Capitulo 14

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Mariano


— ¡Chicos una fila por favor!

Uno de los elegidos para la tortura de cuidar de un montón de chicos con las hormonas alborotadas gritaba con la intención de poder controlar por lo menos el ingreso al autobús fracasando totalmente.

El día era soleado listo para recibir una animada excusión, sin una pizca del típico ¨parcialmente nublado¨ que ya era característico de esta zona.

Más de una cara me observaba impactada acercarme al autobús, al parecer mi cambio de traje a sudadera y camiseta era algo que creaba conmoción en las personas y nada que decir de mis sencillas zapatillas negras, demasiado simples para mi gusto pero que más podría pedirle a Nike, no es como si se pudiera crear cómodo calzado deportivo en cuero.

—Profesor Dalmau, es un gusto poder verlo de nuevo. —la pellirroja hacía su aparición de nuevo.

—Buenos días. Fuimos los escogidos para esta ardua tarea creo que era obvio que me vería hoy. —contesté cortante, solo quería divisar mi objetivo.

—Como siempre tan afectuoso en su forma de hablar profesor, ¿no sabe que eso en vez de hacer que me aleje crea más curiosidad en mí? Hacerse el difícil es una buena técnica, le doy puntos por eso. —una sonrisa coqueta surco su rostro.

No era una mujer para nada pudorosa y ya se sabe que merecen un poco de disciplina para lograr que se enderecen este tipo de mujeres, sin embargo era de esa clase que podía utilizar a mi antojo, no pondría resistencia y sería una nueva experiencia para ella. Me permitiría asegurar que ya le gustaba la rudeza en la cama.

—Creo que debería probar un poco de esa técnica.

Sentía unos ojos martillándome. En cuanto voltee lo confirmé, eran unos almendrados y hermosos ojos verdes que me observaban detenidamente al igual que a mi acompañante, aunque no eran los únicos eran los que me interesaban.

—Espero poder verlo un poco más profesor. —se acomodó su abundante cabello rojizo chillón y me dedico una mirada insinuante.

Aquellos ajos no se apartaban de nosotros, un poco de celos no le caen mal a nadie. Le devolví la sonrisa dándole algo de esperanza.

—Ya veremos. —Respondí despidiéndome con un beso en su mano para no ser demasiado indiscreto.

La mirada de la señorita Montenegro se había desviado de su ya tan insistente camino demostrando ahora una molestia digna de los celos más adolecentes que se podrían despertar; desconocía aun que debía soportar mi cercanía toda la excursión y después de esta escena de la que solo éramos consientes los dos así ella pensara que yo no lo notaba le desagradaría el doble y eso para mí morbo era algo placentero.

Me acerqué al bus y entregué mi equipaje de mano al exasperado profesor para que lo metiera en el maletero. Su rostro solo expresaba el disgusto que le ocasionaba estar en esta situación; por su edad creo que preferiría estar en su sofá resolviendo crucigramas a estar al aire libre rodeado de adolecentes precoces.

—Muchachos por favor colaboren un poco para poder irnos lo más rápido posible, todos queremos llegar a nuestro destino y descansar.

—Si profesor. —Gritaron al unísono.

—Le queda demasiado bien la ropa deportiva profesor. —Pronunció la señorita Duarte mordiéndose el labio inferior y todas parecían apoyarla menos Sofía que por supuesto seguía sin dedicarme una mirada después de lo anterior. Me encantaría saber que pasaba por esa inteligente cabecita.

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