Mariano.
Había pensado erróneamente que después de tenerla todo volvería a ser como antes. Yo volvería a ser lo que era, pero estaba tan equivocado. Nada volvería a ser lo que fue y estaba tan feliz por ello que no lo podía creer.
La observaba jugar con la pequeña gata, diciéndole palabras inentendibles en un tono chistoso pero tierno. Sonreí porqué el solo hecho de tenerla allí me daba una esperanza de que podía disfrutar de la felicidad por fin. No sabía que significaba todo eso, pero esa sensación efervescente casi dolorosa que crecía en mi pecho me indicaba que estar allí era lo correcto. Estaba bien.
—Si me sigues mirando así me vas a gastar —pronunció sin observarme.
—Deberías acostumbrarte porque no puedo evitarlo.
Soltó la gata y se dirigió sugestivamente hacia mí, con esa camisilla que le quedaba mucho mejor a ella.
—¿Qué preparas? —preguntó mientras pasaba su dedo por mi brazo erizándome la piel.
—Quería prepararte el desayuno, pero ahora creo que sería mejor un almuerzo.
Se paró detrás de mí y me rodeo con los brazos mientras me depositaba pequeños besos en la espalda.
—Aun no puedo creer que cocines para mí.
—Esta es la tercera vez que cocino...Aun no soy un experto pero...—Sus manos suaves me recorrieron el abdomen desnudo provocando demasiadas cosas.
—¿La tercera? —pronunció como si insinuara que le había cocinado a otra después de aquel casi incendio en casa.
—Estuve practicando.
Se apretó contra mí en un abrazo fuerte agradeciendo ese gesto. Sabía que era por ella.
La tome de las manos y las desenrosque de mi torso porque si seguía tocándome era muy seguro que ahora si se incendiaria la casa. La monté sobre el mesón donde la podría ver más de cerca, la camisilla revelando mucho más de lo que debía. Mis ojos no dudaron en observar el ápice donde se unían sus muslos. Enredó sus piernas alrededor de mi cintura evitando que me alejara.
—Sofía...Debes comer.
—¿A ti?
Sonreí como nunca y no pude evitar besar esos labios carnosos. Estaba listo para tenerla de nuevo, pero no quería hacerle daño. Podía espera hasta que se recuperara de lo que había pasado hacía poco así tuviera que conformarme con solo dormir abrazado a ella.
—Debes comer comida de verdad —tomé su rostro en mis manos enfatizando las palabras. Estaba hablando muy en serio—. Y debes recuperarte.
—No estoy enferma —refuto molesta.
—Entiendes lo que quiero decir. Tenemos tiempo. —Su mirada mutó en algo que no había visto en todo el día.
—Es porque soy torpe ¿cierto? —Su cabeza y hombros caídos hacia adelante—. No...No era lo que esperabas.
—¡¿Qué?! —Apreté sus muslos con fuerza, la pegué a mí para que me sintiera. Para que su entrepierna apreciara lo que me producía. Ella pronunció algo entre una protesta y un gemido—. Nunca vuelvas a repetir eso. Eres mucho más de lo que hubiera deseado alguna vez. Si fuera por mí no te dejaría parar de la cama. —Dirigió su mirada hasta donde se encontraba mi dureza con su jugoso sexo desnudo. Si la tela de mi pantalón no nos separa...
» Te follaría en cada rincón de esta casa; de todas las formas posibles. Poseería cada milímetro de tu cuerpo. —Vibro frente a mí, sus ojos se oscurecieron.
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DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...