Capitulo 12

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Mariano


Éste era el momento más tedioso de cada día que pasaba si tener ninguna certeza de su presencia - El plantel. ¿O sería más apropiado emplear el término «purgatorio»? Si existía algún modo de purgar mis pecados, esto tenía que contar de alguna manera. El aburrimiento era difícil de soportar, tener que pasar otro minuto con aquellos niñatos sin metas en la vida más que los lujos que sus padres podían comprar y, aunque parezca imposible, cada día me resultaba más monótono que el anterior. Supongo que ésta era la forma en la que el karma se cobraba su parte.

Me quedé mirando fijamente mis zapatos como si Tom Ford hubiera impreso la respuesta a mis problemas en el cuero, intentaba ver a través de ellos que estaba haciendo en aquellos instantes. Era una manera de sofocar las voces que parloteaban sin cesar en aquel pequeño salón, si pudiera simplemente entrar a sus estúpidos cerebros y apagarlos por un momento sería más simple idear algún plan para verla en vez de desperdiciar otro segundo hablando sobre Aristóteles a una horda de estancados que a duras penas conocían quien era Steve Jobs gracias al IPhone.

Una mano halando de mi camisa me hizo reaccionar, era uno de los profesores del instituto supuse por su atuendo y edad ya que poco había llegado a interactuar con ellos; prácticamente llegaba, impartía mi clase las horas necesarias y me largaba, el tiempo entre clases lo dedicaba a estar sin mucha compañía más que mi agitada mente.

—Profesor Dalmau llevo varios minutos llamándolo desde la puerta, sea lo que fuese que pensaba estaba completamente inmerso en ello sin prestar mucha atención a su alumnado. —el idiota ya se había ganado mi desagrado con unas cuantas palabras.

—Qué necesita profesor... —deje abierta la frase para que la terminara y así saber de quien se trataba.

—Espinosa, Arturo Espinosa. Soy uno de los maestros de Algebra.

—Aja, ¿pero que necesita? —si no notaba lo desagradable que era su presencia en este momento definitivamente se merecía enseñar a estos estudiantes. Se acomodó los lentes baratos como si reacomodara su ego.

—Solo venia para avisarle que después de esta hora tenemos una reunión en la sala de maestros con la directora. —Salió del aula sin esperar un gracias por la información.

En cuanto terminó la clase me dirigí hacia el lugar de la reunión donde ya todos estaban expectantes a la información de la vieja, yo por mi parte me recosté cerca a la puerta de salida esperando a que terminara lo más rápido posible y salir corriendo para intentar interceptar su salida.

—Profesor Dalmau por favor acompáñenos, tome asiento.

Disimulando lo mejor que pude una mirada asesina logré regalarle una falsa sonrisa. Me acomodé casi frente a ella donde se encontraba la única silla vacía, aquella indeseable.

—Como todos saben se acerca una de las excursiones organizadas anualmente por el plantel y como cada año necesitamos de su colaboración para mantener controlados a los estudiantes, ya saben peleas, alcohol, relaciones interpersonales demasiado cercanas.

—Quisiera ofrecerme como voluntario si me lo permite —dije pensando que esa era la oportunidad que necesitaba, sin importar como, encontraría algún momento para estar con ella. —Siendo nuevo creo que es una buena oportunidad para relacionarme con los estudiantes e igualmente con los maestros que participen.

—Suerte con eso —gritó uno de los profesores de más edad, mostrando la molestia que le provocaba el pasar más tiempo de lo necesario con los estudiantes.

—Gracias profesor Gómez por su positivismo y apoyo. Profesor Dalmau es usted muy amable en unirse, creo que a los alumnos les hará bien interactuar con maestros más cercanos a su edad tal vez así no se sientan tan controlados.

—Siendo así, yo también me ofrezco. —una voz efusiva pronuncio al fondo de la sala.

Una de las maestras con edad más próxima a la mía agitaba la mano con intensidad, eran pocos los instructores relativamente jóvenes creo que somos unos tres o cuatro. La pelirroja había estado mirándome desde que entré en el salón y bueno sus miradas no eran nada discretas por así decirlo.

