice un poco, parece un tanto angustiado.
La observé retador, debía medir muy bien mis palabras.
—Señorita por supuesto que es preocupante —puse mi mejor cara de enojo— ¿acaso no entiende las consecuencias que acarrearía un accidente grave en un paseo escolar? Somos responsables del bienestar de cada uno de ustedes.
Su postura cambió, me miró con sus ojos como platos. Tal vez algo apenada por hacer alguna suposición que no debía.
—Tiene razón profesor. —estiró su mano para alcanzar la mía, gesto que quedó en el aire ya que me aleje antes de que lo lograra.
Horas más tarde, organizábamos todo para la actividad en la fogata. Enfoqué mi mente en algo más que aquella rubia obstinada, recordándome que se merecía aquel golpe e incluso un castigo más adecuado por mi parte.
La llama de aquella hoguera subió casi hasta la altura de uno de los árboles que teníamos cerca haciéndome retroceder para no quemarme las pestañas, nos acomodamos en aquel circulo formado por troncos para poder compartir historias o lo que fuera que se hacía en estos casos.
— ¡Sofí! —escuche exclamar. Instintivamente dirigí la mirada hacia lo que todos observaban. Caminaba cojeando un poco pero se veía mucho mejor.
—Siéntate aquí muñequita —le invito el hueco Montreal haciendo un gesto con la mano.
Ella acepto acomodándose a una distancia prudente de él mostrándole limites, claro que sin importarle cruzo esa frontera invisible para rodearla con sus estúpidos brazos y arroparla con la frazada que usaba para darse calor.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...