Sofía.
—Hola Mariano —contestó la chica con la cabeza gacha y una apenada sonrisa. Definitivamente no era a mí a quien esperaba ver al otro lado de la puerta y menos en estas fachas.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Mariano secamente sin dejar de abrazarme. Notaba que él intentaba darme seguridad con su abrazo, pero estar en medio de ellos se sentía realmente incómodo.
—Vine a hablar contigo —Su tono hacia él era tímido, al verla se asemejaba a un animalito asustado que intenta acercarse.
—Estoy ocupado ahora.
—Eso veo —respondió mirándome, y fue el primer momento en el que sentí algo más que cautela cuando habló; era como rabia al notarme allí y tal vez ver como él se comportaba conmigo.
Incomoda intenté zafarme del agarre de Mariano que me sujetaba como si tuviera miedo de que escapara por la puerta. Era muy posible que esa chica tuviera un pasado con él por la forma en la que se comporta casi celosa de mi presencia.
—Estaré en la cocina —Le informé a Mariano intentando demostrarle que no saldría corriendo. La verdad si era que lo quería hacer, pero ya se notaba bastante tenso por la llegada de esta chica a la que llamó Daniela.
Sobé un poco sus brazos para que aflojara el agarre mientras ella observaba nuestra interacción detenidamente. Era desagradable que alguien analizara tus movimientos centímetro a centímetro. Liberó de a pocos su agarre y cuando comenzaba a alejarme me tomó por uno de los brazos, haciéndome girar. Tomó mi rostro entre sus manos mientras yo me aferraba de sus muñecas. Quería marcar mi territorio como con la profesora, pero algo en aquella chica me hacía sentir un poco de lastima por ella y eso evitaba que me mostrara cariñosa con él frente a ella; se notaba que Mariano le gustaba y debía ser muy feo ver a la persona que te gusta restregándote a otra por la cara.
—No demoraré ¿está bien? —preguntó mirándome a los ojos.
—Está bien. —Intenté forzar una sonrisa, aunque sabía lo mala que era para mentir. Antes de alejarme me tomó por sorpresa besándome frente a ella, ni siquiera pude cerrar mis ojos para disfrutar de la caricia de sus labios. Como reflejo observé la cara de la chica en la que se reflejaba el dolor que sentía ante aquella imagen.
Caminé hasta la cocina y comencé a guardar el desastre que había hecho Mariano al intentar cocinarme, ya no sentía el olor a humo gracias a Dios, pero al mirar esa pobre sartén supe que no habría manera de salvarla.
Guardaba todo silenciosamente para poder escuchar la conversación que tenían, lo sé, lo sé no debería ser entrometida, pero ¿que harían ustedes? Además, la cocina estaba muy cerca de la entrada así que, aunque no quisiera, algo podría escuchar.
—¿Qué querías hablar conmigo Daniela? —No podía ver la expresión de su rostro, pero estaba segura de que era fría como su tono. Su pregunta salió con molestia de su boca. — Sabes que no puedes estar cerca de mí.
Si antes tenía curiosidad por saber quién era ella ahora me estaba muriendo de la intriga ¿Por qué no podía acercarse a él?
—Lo sé Mariano, pero puedes estar tranquilo yo misma me encargué de retirar la orden de alejamiento. —Creo que mi mandíbula llegó hasta el piso al escuchar aquellas palabras. — Ahora ya decido por mí.
—Eso no importa. No quiero que estés aquí.
—Ya veo que tienes un nuevo trapo —¿Trapo? —¿Ella es tan obediente como yo? —Mierda, se refiere a mí.
—Ella no es ningún trapo —respondió con rabia. Ese hombre no tenía mucha paciencia y sabía que estaba a punto de perder la poca que poseía.
ESTÁS LEYENDO
DARK MIND
Random"Soy un monstruo, y me agrada" Mariano Dalmau es un atractivo profesor de filosofía y literatura con un gusto por las estudiantes pretenciosas, la mayoría muere por un poco de atención de su parte sin entender lo que eso realmente significaría. ...