Luego de algunos debates más y obligar a otro maestro a venir al dichoso paseo se dio por terminada la reunión, la vieja pidió apoyo de algunos estudiantes dejándonos a cargo de elegir un asistente para el viaje, no dejé esto sin antes acordar créditos extras para los alumnos participantes, y ahora desocupado lo único que tenía en mi mente era verla.

Aceleré mi paso hacia la salida, mi madre no había dejado de llamar todo el día y lo último que necesitaba era otro interrogatorio sobre a quién dedicaba tanto tiempo, mientras me acercaba a la puerta la vi dirigirse a ella también, esta vez no escaparía a menos que emprendiera la huida cual ladrón de bolsas. El corazón me palpitaba desbocado, no era típico de mí reconocer mis propios latidos llegaba a pensar que simplemente no era un corazón funcional.

—Sofía deténgase —susurré tomándola por el brazo sin aplicar fuerza, a lo que protestó como era de esperarse.

—Ya le he dicho que no me llame así —pronunció haciendo un gesto casi doloroso.

Extrañaba verla estremecerse mientras se escapaba de entre mi lengua su nombre. Casi quería cantarlo durante varios minutos sin siquiera tocarla y ver que ocurría, ¿imploraría que parara o por el contrario suplicaría un mayor avance?

—Pero es su nombre, ¿cómo espera que la llame entonces? —antes de que contestara seguí con lo que venía a decir, estaba seguro de que no aceptaría fácilmente pero no le quedaba más salida eran créditos o fallar en mi materia.—en fin, no vengo a discutir con usted y menos sobre banalidades —cambie mi postura a una más demandante, intentaría no demostrar el mínimo interés, permanecer entre las sombras era algo que me salía muy bien. —esta tarde la directora solicitó....

—Mariano. —una imponente mujer mayor de elegante traje a la rodilla se interpuso entre nosotros. —Sabes lo molesto que es para mí esperar.

Si anteriormente pensé estar en el purgatorio ahora me sentían en el propio infierno con mi madre junto a Sofía, notando mi cambio repentino al pararse en medio giró su rostro observándola despectivamente como si de una cucaracha se tratase. El rostro de Sofía se desfiguró notablemente, agachando la mirada ofreció una disculpa y se alejó apresuradamente. Mi madre era igual a mí así que sabía el placer que le producía la sumisión que demostraba.

— Era ella —ni siquiera sonó a pregunta.

—Es solo una alumna. —intenté evadir lo mejor que pude sus acusaciones.

—Mariano ¿aun eres tan estúpido para creer que no conozco la forma en que te comportas como un perro tras un hueso cada que te encaprichas?

—Vamos al coche —Ordenó caminado hacia el chofer.

—Traje el mío, iré detrás de ustedes.

Cambió su dirección hacia mi auto sin decir una sola palabra, parecía calcular las próximas palabras que pronunciaría después de la pausa.

— ¿Volverás a tu fijación con la rubias? —me observó enarcando una ceja.

— ¿De qué hablas? — ¿Mi fijación? No recuerdo haber tenido ninguna compañera sexual rubia a excepción de aquella desafortunada prostituta.

—Solo quiero que esto te quede claro. La primera persona en tu vida soy yo, sin excepciones no me fuerces a utilizar medidas drásticas con tu comportamiento. —relajó su postura después de exponer su punto y se reacomodó un mechón imaginario detrás de la oreja, con mi madre las cosas eran a su manera o no eran y sabia a que se refería con ¨utilizar medidas drásticas¨ —¿Quedó claro?

—Si.

—Si ¿qué?

—Si señora.

—Ahora por favor no conduzcas tan aprisa, quiero llegar sana y salva a tomar el té.

xPor fin capitulo ;) yay...Espero lo disfruten, lo voten y comenten que opinan o que les gustaría que ocurriera, estoy abierta hasta a las mas raras ideas.x

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